El rey belga llama a consultas a los ultraderechistas y rompe el cordón sanitario

c. P. BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

El rey Felipe de Bélgica recibe al líder del partido de extrema derecha Vlaams Belang, Tom Van Grieken
El rey Felipe de Bélgica recibe al líder del partido de extrema derecha Vlaams Belang, Tom Van Grieken OLIVIER HOSLET | EFE

La imagen ha causado indignación entre la ciudadanía, aunque la amenaza real es la ingobernabilidad

30 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Flandes es de derechas, Valonia, de izquierdas. No hay matices. Es el paisaje político que han pintado las elecciones legislativas del domingo en Bélgica. El país no solo se enfrenta al reto titánico de alumbrar una coalición de gobierno Frankenstein con hasta siete u ocho partidos de distinto idioma y color político. También encara a sus propios fantasmas, a los de 1936, la última vez que un monarca belga recibió oficialmente a un partido ultraderechista.

La imagen se repitió ayer en el Palacio Real de Bruselas. El rey de los belgas, Felipe, estrechó la mano al presidente del Vlaams Belang, Tom Van Grieken, disparando la indignación de millares de personas que se habían manifestado un día antes en la capital belga para protestar contra el auge de los extremistas. La formación flamenca ocupará 18 escaños en el Parlamento federal, siendo el segundo partido con más peso por detrás de la ultranacionalista N-VA flamenca (25 escaños).

La situación es similar a la del 2003, pero entonces el rey Alberto II se negó a llamar a consultas al Vlaams Blok. ¿Por qué su hijo rompe el tradicional cordón sanitario a los filonazis? El primer ministro en funciones, Charles Michel, lo defendió y apeló al proceso constitucional: «Se necesita calma para ver qué tipo de proyecto puede ponerse en marcha tras las elecciones», dijo el liberal francófono.

Partido «racista y violento»

La vicepresidenta del Partido Socialista valón, Laurette Onkelinx, se mostró más dura: «Estoy verdaderamente asombrada. No solo los partidos francófonos, todos los partidos flamencos [excepto la N-VA], han dicho: no rompamos el cordón. No queremos unirnos al Vlaams Belang. Es un partido racista, violento y, a pesar de eso, el rey los recibe», se quejó. Algunos expertos creen que el movimiento es inteligente ya que evita la victimización del partido, una estratagema que les ha dado buenos resultados.

Aunque la imagen pone los pelos de punta a la ciudadanía, la inquietud es otra: la ingobernabilidad. Aunque los socialistas sugieren formar un Ejecutivo sin la N-VA, los analistas apuntan que la exclusión del partido podría causar una crisis constitucional.