Trump y Kim avanzan hacia el final de la guerra más antigua del mundo

mARÍA pUERTO PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Kim llegó a Hanói tras recorrer 4.000 kilómetros a bordo de su tren blindado y se hospeda en un Meliá
Kim llegó a Hanói tras recorrer 4.000 kilómetros a bordo de su tren blindado y se hospeda en un Meliá STRINGER | EFE

El segundo cara a cara entre los dos líderes podría acelerar el tratado de paz para la península coreana

27 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un ya están en Hanói para su segunda reunión en menos de un año bajo la presión de alcanzar acuerdos concretos que conduzcan a la desnuclearización de la península coreana. La cumbre de dos días en Hanói se celebra bajo un clima de distensión, incluso ambos mandatarios no han dudado en mostrar públicamente que tienen una buena relación personal. Pero la clausura deberá ir acompañado de resultados tangibles si no sé quiere considerar un fracaso.

Objetivos y Expectativas

Acuerdo de paz. La cita podría concluir con la firma de una declaración de paz en la península coreana, que sigue técnicamente en guerra desde el armisticio de 1953, y el compromiso de poder abrir recíprocamente una oficina de representación. Trump también estaría dispuesto a flexibilizar las sanciones impuestas a Piongyang a cambio del compromiso de Kim de seguir desmantelando de forma verificable su programa nuclear. La destrucción del complejo nuclear de Yongbyon es el objetivo más deseado, pero será difícil de conseguir. Kim Jong-un necesita que se aligeren las sanciones económicas para evitar el colapso de su país, pero no está dispuesto a renunciar a las armas nucleares sin garantías. Exige que sea un proceso recíproco y que se levanten las sanciones a medida que se desmantelan instalaciones nucleares. También ha pedido la retirada de tropas de EE.UU. de Corea del Sur. Trump ha dado muestras de cierto pragmatismo, a través de sus mensajes de Twitter, y parece dispuesto a rebajar la presión sobre Piongyang y aceptar un proceso «paso a paso».

dESDE SINGAPUR

Escasos avances. La cumbre celebrada en Singapur en junio pasado tuvo un gran valor histórico, al ser la primera vez que se reunían los líderes de dos países que siguen técnicamente en guerra. Hubo derroche de declaraciones de buenas intenciones y el compromiso para trabajar para la desnuclearización, pero muy poca concreción. Desde entonces se ha avanzado muy poco. Se han producido actuaciones simbólicas como la repatriación de restos de soldados norteamericanos muertos durante la Guerra de Corea o la reducción de efectivos a lo largo de la zona desmilitarizada. Posiblemente lo más destacable es que no se han realizado más pruebas nucleares, ni de misiles. Piongyang hizo una primera concesión con la destrucción de una base de lanzamiento de misiles. Pero diferentes agencias internacionales aseguran que Corea del Norte mantiene intacto su poder nuclear.

declaracion final

El fracaso, malo para todos. Ni los protagonistas de la cumbre, ni los países vecinos, se pueden permitir un fracaso. A todos les conviene que el resultado, aunque sea discreto, mantenga abierta la vía de la negociación. Para los asiáticos la confirmación que Piongyang abandona su programa nuclear elimina riesgo de desestabilización en la región. Corea del Sur gana seguridad y China dejará de tener un aliado incómodo que le da muy mala imagen internacional. Personalmente Kim ha conseguido mejorar su perfil mediático. Ha pasado de ser un proscrito que no era recibido por ningún país, a convertirse en un invitado de honor. Sus reuniones con su homólogo surcoreano, con el presidente chino y finalmente con Trump han normalizado el personaje. Pero le urge que se levanten las sanciones económicas. Trump necesita presentar a su opinión pública algún triunfo en política exterior. Corea del Norte podría ser su éxito personal, frente al fracaso de las anteriores administraciones. Aunque no consiga la desnuclearización, puede firmar la paz. El líder norcoreano llegó diez horas antes que Trump, tras un periplo de 4.000 kilómetros a bordo de su tren blindado, y se hospeda en el hotel Meliá de Hanói.