George Soros, otra vez en la diana

f. e. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Soros, durante una charla en la Universidad de Columbia
Soros, durante una charla en la Universidad de Columbia STAN HONDA / AFP

Bestia negra del ala conservadora, Trump le acusa de estar detrás de las manifestaciones contra el nombramiento de Kavanaugh

24 oct 2018 . Actualizado a las 16:49 h.

George Soros (Budapest, 1930) está en el ojo del huracán, aunque a él lo que le gusta es moverse entre bambalinas. Este viernes, el mismísimo Donald Trump usó su Twitter para ponerlo en el centro de la diana como presunto promotor de las manifestaciones en Washington, Nueva York y otras ciudades estadounidenses contra el nombramiento de Brett Kavanaugh como nuevo juez del Tribunal Supremo. «Los muy groseros gritones de los ascensores son profesionales pagados que solo buscan hacer que los senadores se vean mal», acusó el presidente al millonario de origen húngaro. «Vean todas las pancartas iguales, hechas por profesionales y pagadas por Soros y otros», acusó sin aportar más pruebas al respecto.

George Soros es una de las bestias negras del ala más conservadora de la política y la prensa de Estados Unidos. Con una fortuna personal estimada en ocho mil millones de euros y un fondo de inversión -«especulación», según sus múltiples detractores- que maneja casi treinta mil millones más, está considerado por Forbes como uno de los más ricos del mundo.

En los últimos años se ha mostrado como financiador habitual de medios, partidos y plataformas de tendencia izquierdista para luchar, tanto en Europa como Estados Unidos, contra la deriva ultra de algunos políticos. Especialmente intensa es su batalla contra el húngaro Víktor Orbán, que le ha obligado a trasladar la sede europea de su fundación a Londres tras un largo contencioso repleto de amenazas. No menos repudiado es en el Reino Unido por el ala conservadora, que le critica su papel de financiador de las campañas contra el brexit. Sus tentáculos políticos llegan a los demócratas estadounidenses, partido al que ha aportado cuantiosos fondos en diferentes momentos.

Sus críticos le acusan de ser un especulador sin alma. Ganó mil millones de euros en un solo año, 1992, con un ataque de posiciones bajistas contra la libra. En una autobiografía se declaró contrario a la reunificación alemana por su impacto en los equilibrios europeos. Y tampoco le perdonan sus lazos con la Rusia de Gorbachov a través de la fundación de la primera dama, Raisa. La batalla con Trump y los suyos se presenta emocionante y abierta. Solo puede quedar uno sobre el tablero.