El trágico balance de seis meses de terror sembrado por el orteguismo en Nicaragua

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

Europa Press

El terror desatado contra la población civil nicaragüense por el pseudorevolucionario Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, que también ejerce de  vicepresidenta y mente pensante,  ha vuelto a ser noticia estos días, gracias a una fuente de la máxima solvencia que lo está sufriendo: Vilma Nuñez de Escorcia.

22 oct 2018 . Actualizado a las 12:52 h.

Esta mujer de 79 años, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), estuvo esta semana en España presentado el informe de Amnistía Internacional: Sembrando el terror, de la letalidad a la persecución en Nicaragua, que plasma la cruda realidad que vive este pequeño país centroamericano desde hace seis meses y que, desgraciadamente compite con la de Venezuela, el epicentro de la robolución bolivariana que fue el principal sustento económico del actual régimen nicaragüense.

La presencia en España de de Vilma Núñez Escorcia, una jurista de origen humilde que llegó a vicepresidenta del poder judicial con los sandinistas, tras luchar contra la dictadura somocista durante la que ejerció como eficiente defensora  de los entonces jóvenes guerrilleros del Frente Sandinista -los mismos que ahora están emulando las gestas represivas del somocismo-, ha traído de nuevo al primer plano de la actualidad una realidad que estaba pasando casi desapercibida de  los medios a este lado del Atlántico.

Ese menor protagonismo informativo, según explicó en sus comparecencias ante los medios, no es ajeno al hecho de que ya no hay tantos muertos como en los primeros meses -van 340, que no son pocos- aunque la represión continúa e incluso ha ido a más.  Denunció la crueldad y brutalidad con la que están reprimido las protestas pacífica. En estos seis meses han pasado por las cárceles del régimen miles de personas que “lo único que querían era tener derecho a participar en la vida pública y a un sistema democrático", dijo.

Explicó que están prohibidas las manifestaciones -no así las marchas a favor del partido gobernante- y lamenta que los nicaragüenses hayan perdido el derecho a circular libremente porque "las calles están tomadas por las fuerzas de seguridad y los grupos parapoliciales afines al Gobierno que siembran el miedo y el terror entre la población”. En Managua, añadió, a partir de las seis o las siete de la tarde no hay nadie por las calles y quien se arriesga a salir lo menos que le puede ocurrir es que le roben el teléfono móvil.

El informe de Amnistía Internacional por ella presentado precisa que a partir de junio del este año el Gobierno viene desarrollando una «estrategia represiva deliberadamente letal e indiscriminada», no solo con la intención de desarticular por completo la protesta, sino también para castigar a las personas que participaron en la misma. Para ello han optado por utilizar de forma generalizada agentes parapoliciales que no se cortan a la hora de cometer ejecuciones extrajudiciales y de utilizar la tortura como método de castigo y de fabricar pruebas contra los reos.

La estrategia represiva del orteguismo acaba de dar un paso más al incluir las organizaciones sin fines de lucro entre las supervisables bajo la Ley contra el lavado de dinero. Ahora las ONGs disponen de un plazo de dos meses, a contar desde el pasado tres de octubre, para registrarse ante la Unidad de Análisis Financieros (UAF) y presentar sus reportes contables y administrativos sobre el destino y uso de los fondos que reciben. De no hacerlo, se arriesgan a ser sancionadas con el cierre temporal o definitivo, según lo disponga discrecionalmente dicha entidad capacitada para practicar el espionaje económico.

Representantes de organismos defensores de derechos humanos y de movimientos sociales tienen la certeza  que esos poderes que el régimen orteguista acaba de dar a la UAF van a ser usados como arma política contra la sociedad civil, en vez de fiscalizar los suculentos negocios que la familia Ortega-Murillo y afines  se han montado con las generosas ayudas recibidas del chavismo durante los años de vacas gordas.

De todo lo dicho durante su estancia en España por la veterana Vilma Núñez, esa mujer se convirtió en unas de las bichas predilectas de la pareja presidencial por haber aceptado en su día la defensa de Zoiloamérica Zambrana, la hija de Rosario Morillo cuando denunció a Daniel Ortega por violación, lo más preocupante es que no ve salida a la actual situación que vive su país. ¡Si Augusto César Sandino levantara la cabeza!