Rusia cierra el estrecho de Kerch tras un incidente marítimo con Ucrania

Rafael M. Mañueco MOSCÚ / COLPISA

INTERNACIONAL

PAVEL REBROV | Reuters

Crece la tensión en la zona tras embestir un navío guardacostas ruso a un remolcador ucraniano

26 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La tensión iba en aumento desde hacía tiempo y ayer alcanzó una cota peligrosa. Un navío guardacostas ruso embistió por la mañana a un remolcador ucraniano, causándole serios daños en el casco y la sala de máquinas. A continuación, las autoridades rusas decidieron cerrar el estrecho de Kerch a los barcos mercantes taponando el paso con un petrolero.

El remolcador afectado por el encontronazo navegaba en compañía de dos lanchas artilladas de la Armada ucraniana. La flotilla zarpó del puerto de Odesa hacia el de Mariúpol, a orillas del mar de Azov, y se topó con la cerrazón del servicio guardacostas ruso cuando se disponía a atravesar el estrecho de Kerch por debajo del puente que une Crimea con la Rusia continental. Esta importante y costosa infraestructura la inauguró el presidente Vladimir Putin el pasado mes de mayo. La dirección de fronteras del Servicio de Seguridad de Rusia (FSB, antiguo KGB) acusó a Ucrania de penetrar en aguas territoriales rusas. «Tres buques de la Armada ucraniana se adentraron ilegalmente en nuestras aguas», señalaba la nota del FSB. Pero, desde que Moscú se anexionó Crimea en marzo del 2014, no hay otra forma de cruzar el estrecho de Kerch que no sea atravesando la demarcación marítima rusa.

En el comunicado se asegura además que Ucrania no solicitó permiso, aunque Kiev lo niega y sostiene que sí avisó de la incursión de sus tres navíos. Según los servicios de inteligencia rusos, los barcos de guerra ucranianos «maniobraron peligrosamente y sin subordinarse a las órdenes de las autoridades rusas». El FSB cree que «Ucrania trata así de provocar una situación de conflicto en la zona».

El Ministerio de Exteriores de Ucrania ha instado a la Comunidad Internacional a responder a lo que considera una nueva «agresión» de Moscú contra su país. «Tales acciones suponen una amenaza para la seguridad de todos los países de la región del mar Negro y, consecuentemente, requieren una clara reacción de la Comunidad Internacional [...] el comportamiento agresivo y provocador de Rusia rebasa todos los limites«, subraya el comunicado diplomático.

Los puertos ucranianos de Mariúpol y Berdiansk, en el mar de Azov, llevan de facto bloqueados desde la pasada primavera. En Kiev están convencidos de que el objetivo del Kremlin es dañar todavía más su ya delicada economía y, sobre todo, «asfixiar» el normal funcionamiento de las localidades costeras de la región de Donetsk bajo control de Kiev impidiendo, mediante constantes inspecciones, registros y arrestos, la llegada de barcos.

Estados Unidos y la Unión Europea han pedido a Rusia que cesen en su «acoso» a las embarcaciones ucranianas y amenazan con más sanciones si no depone su actitud. Sin embargo, el Ministerio de Exteriores ruso viene insistiendo en que sus controles en el mar de Azov y el estrecho de Kerch pretenden exclusivamente «garantizar la seguridad» en la zona y «no contradicen el Derecho Internacional».

En el 2003, cuando Crimea todavía pertenecía a Ucrania, Moscú y Kiev firmaron un acuerdo que regula el tráfico marítimo a través del estrecho de Kerch y su utilización conjunta, pero la nueva situación de la península anexionada lo invalida prácticamente. Rusia lo aplica según un criterio que no comparte ni Ucrania ni los países de Occidente, en donde tampoco reconocen que Crimea sea rusa.