La prensa alza la voz contra Trump

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Tim Bradbury | afp

Más de 300 periódicos publican editoriales contra los ataques del presidente

17 ago 2018 . Actualizado a las 08:22 h.

Se agotó la paciencia de la prensa con Donald Trump después de casi dos años de ataques continuados desde las redes sociales del presidente o en cualquier comparecencia. En una iniciativa sin precedentes en la historia del país, más de 300 periódicos contestaron ayer a los insultos del republicano contra los medios de comunicación. Lo hicieron a través de una oleada de editoriales cuyo objetivo único era defender la libertad de información amparada en la primera enmienda de la Constitución.

El neoyorquino suele acusar a los medios casi diariamente de publicar noticias falsas con su ya famoso recurso de las fake news, además de asegurar que las empresas informativas son «el enemigo del pueblo». «Reemplazar a medios libres por medios gestionados por el Estado ha sido siempre la primera orden de cualquier régimen corrupto que toma un país», advirtió The Boston Globe en un editorial titulado Los periodistas no son el enemigo. Este diario fue el impulsor de la iniciativa a la que se sumaron otros como The New York Times, así como muchos otros medios locales. «Estos ataques a la prensa son particularmente amenazantes para los periodistas en naciones con un Estado de derecho menos seguro y para publicaciones más pequeñas en EE.UU., que ya han sido golpeadas por la crisis económica de la industria», dijo The New York Times.

El periódico neoyorquino aprovechó la oportunidad para pedir a los lectores estadounidenses su apoyo financiero a la prensa local, pagando suscripciones en un momento clave de la historia del periodismo. «No podemos sentarnos aquí y estar en silencio. La idea de que somos enemigos fomentando la división interna es absurda. Cuando alguien dice algo tan atroz, no podemos dejarlo pasar, especialmente si esa persona es el presidente», reflexionó el californiano The Mercury News. Otros como el Monitor News, de Minnesota, avisaron de que «se está creando una atmósfera de odio, ira y violencia potencial contra los periodistas», como ya denunció la ONU en un informe reciente.

Lejos de desdecirse, Trump redobló sus ataques. «Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país ¡Pero estamos ganando!», manifestó ayer el magnate. Su discurso sigue calando entre sus bases, protagonistas en muchas ocasiones de altercados violentos con periodistas que durante la campaña cubrían al entonces candidato republicano. El apoyo a Trump no queda aquí. Según un estudio de Pew Research, el 85 % de los conservadores estadounidenses que se consideran independientes dijeron en junio del 2017 que los medios estaban teniendo un efecto negativo en EE.UU. En el 2010, ese porcentaje fue mucho menor rozando el 68 %.

Destacadas ausencias

Sorprendentemente, la llamada del Boston Globe no fue atendida por The Washington Post, Los Angeles Times o San Francisco Chronicle. Las tres cabeceras defendieron su independencia editorial asegurando que ya contestaron a los ataques del presidente en multitud de ocasiones anteriores. Aun así, insistieron en compartir el argumento de sus colegas del permanente asalto a la verdad por parte de Trump.

El exdirector de la CIA acusa al magnate de intentar asustarlo

«Las afirmaciones del presidente de que no hubo colusión son una bazofia». Así se despachó ayer el exdirector de la CIA John Brennan después de que Donald Trump le retirase las credenciales de seguridad de la Casa Blanca, que le proporcionaban acceso a información confidencial a pesar de haber sido destituido de su cargo. El gesto del presidente supuso la ruptura con la tradicional cortesía que se le extiende a los jefes de la inteligencia estadounidenses de continuar accediendo a los altos secretos del Estado.

Brennan (quien dirigió la CIA entre el 2013 y el 2017 bajo el mandato de Barack Obama) siempre ha sido uno de los grandes críticos de la gestión del magnate. De hecho, la Casa Blanca definió sus quejas habituales como «un comportamiento errático» y las utilizó para su justificación de la retirada de las credenciales. «El señor Brennan ha usado su posición de exfuncionario de alto nivel para hacer una serie de infundadas e indignantes alegaciones, arrebatos violentos en Internet y televisión sobre esta Administración», cargó la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, para defender una decisión que no ha servido más que para aumentar la tensión entre el presidente y los cuadros directivos de las organizaciones de inteligencia del país.

Artículo de respuesta

Lejos de morderse la lengua, Brennan publicó un artículo en The New York Times donde sostuvo que las razones reales de la inusual medida de quitarle su credencial son intentos de «amedrentar a cualquiera que intente desafiarlo». «Después de haber trabajado estrechamente con el FBI durante muchos años en investigaciones de contrainteligencia, era muy consciente de la capacidad de Rusia de trabajar clandestinamente dentro de EE.UU. cultivando relaciones con individuos que ejercen poder real o potencial», aseguró el exfuncionario en su escrito, al hilo de los vínculos entre la campaña de Trump y el Kremlin, que protagonizan la trama del Rusiagate investigada por el fiscal especial Robert Mueller. Desde el inicio de las pesquisas, Brennan sospechó de los movimientos realizados entre el entorno de Trump y el funcionariado cercano a Putin.

La Casa Blanca aseguró que también están «bajo revisión», las credenciales del exdirector del FBI James Comey (despedido por Trump), el exdirector de inteligencia nacional James Clapper, el exdirector del FBI Andrew McCabe, el exdirector de la CIA Michael Hayden o las de la exasesora de seguridad nacional Sally Yates. Curiosamente, todos ellos tienen en común haber criticado la gestión del republicano. Es por ello que estas acciones son percibidas por diferentes analistas políticos como una especie de castigo que chocaría frontalmente con la libertad de expresión amparada por la Constitución.