Zelenski: del espectáculo a la política o la política como espectáculo

Rafael M. Mañueco KIEV / COLPISA

INTERNACIONAL

En su programa interpreta, casi como en la realidad misma, a un profesor rural que termina siendo elegido presidente.

22 abr 2019 . Actualizado a las 12:44 h.

Volodímir Zelenski, de 41 años con esposa y dos hijos, elegido el domingo presidente de Ucrania para un período de cinco años, estudió leyes, pero nunca llegó a ejercer como letrado. Procede de Krivói Rog, ciudad situada en la parte sureste de Ucrania. En sus años de estudiante se hizo entusiasta de un concurso humorístico estrella en la televisión soviética llamado KVN, Club de la Gente Divertida e Ingeniosa. Entró en contacto con sus organizadores y, además de ganador, se hizo habitual en el programa, que continuó en antena incluso después de la desintegración de la URSS. En el 2003, su fama le hizo merecedor de un sustancioso contrato en el canal de televisión '1+1', perteneciente al oligarca judío Igor Kolomoiski, para ponerse al frente de un espacio de chistes y variedades. Zelenski creó más adelante el programa El servidor del pueblo, todavía en antena y cuyo nombre se lo ha puesto además al partido político que ahora encabeza. Ahí interpreta, casi como en la realidad misma, a un profesor rural que termina siendo elegido presidente a base de criticar la corrupción reinante en Ucrania. Tiene su propia productora, Kvartal-95, con la que ha ganado mucho dinero, y ha intervenido como actor en varias películas. Ha escrito también guiones, participado en proyectos artísticos con Rusia, ganó un concurso de tango y fue miembro del consejo de administración de la cadena Inter.

Pero su exitoso lanzamiento, no solo al mundo del espectáculo, sino también al de la política se lo debe completamente a Kolomoiski, enemigo declarado del todavía presidente ucraniano, Petro Poroshenko. En una entrevista televisiva de hace unos meses, el magnate reconocía que empujando a su pupilo a meterse en política lo único que perseguía era utilizarle para ridiculizar al presidente y mermar sus posibilidades electorales. Zelenski, precisamente, escenificó en uno de sus programas satíricos el entierro de Poroshenko.

Reto separatista

Pero, tras impedir la reelección del actual presidente, Zelenski se las va a tener que ver en primer lugar, más que con la corrupción, con los separatistas de Donetsk y Lugansk y, por ende, con Rusia. La semana pasada declaró que su intención no es conceder un estatus especial a las dos regiones rebeldes, como establecen los acuerdos firmados en Minsk en febrero del 2015. Tampoco está a favor de concederles una amnistía. Kiev siempre ha planteado la necesidad de celebrar unas elecciones en Donbas según la leyes ucranianas, de forma que los representantes democráticamente elegidos serían sus interlocutores en unas negociaciones y no los dirigentes de los grupos armados instigados por Moscú que propiciaron la sublevación. A este respecto, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha instado a Zelenski a mantener conversaciones con los líderes separatistas de Donetsk y Lugansk, algo que se ha negado a hacer Poroshenko por considerarlos «terroristas». En declaraciones difundidas por la cadena de televisión Zvezdá, dedicada al Ejército ruso, Lavrov ha asegurado que «no hay alternativa al diálogo directo con las personas que forman parte de un amplio sector de tu propio pueblo si les sigues considerando parte de tu pueblo». El jefe de la diplomacia rusa le ha recordado también al nuevo presidente ucraniano que «no hay alternativa a los acuerdos de Minsk».