Ghazi Saleh, el rostro del hambre en Yemen

M. Al Jabiry TAEZ / AFP

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MARZOOQ AL-JABIRY | Afp

Este pequeño, de 10 años, y apenas ocho kilos de peso, respira con dificultad en una cama del hospital en Taez. Hambriento y demasiado débil para moverse, incluso para llorar, lucha por mantener los ojos abiertos

22 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo piel y huesos. Ghazi Saleh, de 10 años y apenas ocho kilos de peso, respira con dificultad en una cama del hospital en Taez, en el suroeste de Yemen. Hambriento y demasiado débil para moverse, incluso para llorar, lucha por mantener los ojos abiertos.

En el hospital Al Mudhafar, el personal médico va de una cama a otra para examinar a los recién nacidos y a los niños que sufren malnutrición como él. Unos médicos los pesan, otros intentan alimentarlos vía intravenosa. Sus cuerpos están demasiado debilitados para comer. Es el caso de Ghazi, que «no ha comido bien desde hace tiempo», señala la enfermera Emane Alí. «Recibimos casos [como el de Ghazi] todos los días, algunos de ellos están en situación extrema», explica la doctora Sona Othman.

85.000 muertos

Mientras que las Naciones Unidas intenta reactivar las negociaciones de paz en Suecia a principios de diciembre, la situación en el terreno es catastrófica para millones de niños. Más de 14 millones de personas están al borde de la hambruna, según la ONU, la mitad de ellos son menores. Cerca de 85.000 niños habrían muertos de hambre o enfermedad entre abril del 2015 y octubre del 2018, según una estimación publicada este miércoles por Save The Children. Otros murieron en los combates que azotan el país más pobre de la rica península arábiga. «Por cada niño muerto por bombas o disparos, docenas mueren de hambre», lamenta Tamer Kirolos, director de la oenegé para Yemen.

«Queremos que esta guerra se acabe, pero vemos que va empeorando», afirma Fátima Salman al lado de su hijo malnutrido. Más de tres cuartas partes de los 22 millones de habitantes de Yemen dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. La mayoría entra por el puerto de Hodeida, asediada por las fuerzas apoyadas por Arabia Saudí.

En el cuarto año de guerra, el enviado de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, llegó este miércoles a Saná para intentar reactivar los esfuerzos para poner fin a un conflicto que sume al país en la peor crisis humanitaria del mundo. Aunque Griffiths se reunió con dirigentes hutíes que controlan la capital, se desconoce si iba o no a entrevistarse con representantes del Gobierno yemení.