Bélgica resiste al chantaje de los nacionalistas flamencos y dará su sí al pacto sobre migración

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

STEPHANIE LECOCQ | EFE

La maniobra oportunista de la N-VA amenazó con tumbar la coalición cuatripartita que gobierna en el país

07 dic 2018 . Actualizado a las 07:57 h.

Un «cáncer» para la democracia. Ese fue el epíteto que le dedicó ayer el socialista flamenco, Dirk Van Der-Maelen, al partido independentista de Flandes N-VA, después de que sus miembros en el Gobierno belga retirasen su apoyo a la firma del Pacto Mundial sobre Migración a escasos días de su ratificación.

La maniobra oportunista de la N-VA amenazó con tumbar la coalición cuatripartita que gobierna en el país. El primer ministro Charles Michel ya había dado su palabra, previo consenso, a la ONU en septiembre, así que al liberal no le quedó otra opción que aceptar ayer el pulso y contraatacar: o aceptan el pacto o se van del Gobierno. «Iré a Marrakech (10 y 11 de diciembre) Es mi responsabilidad garantizar la credibilidad de Bélgica», anunció ayer en el plenario. Todas las fuerzas cerraron filas con Michel, quien se mostró firme frente al chantaje de sus ministros de la N-VA. La formación independentista, hermana de los secesionistas catalanes, aguantó como pudo el chaparrón de críticas y reproches que le dedicaron el resto de fuerzas políticas por tomar Bélgica como rehén de sus cálculos electoralistas. «O cierran la boca o dimiten», les retó el liberal flamenco Patrick Dervael.

Paren este «show»

El partido comandado por el alcalde de Amberes, Bart De Wever, se resiste a abandonar el Gobierno, una posición incoherente que ha sido criticada incluso por quienes están en contra del pacto, «Paren este show», les pidió el constitucionalista Henrik Vuye, según Le Soir. El ridículo político de la N-VA ha dejado a ministros como el secretario de Asilo, Theo Francken, y el de Interior, Jan Jambon, en una posición extremadamente frágil y difícil de defender desde el Ejecutivo. Mucho más después de que el Parlamento belga dejase en evidencia la falta de argumentos para rechazar el pacto. «Están tergiversando el texto. Ahí no se habla de regularizaciones colectivas», les espetó el conservador flamenco de la CD&V, Servais Verherstraeten. El liberal del MR, David Clarinval, desacreditó el discurso de los independentistas: «Es minimalista y caricaturesco, alimenta la xenofobia (...) A pesar de los tiempos populistas que vivimos, la palabra política todavía tiene valor».

Para los socialistas, la polémica forma parte de la «campaña inmunda» que ha emprendido la N-VA a cinco meses de las elecciones generales, después de su dolorosa derrota en las municipales. La jugada le ha salido mal a los ultranacionalistas que ahora se debaten entre rechazar el pacto y salir del Gobierno o agachar la cabeza y permitir a Michel que ponga su rúbrica a un acuerdo al que ya se habían comprometido y que ni tan siquiera es vinculante. El daño político ya está hecho. La prensa nacional califica de «surrealista» este último episodio de confrontación política que tiene, una vez más, a la N-VA de protagonista.