La corrupción también rodea a Jair Bolsonaro

M. V. BUENOS AIRES / COLPISA

INTERNACIONAL

Sergio Moraes | Reuters

El Consejo de Control de Actividades Financieras detectó transacciones atípicas en la cuenta de Fabricio de Queiroz, policía retirado y exchófer del diputado Flávio Bolsonaro, hijo del mandatario electo

28 dic 2018 . Actualizado a las 08:12 h.

A pocos días de la toma de posesión del nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, el dirigente ultraderechista, que se presentaba como una figura inmaculada, afronta un escándalo de corrupción que envuelve a su familia y amigos.

La denuncia que salpica al clan Bolsonaro comenzó con la investigación del Consejo de Control de Actividades Financieras, que detectó transacciones atípicas en la cuenta bancaria de Fabricio de Queiroz, policía retirado y exchófer del diputado Flávio Bolsonaro, hijo del mandatario electo. Los movimientos son «incompatibles» con el salario del excolaborador, dicen los denunciantes. Durante todo el 2016 y parte del 2017, Queiroz ingresó 1,2 millones de reales (270.000 euros) cuando la suma de lo que percibía como militar jubilado y conductor privado era de 5.000 euros.

Queiroz recibía en su cuenta depósitos de siete asesores de Flávio a comienzos de mes e ingresaba el equivalente a 5.400 euros en la cuenta de Michelle Bolsonaro, esposa del futuro presidente. El expolicía es amigo y compañero de pesca de quien gobernará la mayor potencia sudamericana a partir del 1 de enero. Gracias a esa conexión, la hija de Queiroz, Nathalia, «trabajaba» en el gabinete de Jair Bolsonaro cuando este era diputado. Pero se descubrió que la joven es en realidad entrenadora de gimnasia y nunca trabajó en la Cámara. Solo aparecía cobrando un sueldo que luego depositaba completo en la cuenta de su padre.

Al principio, Bolsonaro padre asumió su responsabilidad en el depósito que Queiroz hizo en la cuenta de su esposa, la futura primera dama. Dijo que fue parte de la devolución de un préstamo personal que le hizo al expolicía y que le pidió que lo depositara en la cuenta de Michelle. «Si erré, fue un error humano», se justificó.

A medida que se conocieron más detalles, el próximo presidente de Brasil se decantó por el silencio. El Ministerio Público de Río de Janeiro convocó a Queiroz a declarar. Pero el exchófer no se presentó ni en el primer ni en el segundo llamamiento. Adujo razones de salud, pero nadie sabe dónde estaría hospitalizado ni cuál era su dolencia. Los fiscales no ordenaron su búsqueda. Lo que hicieron fue citar a Flávio el día 10 de enero, para que dé explicaciones sobre su empleado.

Lula, un rehén

El silencio de Queiroz aturde. Su ausencia -considerada deliberada entre los fiscales- coincidió con el desafío del juez del Supremo Marco Aurélio Mello, quien ordenó que quedaran en libertad todos los condenados en segunda instancia hasta que su sentencia sea firme, tal como manda la Constitución. Es el caso de Lula, preso desde abril por corrupción y lavado de dinero. La decisión de Mello fue frenada por el presidente del Tribunal, José Antonio Dias Toffoli, que llamó a juzgar el tema de la prisión de los condenados en segunda instancia el próximo abril, cuando se sospecha que Lula habría recibido una tercera confirmación de su condena. «Yo no estoy preso, soy un rehén. Quien no entienda eso, no entiende lo que está pasando conmigo», dijo Lula.