Trump siembra el caos en su visita a Irak

CAROLINE CONEJERO WASHINGTON / COLPISA

INTERNACIONAL

Atlas

El presidente intentó politizar sus tres horas de estancia, enfadó a los iraquíes y desveló la identidad secreta de varios soldados

28 dic 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

La politización de la visita de Donald Trump a las tropas radicadas en Irak, la primera en sus casi dos años en el cargo, provocó una cadena de críticas tanto en el frente doméstico como en el iraquí que dibujan un balance desastroso y afianzan el carácter quizá irreversiblemente menguante de la figura presidencial.

Trump utilizó el viaje para hacer propaganda de su Administración y jalear su aspiración a la reelección en el 2020, cuando la regulación militar incide en el carácter apolítico de este tipo de desplazamientos. Además, tras su encuentro con los soldados en una base aérea cerca de Bagdad la noche del miércoles, el presidente publicó un vídeo en el que posaba con una unidad de Navy SEAL, revelando así la localización e identidad de los miembros del grupo de operaciones especiales de élite. El Departamento de Defensa confirmó que se trataba del SEAL Team Five, y que Trump, como comandante en jefe, tiene la autoridad para desclasificar este tipo de información aunque por lo general los integrantes del grupo aparecen siempre en imágenes que preservan sus rostros.

En lugar de mantener un tono festivo de celebración navideña con las tropas que pasan estos días tan lejos de casa, Trump habló a los soldados de política y planes militares y colocó a los efectivos en una incómoda situación.

La visita secreta generó un despliegue de seguridad para mantener el vuelo por tramos en la mayor discreción posible, detalles que el propio presidente desveló en sus comentarios a la prensa. Y para rematar la cadena de despropósitos, Trump mintió a los soldados al anunciar que les había conseguido la primera subida salarial en diez años, con un 10 % de aumento, cuando en realidad la paga de los militares mejora por ley cada año y el incremento en el 2018 fue del 0,2 %.

El presidente, que se jactó de la derrota del Estado Islámico en Siria y defendió de nuevo su decisión de retirar a los 2.000 soldados allí señalando que, en caso de necesidad, las tropas en Irak podrían entrar rápidamente en apoyo del escenario sirio. La visita de Trump, que no tiene planes para reducir los 5.200 militares establecidos en Irak sino más bien de incrementar las operaciones militares desde allí, enfureció además a dirigentes y líderes políticos iraquíes. El ajustado tiempo de la estancia en Bagdad, apenas tres horas, solo permitió una escueta conversación telefónica con el primer ministro Adil Abdul-Mahdi, quien debido a «diferencias en los puntos de vista», decidió cancelar el previsto encuentro cara a cara entre ambos.

Quejas de los locales

Los legisladores iraquíes consideraron la actitud de Trump arrogante y hablaron además de violación de la soberanía nacional. Pidieron también una sesión de urgencia en el Parlamento para votar sobre la expulsión de las tropas estadounidenses del territorio. Los líderes del bloque parlamentario Bina acusaron al mandatario estadounidense de violar las normas diplomáticas en un viaje que, a su entender, muestra su desdén y hostilidad en el trato con el Gobierno de Bagdad.

En sus respuestas a los reporteros después de la visita, Trump se lanzó a enunciar su visión sobre la política internacional basada en una suerte de doctrina con dos cabezas contradictorias. Por un lado, señaló enfáticamente que «Estados Unidos no puede seguir siendo el policía del mundo», para reafirmar su opción por el aislacionismo de su «América primero». Una doctrina patente en la decisión de retirar las tropas de Siria y Afganistán. Por otro lado, la aspiración de mantener presencia militar en países como Irak y otros puntos geográficos pretende establecer un intervencionismo de línea neoconservadora que ampara un posible retorno parcial de las tropas a Siria o el apoyo a aliados como Arabia Saudí en la guerra de Yemen.