Jimmie Åkesson, el neonazi que aspira a dirigir Suecia

EFE / La Voz

INTERNACIONAL

TT NEWS AGENCY | Reuters

Su partido, ultraconservador y xenófobo, amenaza la hegemonía de socialdemócratas y conservadores en el país, que celebra elecciones generales y municipales el día 9

06 sep 2018 . Actualizado a las 18:59 h.

Per Jimmie Åkesson, líder de Demócratas de Suecia, ha convertido en una década un partido de raíces nazis en una fuerza que amenaza la hegemonía de socialdemócratas y conservadores y busca romper el aislamiento al que ha sido sometido. Los suecos están llamados a las urnas el próximo domingo día 9 para votar en elecciones  generales y municipales.

Åkesson, de 39 años y apasionado de grupos que mezclan textos nacionalistas y melodías de rock duro, inició su carrera política cuando estudiaba secundaria y comenzó a coquetear con las filas conservadoras, de las que se apartó por su posición favorable al ingreso en la Unión Europea (UE).

Y decidió unirse en cambio a Demócratas de Suecia (SD), una fuerza ultraconservadora y de corte xenófobo nacida la década anterior a partir de un grupo abiertamente nazi y que ahora busca iniciar un renovación para deshacerse de los miembros más radicales.

Ayudó a finales de la década de 1990 a crear las juventudes del partido -que dirigiría entre 2000 y 2005-, cuando estudiaba en la Universidad de Lund (sur de Suecia): tomó cursos de filosofía, economía, políticas y derecho, sin acabar ninguna carrera, pero conoció a otros futuros miembros de la cúpula de SD.

Concejal desde 1998 en Sölvesborg, la localidad en la que creció, siete años más tarde se hizo con el liderazgo del partido e inició una carrera lenta pero imparable por equiparar a Suecia con el resto de países nórdicos, en los que fuerzas de corte xenófobo son aceptadas y apoyan o integran gobiernos de derecha.

Tuvo que esperar al segundo intento, en 2010, para devolver a la ultraderecha sueca al Parlamento, y en 2014 logró convertirla en tercera fuerza parlamentaria.

La incapacidad del resto de partidos para frenar su avance y que la política de asilo haya sido tema central en el debate político a raíz de la crisis de refugiados de 2015, han hecho que el SD siguiese creciendo en los sondeos hasta volverse tan grande que las otras fuerzas de derecha flirtean con él.

Åkesson ha continuado con la labor de adecentar el partido: instaló hace años una política de tolerancia «cero» contra el racismo, pero los escándalos se han sucedido sin que ello parezca haber afectado a su imparable crecimiento.

Tampoco lo han frenado ni la baja por estrés de seis meses que tuvo que tomarse después de la anterior campaña electoral, ni la creación de otra fuerza a su derecha nacida de una escisión del SD, ni el paso al grupo mixto de varios tránsfugas, incluida Margareta Larsson, la madre de su pareja, que sí continúa en el partido.

El líder de la derecha xenófoba sueca dice sentirse identificado con la leyenda de San Jorge y el dragón y es un conocido aficionado al heavy metal, sobre todo al subgénero power metal; y asistente habitual al Sweden Rock, un festival anual de rock duro.

En una reciente entrevista señaló cómo le ha influido la personalidad cultural de Jan Thörnblom, voz y guitarra de Ultima Thule, una de las bandas más representativas del rock vikingo, género que con su exaltación nacionalista y mitológica a menudo es emparentado con el rock supremacista blanco.

Su afición por la música la ha llevado también a los escenarios: toca el teclado en Bedårande Barn (Niños fascinantes), un grupo que hace unos años grabó una versión de Fädernesland (Patria), de su admirado Ultima Thule.

Åkesson también ha escrito dos libros, una autobiografía y otro reciente sobre la moderna folkhemmet (casa del pueblo), aludiendo a la tercera vía sueca creada el siglo pasado por los socialdemócratas y que ahora quiere reinventar con su partido.

Pese a haber rebajado el tono de su discurso, Åkesson protagonizó un sonado exabrupto en campaña: en una entrevista en directo en un programa satírico de la radio pública P3, calificó a esta de «canal de mierda» y «liberal-izquierdista» y abogó por su cierre.