Los socialdemócratas fuerzan a Merkel a reabrir el debate sobre el jefe del espionaje

Patricia Baelo BERLÍN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Michael Kappeler | DPA

El Gobierno de gran coalición ha perdido ocho puntos de apoyo en un año

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Donde dije digo, digo Diego. Un refrán al que recurría ayer Angela Merkel, cuando tras la presión de los socialdemócratas (SPD), accedió a volver a discutir sobre el futuro del polémico exjefe de la inteligencia alemana. «La canciller considera correcto y adecuado reevaluar las cuestiones pendientes y encontrar una solución conjunta», anunciaba su portavoz, Steffen Seibert. Una decisión que llega apenas tres días después de que la jefa de la gran coalición y sus socios, los socialdemócratas y los socialcristianos bávaros, acordaran cesar a Hans-Georg Maassen, por haber minimizado las protestas xenófobas que tienen lugar desde hace semanas en el este de Alemania, tras la muerte de un alemán presuntamente a manos de extranjeros durante una pelea.

El director de la Oficina federal para la Protección de la Constitución, como se conoce en Alemania a los servicios secretos de Interior, había abierto una nueva brecha entre los miembros del Gobierno. El SPD exigía su relevo por su evidente connivencia con la ultraderecha, mientras la CSU le apoyó hasta el final. El pulso terminó en un ascenso para Maassen, que el martes fue nombrado secretario de Estado, un cargo por el que cobrará casi 2.500 euros más. Una maniobra con la que Merkel no solo trató de contentar a sus dos socios, sino además evitar otro repunte del extremismo, que se sintió legitimado por las declaraciones del ya exjefe de la inteligencia.

Pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Al día siguiente, la promoción de Maassen generó una avalancha de críticas entre la oposición y las filas del SPD, que no tardaron en cuestionar a su líder por haber dado el visto bueno. Para aplacar los ánimos de sus correligionarios, Andrea Nahles, envió una carta a la canciller y su par bávaro, Horst Seehofer, pidiendo reabrir el debate que se daba por zanjado.

Pérdida de confianza

«Las reacciones negativas de la población muestran que nos equivocamos. Hemos perdido la confianza y la tenemos que recuperar», reza la misiva escrita por la jefa del SPD, tras reunirse con otros barones del partido. También accedió a sentarse a renegociar Seehofer, que como ministro del Interior impulsó el ascenso del exdirector de los servicios secretos y se ha convertido en su superior inmediato.

El último sondeo coloca como segunda fuerza a la ultraderechista AfD por encima del SPD Ello demuestra el pánico que reina en Berlín ante la posibilidad de que la alianza de Gobierno, que echó a andar el pasado marzo, pueda romperse por segunda vez en solo tres meses. Si en junio fue Seehofer quien protagonizó un órdago sin precedentes, al amenazar con retirarse si Merkel no endurecía el asilo, ahora ha sido el SPD. Así lo ha reconocido la secretaria general de la CDU y número uno de la canciller, Annegret Kramp-Karrenbauer, que al igual que Nahles, se vio obligada a mandar un escrito a sus correligionarios alegando que no merece la pena hacer saltar por los aires la gran coalición por Maassen.

Y es que, en tal caso, el país tendría que convocar nuevas elecciones. Unos comicios que se vaticinan trágicos para el bipartidismo, que ha perdido ocho puntos en un año y se sitúa en el 45 %. El último sondeo del canal público ARD otorgaba ayer a la bancada conservadora formada por la CDU/CSU el 28 % del respaldo, el menor desde 1997, y al SPD el 17 %.

Entretanto, la gran beneficiada es la ultraderechista AfD, que quedó tercera el pasado septiembre y hoy escala hasta el segundo puesto con el 18 % de los votos.

Un exguardia de las SS en un campo de exterminio nazi, a juicio a los 94 años de edad

Un antiguo guardia de las temidas SS nazis deberá responder a sus 94 años ante la Justicia alemana por un delito de colaboración en el asesinato de cientos de personas en el campo de concentración polaco de Stutthof. La audiencia provincial de Münster le ha citado, sin dar su nombre, el 6 de noviembre en un juzgado de menores, porque en el momento en el que se produjeron los hechos aún no tenía 21 años.

Las acusaciones se refieren a hechos ocurridos entre 1942 y 1945, cuando el hombre trabajó como vigilante en el campo, el primero que Hitler levantó fuera de Alemania. Teniendo en cuenta el estado de salud del inculpado y su avanzada edad, el tribunal ha fijado que cada vista dure un máximo de dos horas y que disponga de días de descanso entre las 13 sesiones previstas.

Durante décadas los que colaboraron de forma indirecta en el Holocausto no fueron sentados ante la Justicia. El cambio de enfoque judicial que permitió llevar ante el juez a quienes cooperaron con el exterminio vino propiciado por la condena de John Demjanjuk a cinco años de prisión en el 2011 por complicidad en más de 28.000 asesinatos en el campo de Sobibor. Hasta entonces, las fiscalías alemanas solo presentaban demandas contra aquellos cuya participación directa en los delitos podían demostrar, debido a una sentencia de 1969 del Tribunal Supremo que sostenía que no todo aquel involucrado en los campos podía ser responsabilizado por todo lo ocurrido.