Alerta en Australia después de que más de cien consumidores encontraran agujas escondidas en la fruta

La Voz AGENCIAS

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Las autoridades aseguran que se han denunciado más de cien casos de agujas encontradas en el interior de fresas y un hombre ha sido hospitalizado a causa de la ingesta de uno de estos productos

20 sep 2018 . Actualizado a las 00:32 h.

Las autoridades australianas ya han avisado a todos los consumidores. Antes de meterse una fresa en la boca, hay que mirar bien lo que tiene en su interior. El gobierno del estado australiano de Queensland investiga más de cien casos de agujas insertadas en unas fresas comercializadas en todo el país. Según las pesquisas que manejan, el acto se trataría de un presunto sabotaje por parte de un extrabajador. 

Después de encontrar agujas insertadas en las fresas de al menos tres contenedores, la administración australiana pidió que se devolvieran los productos de las marcas Berry Obsession y Berry Liscious vendidas esta semana en los estados de Queensland, Nueva Gales del Sur y Victoria. 

Al menos un hombre ha sido hospitalizado después de ingerir una de estas fresas contaminadas y se han denunciado también casos aislados de una manzana y un plátano con agujas, que se cree que han sido realizados por imitadores. 

Las agujas comenzaron a ser detectadas la semana pasada en el este de Australia, pero poco a poco la alerta se fue extendiendo por casi todo el país, lo que ha llevado a las autoridades a pedir a los consumidores que corten la fruta en pequeños trozos para detectar cualquier posible objeto extraño. 

Mientras consiguen controlar la alerta, las autoridades ya han comenzado a tomar medidas de castigo para los responsables. El mandatario australiano, Scott Morrison, ha pedido equiparar las condenas de cárcel por contaminación de comida con las que sancionan la financiación del terrorismo: «Quien comete un delito por falsificación o robo de propiedad del Estado tiene diez años de prisión. Quince es la condena por tenencia de pornografía infantil o financiación del terrorismo». La propuesta para que se eleve de 10 a 15 años de prisión por el delito de sabotaje de alimentos, que aprobaría esta semana el Parlamento, pretende enviar un «mensaje muy claro» a los responsables de la crisis. Además, el Ejecutivo australiano también ampliará la definición de sabotaje, que normalmente se refiere a las infraestructuras nacionales, para incluir a los alimentos de consumo humano y que afectará a los actos de gran escala que dañen la «seguridad nacional».

El primer ministro anunció que se creará un nuevo delito por «imprudencia» que se sancionará con un máximo de 10 años de cárcel y en el que no se necesitará demostrar un motivo. La tipificación de este nuevo delito pretende castigar a aquellos que han imitado los actos de sabotaje agrícola. Morrison, quien les llamó «cobardes», advirtió de que serán perseguidos hasta «meterlos en la cárcel».

Las autoridades tienen pendiente dar con el paradero de los responsables de este sabotaje en la complicada cadena de producción en esta industria que genera unos 160 millones australianos (115 millones de dólares estadounidenses/ 98,3 millones euros).

El ministro australiano del Interior, Peter Dutton, escribió en su cuenta Twitter que se han denunciado más de cien casos de agujas insertadas en las fresas, la mayoría en el estado de Queensland, donde se cree se produjo el sabotaje, aunque «muchos de ellos» son falsos. El gobierno australiano informó de que destinará un millón de dólares australianos (718.975 dólares/614.642 euros) para ayudar a los cultivadores de fresas. También han puesto sobre la mesa una recompensa de 100.000 dólares australianos (61.464 euros) para aquellos que ayuden a dar con los culpables.

Días después de que Nueva Zelanda prohibiera la venta de las fresas australianas, el gobierno federal anunció el martes que las frutas de exportación deberán estar libres de metales lo que ha obligado a varias empresas a comprar detectores de este material.