May se atrinchera en Downing Street

íñigo gurruchaga LONDRES / COLPISA

INTERNACIONAL

WILL OLIVER | efe

Las cartas para desbancarla como líder llegan con cuentagotas y varios ministros «brexiters» siguen en el Ejecutivo, pero las encuestas muestran un rechazo amplio al acuerdo con la UE

17 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay diputado más capaz para contar las 48 cartas que obligan al Comité 1922 del grupo parlamentario conservador a convocar una elección al liderazgo del partido que Steve Baker, que era responsable de plataformas de software de Lehman Brothers cuando el banco se derritió, en el desencadenante del pánico financiero de 2018.

Pero sus cálculos fueron ayer erróneos. Su lista contenía 48 nombres, «y probablemente una docena más». Pasaron las horas y el presidente del comité, sir Graham Brady, no abría la boca. Baker dijo a primera hora de la tarde que el umbral se alcanzará la semana que viene. Solo 21 diputados han confirmado públicamente el envío de su carta. Los demás quizás dicen sí o no a quienes les preguntan en función de la dirección del viento.

Baker es un brexiter pura sangre. Ex oficial de la Fuerza Aérea, informático, es hombre de ideas, un conservador libertario que quiere un Estado más pequeño, que no oficialice matrimonios, por ejemplo, sino que se limite a legislar sobre derechos de los cónyuges. Tiene a la UE como enemiga del libre comercio. Tras una visita a Guinea Ecuatorial, dijo que los abusos de derechos humanos son allí triviales.

Diputado por Wycombe, donde ganó el voto por la permanencia en la UE, considera que el borrador del acuerdo de retirada es «intolerable». Como su circunscripción está cerca de Londres, quedó ayer de guardia en Westminster mientras sus correligionarios del European Research Group (ERG) se iban a sus distritos tras el frenesí del jueves.

La conspiración para derribar a May continuará, pero ni Baker ni Jacob Rees-Mogg, presidente del ERG brexiter, pueden confiar en su victoria. Si logran las 48 cartas, la elección se celebrará días después. May se presentará. Las casas de apuestas creen más probable que Jeremy Corbyn sea el próximo primer ministro (5-1) que los candidatos sugeridos por Rees-Mogg: Boris Johnson (15-2), David Davis (10-1), Diminic Raab (10-1), Penny Mordaunt (33-1) o Esther McVey (100-1).

Desde dentro

May podría caer tras una derrota del acuerdo de retirada en la Cámara de los Comunes, en diciembre, pero ha contenido el motín. Su empeño ahora es negociar modificaciones de la breve declaración anexa sobre la futura relación con la UE, de tal modo que se refuerce la idea de que no será necesario prolongar la permanencia de Reino Unido en la unión aduanera.

El epílogo de la jornada febril del jueves fue el anuncio por un amigo de Michael Gove, célebre conspirador de la campaña por la marcha de la UE y contra su aliado y amigo Johnson, de que May le había ofrecido el Ministerio del brexit, y que el ministro de Medioambiente, Agricultura y Pesca lo hubiera aceptado si la líder le dejase renegociar el acuerdo. Como no recibió ese permiso, Gove, que siempre tiene a mano un amigo para informar a la prensa de sus dilemas íntimos, hizo saber que «luchaba con su conciencia» ponderando la dimisión. Compareció ayer en persona en la puerta de su ministerio para confirmar que seguirá ejerciendo de ministro. Habría coordinado con otros dimisionables [Mordaunt, Leadsom, Grayling,...] su continuidad en el Gobierno para intentar cambiar el tratado «desde dentro».

Era el momento de anunciar nuevos ministros. May correspondió a la lealtad de Amber Rudd, que dimitió como ministra de Interior tras pagar los platos rotos del ambiente hostil a los inmigrantes creado por su predecesora, May, cuando se desveló la deportación de residentes caribeños legales. Rudd, cosmopolita y pro-UE, se hará cargo de la cartera de Empleo y Pensiones abandonada por McVey. Luego llegó el momento Google. La jefa de Gobierno nombró a Stephen Barclay su tercer ministro para la marcha de la UE. Pesquisas cibernéticas lograron identificarlo como un diputado leal, que ha ocupado cargos ministeriales menores. Votó por el brexit, pero en su caso puede justificarse porque su circunscripción, una comarca agrícola en el nordeste de Cambridge, votó masivamente en favor de la marcha, por la invasión de peones del este de Europa.

Así, May tiene un Gobierno sin sillas vacías, más personas leales a su liderazgo, un ministro del brexit sin ambiciones de disputarle la responsabilidad del último tramo de la negociación y un horizonte despejado para los próximos días. Ayer fue a una cadena de radio para vender su plan a los oyentes. El lunes irá a la conferencia de industria británica en busca de más aplausos.

El veredicto de los sondeos

Pueden ser efímeros. El acuerdo presentado el miércoles no gusta a los británicos, que quisieran algo mejor aunque no creen que otro líder pueda lograrlo. Piensan que May tiene que dimitir si pierde el voto en el Parlamento y hay un aumento notable de los partidarios de una segunda consulta, que, como la opción de la permanencia en la UE, tendrían ahora mayoría. Son las grandes conclusiones de la lluvia de sondeos que se realizan estos días y que publican los medios. Según tres realizados por YouGov, el apoyo al pacto con la UE ronda el 20 % de los consultados. En el realizado para The Times, si se suma el 10 % de los que creen que es un buen acuerdo al 28 % de los que creen que es el mejor que se podía lograr, un 38 % estaría quizás tentado por un voto pragmático.

Trabas para la libertad de movimiento

El presidente de la organización Eurocitizens, el escritor Michael Harris, considera que el principio de acuerdo entre Bruselas y Londres entrañará la pérdida de derechos como la libertad de movimiento. Según explicó a Efe, dos tercios de la población británica que vive en España son trabajadores, de profesiones diversas como abogados, intérpretes, traductores o informáticos, que verán ahora restringida su «capacidad de movimiento y de prestar servicio fuera de su país». «Para nosotros la mejor situación es seguir siendo europeos», afirmó. Por este motivo propugnó la celebración de un segundo referendo para revertir la cuestión.