El brutal testimonio de la mujer que le acusa de agresión noquea a Kavanaugh

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

WIN MCNAMEE | efe

Esta al 100% segura de que fue el juez quien la intento violar cuando tenía 15 años

28 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Flanqueada por sus abogados y con una sonrisa nerviosa, Christine Blasey Ford compareció ayer ante el Comité Judicial del Senado de EE.UU. Sabía que estaba en juego su reputación, así como el futuro profesional de su presunto agresor Brett Kavanaugh, el nominado por Donald Trump a ser el nuevo juez del Tribunal Supremo. La profesora de Psicología de la Universidad de Palo Alto (California) confesó estar «aterrada», pero creía que era su «deber cívico» como «ciudadana independiente» contar un ataque que «marcó toda mi vida». Sus miedos no le impidieron dar un testimonio demoledor, en el que dijo estar al «100 % segura» de que Kavanaugh fue quien intentó violarla durante una fiesta cuando él tenía 17 años y ella 15. «Creía que me iba a violar. Grité. Cuando lo hice, Brett me tapó la boca con la mano. Era difícil respirar. Y pensé que Brett me iba a matar», dijo al borde del llanto.

Uno de los momentos clave de la audiencia fue cuando, con voz entrecortada, desveló que nunca olvidará las risas de Kavanaugh y su amigo Mark Judge, mientras abusaban de ella: «Las risas, las ruidosas risas de ellos dos, divirtiéndose a mi costa».

Los once senadores republicanos dejaron el trabajo sucio de interrogar a Ford a la abogada Rachel Mitchell, una fiscal republicana de Arizona especializada en delitos sexuales. Querían evitar decir algo que pudiera ser interpretado como ofensivo o irrespetuoso a la víctima y repetir así lo que pasó en 1991 con el caso de Anita Hill. Pero la estrategia de Mitchell no ha convencido al círculo próximo a Trump, según varios medios. A pesar de mostrarse amable con la testigo y reconocer la veracidad de su testimonio, la fiscal proyectó en ocasiones una imagen inquisitiva e injusta con la víctima.

El presidente abrió por primera vez la puerta a retirar la candidatura del juez, si el testimonio de Ford le convencía. Ayer Trump siguió tan de cerca la audiencia que decidió aplazar hasta la próxima semana su reunión con el vicefiscal general Rod Rosenstein, en el punto de mira por las especulaciones sobre su posible despido o renuncia.

Espanto republicano

Hace escasas dos semanas, el ultraconservador Kavanaugh daba por hecho el visto bueno del Senado, pero el brutal relato de Ford ha puesto en el aire su futuro, dada la conmoción entre pesos pesados republicanos cuyos votos son clave. Es el caso de Jeff Flake, que escuchó conmovido a Ford, o Susan Collins, que planteó serias preocupaciones sobre las acusaciones contra el juez. El nominado de Trump solo puede permitirse perder el voto de un senador republicano.

El espanto se extendió también entre los gobernadores conservadores como el de Massachusetts Charlie Baker, que pidió aplazar la nominación, prevista inicialmente para hoy. «Las acusaciones contra Kavanaugh me enferman y merecen una investigación independiente», dijo.

El juez siguió el interrogatorio desde un edificio contiguo a la sala donde horas más tarde, él mismo compareció. Tras reconocer que en su juventud hizo cosas que «ahora hacen avergonzarme», ante la comisión proclamó su inocencia y su indignación y atacó a los demócratas, por buscar razones infundadas para hundirlo. Afirmó que su reputación ha sido destruida para siempre, pero también que no va a retirar su candidatura.

Ford no es la única que acusa a Kavanaugh. También están Deborah Ramírez, que relató una agresión sexual en su primer curso en Yale, y Julie Swetnick, que describió violaciones grupales en las que el juez participó cuando estudiaba en la elitista universidad. Ayer apareció una cuarta acusación, esta vez anónima, en una carta remitida al senador republicano Gory Gardner, en la que dice que Kavanaugh la manoseó con agresividad contra una pared al salir de un bar en 1998.