Marruecos y el Polisario retornan a la mesa de negociaciones tras seis años

f. e. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

FABRICE COFFRINI | AFP

El Gobierno de Rabat solo acepta elevar el grado de autonomía del Sáhara Occidental

06 dic 2018 . Actualizado a las 09:11 h.

Seis años después, Marruecos y el Frente Polisario decidieron aparcar por unas horas sus diferencias y dar una nueva oportunidad a la paz en una cumbre en Suiza de la que casi nadie espera nada positivo más allá de la reapertura de cauces de diálogo oficiales.

El artífice del encuentro entre los dos viejos enemigos fue el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. El portugués designó a un emisario personal, el alemán Horst Köhler, para vencer las reticencias de los dos interlocutores y arrastrarlos a la mesa de negociaciones de Ginebra con el beneplácito de otros países del entorno afectados por el conflicto, como Mauritania o Argelia, donde se refugian buena parte de los independentistas. Estos dos países también forman parte del foro promovido por Naciones Unidas, del que Guterres espera que salgan «soluciones constructivas».

Pero los buenos propósitos del portugués chocan con la firme negativa de Marruecos a desprenderse del territorio que reclama la autodenominada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), escasamente poblada, pero muy rica en recursos naturales fundamentales para la economía de Rabat.

El Sáhara, una antigua colonia española que Madrid cedió a Marruecos en 1975, lucha por su autodeterminación desde principios de la década de los 70. El Frente Polisario, fundado de forma oficial, mantuvo una guerra de baja intensidad con Marruecos y otros países vecinos durante casi dos décadas, hasta que firmó la paz con Mauritania en 1979 y una tregua con la monarquía alauí en el año 1991.

El alto el fuego de 1991 planteaba un llamamiento para que el futuro de la antigua colonia española se decidiese en un referendo, pero las partes no se han puesto de acuerdo sobre las condiciones para dicha consulta. Rabat solo contempla una autonomía para el Sáhara Occidental, mientras que el Frente Polisario no renuncia a la independencia.

Las conversaciones internacionales con todo tipo de mediadores se celebraron sin éxito hasta el año 2012. La dirección del Polisario anunció en varias ocasiones su intención de retomar la lucha armada, aunque su tono beligerante fue reduciendo intensidad debido al creciente descontento de los casi 200.000 refugiados saharauis hacinados en los campamentos de Argelia y Mauritania.

Giro de la ONU y EE.UU.

En los últimos tres meses, la desidia de la comunidad internacional se ha modificado de forma notoria. En su última resolución sobre la zona del pasado mes de octubre, Naciones Unidas habla de forma explícita «del derecho del pueblo del Sáhara Occidental a la autodeterminación».

Las dos grandes potencias mundiales, Rusia y Estados Unidos, también han ido evolucionando hacia las posiciones del Frente Polisario. Moscú se abstuvo en la votación de la última resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras que el nuevo jefe de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, nunca ha ocultado sus simpatías hacia los postulados defendidos por el Frente Polisario.

Pese al creciente aislamiento de Marruecos, apenas apoyado por Francia, el Gobierno de Rabat se niega a ceder la soberanía de un territorio que considera como propio. Como máximo, acepta alguna especie de autonomía, pero sin perder el control. Con esa línea roja, el diálogo parece destinado al fracaso otra vez.

Los colectivos gallegos y españoles de apoyo a la causa saharaui ansían buenas noticias

La condición de antigua colonia española del Sáhara hace que en España proliferen las organizaciones de apoyo al Frente Polisario. El Gobierno de Pedro Sánchez mantiene una posición de equidistancia provocada por los intereses geoestratégicos del país, que debe preservar las buenas relaciones con Marruecos para contener la presión migratoria o los intereses de la flota pesquera.

Durante la visita de Sánchez a Rabat el mes pasado, un portavoz marroquí aseguró que España apoyaba la postura de Rabat en el contencioso con los saharauis, algo que fue inmediatamente matizado por la oficina del socialista, para recalcar que su Gobierno «defiende la resolución del conflicto dentro del marco de la ONU».

Galicia es una de las comunidades con movimientos de apoyo a los saharauis más activos de toda España. Cada verano, decenas de jóvenes procedentes de los campamentos de refugiados acuden a varios ayuntamientos gallegos para disfrutar de los programas de vacaciones estivales.

Y oenegés como Solidariedade Galega co Pobo Saharauí ayudan a costear operaciones médicas de urgencia a aquellos refugiados que no tienen medios para garantizar su supervivencia.