China exige a EE.UU. que retire las sanciones o habrá «consecuencias»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Sergei Karpukhin | Reuters

Moscú advierte a Washington que «juega con fuego» en su escalada sancionadora

22 sep 2018 . Actualizado a las 09:41 h.

La nueva tanda de sanciones de la Administración Trump contra individuos y empresas rusas, que afectan a una compañía militar china, ha provocado indignación en Moscú, pero sobre todo en Pekín. China instó ayer a Estados Unidos a que retire las sanciones impuestas por la compra de aviones de combate y misiles a Rusia o deberá «pagar las consecuencias», en palabras del portavoz de Exteriores, Geng Shuang.

Por primera vez un Gobierno extranjero es sancionado por Washington por comprar a Rusia material de defensa. La elección de China no parece casual, en un momento en el que el presidente Trump endurece el tono con Pekín a través del aumento de los aranceles estadounidenses, mientras Vladimir Putin y Xi Jinping alardean de su alianza económica y militar frente al «proteccionismo» de EE.UU..

Por primera vez, el Gobierno de Trump castiga a un país por comprar armamento a Rusia El Departamento de Desarrollo de Equipos, una unidad clave del Ministerio de Defensa de China, y su director, Li Shangfu, fueron sancionados por la compra de cazas Sukhoi Su-35 y equipos relacionados con el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400. Geng Shuang anunció que Pekín ha presentado una queja formal por lo que consideran una violación de las normas internacionales que afecta a las relaciones entre ambos países. El portavoz justificó las compras, recordando que Rusia es «un socio de cooperación estratégico» de Pekín y que esta cooperación busca defender «los intereses legítimos de los dos países, así como la paz y la estabilidad regionales». La pasada semana Putin y Xi escenificaron en Vladivostok su alianza coincidiendo con la participación de China en las mayores maniobras militares de Rusia desde la era soviética.

En el peor momento de las relaciones con Washington, Rusia también mostró su indignación. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, hablaba de «histeria», el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, de «competencia desleal» y su viceministro, Serguéi Riabkov, más duro, advertía de que EE.UU. «juega con fuego» y «amenazan la estabilidad mundial». La nueva lista negra le valió a Washington las burlas de Riabkov, según quien en Estados Unidos hay «un placer nacional por tomar medidas antirrusas» y calcula que se trata de la sexagésima ronda de sanciones contra Moscú desde el 2011.

El chef de Putin

Estados Unidos añadió a su lista negra a otras 33 personas y entidades de los sectores militar y de inteligencia de Rusia. Entre los nuevos inscritos se encuentra Igor Korobov, presidente del GRU, el servicio de inteligencia militar ruso (al que Londres acusa de envenenar al esexpía Serguéi Skripal y su hija Yulia). También figuran entre los sancionados la fábrica de aviación de los cazas Sukhoi, Komsomolsk del Amur, y la organización paramilitar Wagner, activa tanto en Ucrania y en Siria, y su financiador Evgeni Prigozhin. Apodado el chef de Putin (sus restaurantes suelen encargarse de los banquetes del jefe del Kremlin), Prigozhin es acusado por la prensa occidental de ser el artífice de la campaña de desinformación contra EE.UU. en las redes sociales.

A ojos de Washington, estas sanciones son «una etapa importante» para castigar las «actividades malévolas» de Rusia, como la injerencia en las presidenciales que ganó Trump, la anexión de Crimea y su actitud en Ucrania.

Las sanciones son también un advertencia para otros países, como Turquía, aliada de Estados Unidos pero que también adquiere misiles S-400.