El abogado principal de la Casa Blanca también deserta y abandona a Trump

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Jonathan Ernst | reuters

McGahn colaboró en el fiscal del Rusiagate en más de 30 horas de interrogatorios

30 ago 2018 . Actualizado a las 08:09 h.

El fiscal especial del Rusiagate, Robert Mueller, estrecha el círculo sobre Donald Trump. El anuncio ayer del presidente sobre la marcha en otoño de Don McGahn, el abogado principal de la Casa Blanca, hizo sonar todas las alarmas, si es que alguna vez dejaron de sonar. Su inminente marcha no ha pillado por sorpresa en Washington, después del distanciamiento entre ambos a raíz de la cooperación del abogado con el fiscal que ha puesto contra las cuerdas al magnate.

McGahn es una de las personas que más ha colaborado en la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2016. En los últimos nueve meses sumó más de 30 horas de interrogatorios en los que «colaboró ampliamente». Según The New York Times, el abogado compartió detalles sobre si Trump obstruyó o no a la justicia e incluso datos que de no ser por él, los investigadores no habrían obtenido de otra manera. «McGahn estuvo involucrado de manera central en los intentos de Trump de despedir a Mueller, algo que el equipo del fiscal no habría descubierto sin él», detalló el diario. De hecho, el letrado amenazó al presidente con su renuncia si sacaba al fiscal especial de la investigación. Además, habría contado cómo se produjo el despido del exjefe del FBI James Comey.

 

Trump matizó tras la difusión de la noticia que él mismo había autorizado a McGahn dicha colaboración, pero las presiones habrían terminado por dinamitar a quien en su día fue uno de los primeros nombramientos del actual presidente. «¡He trabajado con Don durante mucho tiempo y realmente aprecio su servicio!», tuiteó ayer obviando la polémica. Sin embargo, su relación era tensa desde marzo del 2017 cuando Trump consideró que el letrado podría haber evitado que el fiscal general Jeff Sessions se recusara de las pesquisas rusas. Entonces dijo que «necesitaba un fiscal general que lo protegiera». El Rusiagate tiene varias vertientes: la intervención rusa en las presidenciales, los vínculos entre la campaña de Trump y el Kremlin y, por último, si el presidente ha intentado obstruir a la justicia en el marco de estas pesquisas.

Enfado e inquietud

Según la prensa, el papel de McGahn en la investigación es motivo de preocupación desde hace meses en el ala oeste y el hecho de que ahora salga del equipo legal de la Casa Blanca ha enfurecido a varios pesos pesados del Partido Republicano que ayer no ocultaron su desconcierto. «Presidente, espero que no sea verdad. No puede dejar que eso ocurra», advirtió e el presidente del Comité Judicial del Senado, Chuck Grassley.

Por si el movimiento no fuese lo suficientemente inquietante, McGahn quiere que su sucesor sea el veterano abogado Emmet T. Flood, un veterano abogado que representó a Bill Clinton durante su impeachment.

Mensaje del miedo ante un fracaso en las legislativas

El mensaje del miedo siempre constituyó una de las marcas distintivas de Donald Trump. No lo ocultó durante la campaña electoral cuando advirtió de «disturbios» si no resultaba elegido candidato y tampoco lo esconde como presidente de Estados Unidos, es más, hace escasamente una semana lo demostró públicamente tras avisar del desmoronamiento de los mercados si era destituido. El lunes por la noche lo volvió a hacer. En esta ocasión sucedió durante una reunión en la Casa Blanca con líderes evangelistas a quienes advirtió de consecuencias violentas si los demócratas ganaban el Congreso en las próximas elecciones legislativas de noviembre.

«Van a anular todo lo que hicimos y lo harán rápido y de manera violenta», dijo el mandatario. «Inmediatamente», añadió. Según The New York Times, la Casa Blanca permitió a los periodistas acceder a dicha reunión para recoger las intervenciones entre Trump y los religiosos. Durante la conversación hablaron del aborto, la libertad religiosa y el desempleo juvenil, sin embargo, cuando la prensa salió de la sala el presidente abordó rápidamente el asunto político y pidió a los evangelistas que utilizasen sus herramientas para ayudar a los republicanos. «Les pido que salgan y se aseguren que toda su gente vote, porque si no votan vamos a tener dos años horribles», aseguró.

Las primarias que ya celebran los partidos están siendo indicativo de cómo la llegada del magnate a Washington ha polarizado estados clave de cara a los comicios. Fue el caso de Florida, donde el pasado martes un liberal demócrata se hizo con la victoria en las primarias estatales para gobernador y el candidato favorito de Trump arrasó entre los republicanos. Tanto el demócrata Andrew Gillum (quien además podría convertirse en el primer gobernador afroamericano del estado), como el congresista republicano Ron DeSantis, ganaron a rivales más moderados y del agrado para las respectivas direcciones de sus partidos. Contrariamente en Arizona, los resultados mostraron una mayor moderación. En el lado republicano, la congresista Martha McSally derrotó a varios peces gordos del ala dura del conservadurismo y así, disputará la vacante que deja en el Senado Jeff Flake a la demócrata Krysten Sinema. Además, estos resultados consolidaron una tendencia y es que por primera vez en la historia hay más de 200 mujeres nominadas al Congreso, 155 de las cuales son demócratas.