Los griegos reviven la misma furia de fuego once años después

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ANGELOS TZORTZINIS | AFP

El Viejo Continente se enfrenta a las peores tragedias forestales de su historia reciente

25 jul 2018 . Actualizado a las 10:09 h.

Pueblos destruidos, montes reducidos a cenizas y decenas de víctimas mortales. La historia se repite en Grecia. Hace ya once años 77 personas perdieron la vida en el país heleno, atrapadas entre las violentas tormentas de fuego que arrasaron 250.000 hectáreas en la región del Peloponeso y la isla de Evia.

El pánico y las llamas prendieron con facilidad, pero llevar a los responsables ante la justicia tomó mucho más tiempo. Según AFP, hubo que esperar hasta el 2012 para conseguir que la justicia helena se pronunciase sobre las cinco personas acusadas de provocar una tragedia que ha quedado grabada en la memoria de Europa para siempre por ser uno de los incendios más mortíferos del siglo XXI. Un exalcalde, un funcionario de la Administración, el jefe de los bomberos locales, una mujer y un bombero fueron condenados a 10 años de cárcel por los hechos.

Las llamas han vuelto a devorar Grecia casi una década después y surgen preguntas. ¿Se podían haber evitado? ¿Funcionan los planes de prevención? ¿Han pasado factura los recortes? La tarea le corresponde en exclusiva al Gobierno. Bruselas se lava las manos. Por el momento no tiene competencias ni para exigir a Atenas que comparta sus planes antiincendios. Es una situación que la Comisión Europea quiere cambiar para reforzar los programas nacionales y detectar posibles grietas potencialmente problemáticas.

Hay factores que aumentan el riesgo y la destructividad de los incendios, no solo los meramente climáticos. La mala gestión de los bosques, la falta de efectivos, el uso masivo del eucalipto para repoblar el suelo o el mal acondicionamiento y aislamiento de las casas particulares pueden resultar fatales si se declara un incendio fuera de control. Algunas de esas causas estuvieron presentes en los fuegos que asolaron Portugal y Galicia el pasado año. Las llamas en el país luso se propagaron por montes y pueblos dejando tras de sí escenarios sobrecogedores, 46.000 hectáreas calcinadas en solo cinco días, 250 heridos y un reguero de 64 víctimas que se suman a las 20 que personas que perdieron la vida en el 2003 tras una oleada de incendios que se mantuvieron en activo durante semanas en el centro y sur del país.

Cambio climático

El trabajo para revisar con lupa los planes de prevención llega con retraso. La UE tampoco acierta con el enfoque. Los incendios no entienden de fronteras. Rusia vio arder 10.000 kilómetros cuadrados en Siberia en el año 2015. Al menos 34 personas murieron y 2.000 casas fueron destruidas por unas llamas que alcanzaron territorio de Mongolia y China. Solo cinco años antes, Rusia Occidental ardía poniendo en peligro a los países de la UE fronterizos. Hasta 60 personas perdieron la vida asediadas por unas llamas que quemaron las casas de pueblos enteros hasta los cimientos.

La voracidad del fuego ha ido a más con el cambio climático. Los científicos se están encontrando con fenómenos extremos nunca vistos para los que la UE todavía no está preparada. No existe ninguna iniciativa a nivel comunitario para articular una estrategia que prevenga tragedias como la griega.

Sin medios para dar una respuesta común a un problema que adquirió escala europea

«Suecia tuvo suerte de que la situación estuviese controlada en el Sur. Veamos en dos semanas qué pasa. Por ahora podemos responder, pero si tenemos problemas en Grecia, Portugal y España a la vez es imposible», aseguran expertos europeos al valorar la respuesta que ha dado la UE a los múltiples fuegos que devastan Europa desde la semana pasada. Y los que pueden estar por venir. En los monitores del Centro de Coordinación de Respuesta de Emergencia europeo el centro y sur de España, la Costa Azul francesa y Sicilia aparecen teñidos de negro, una señal de altísimo riesgo de fuegos por las condiciones climáticas desfavorables (calor extremo, ambiente seco y vientos fuertes).

En plena temporada de incendios y con las alertas por todo lo alto en el Mediterráneo fue una suerte disponer de tantos medios para Suecia (2 Canadair italianos, 3 aviones franceses, 5 helicópteros alemanes, un helicóptero lituano, 2 unidades terrestres polacas, 9 helicópteros noruegos, una aeronave danesa). En Bruselas resulta «paradójico» que el mayor despliegue de medios europeos se haya efectuado para ayudar a un país nórdico, que no acostumbra a sufrir este tipo de catástrofes. La situación en Grecia es bien distinta. Los vientos han dificultado las operaciones, las llamas se han propagado con rapidez y la movilización de medios solo se pudo organizar una vez que el Gobierno lanzó la solicitud de ayuda de emergencia el lunes por la noche.

«Han rechazado la ayuda española porque las previsiones para los próximos días han mejorado», explican desde el Centro de Coordinación de Respuesta de Emergencia europeo, desde donde se han podido movilizar algunos aviones, bomberos, médicos y vehículos de países vecinos para ayudar a Grecia. En sus cuarteles de Bruselas se coordinan todas las labores de ayuda. Trabajan las 24 horas del día pendientes de las peticiones de los gobiernos y de la evolución de las condiciones meteorológicas sobre el terreno.

Por el momento han podido responder de forma efectiva. Cruzan los dedos para que Europa no arda de forma simultánea de norte a sur y de este a oeste. Por ahora la situación está relativamente bajo control. El año pasado lo tuvieron más difícil. De las 17 peticiones de auxilio que recibieron solo pudieron atender a 10. ¿Por qué? Por falta de medios propios.

La UE ha admitido que los incendios sufridos en el continente en los últimos años son de una magnitud y una naturaleza hasta ahora nunca vista y que, en buena medida, se deben al cambio climático, pero los 28 se resisten a dar luz verde a la propuesta que lanzó la Comisión el pasado noviembre para crear una reserva europea de medios anti-incendios. Ese contingente permitiría responder de forma más eficaz a una solicitud de emergencia. Pero para eso se necesitan más fondos.

Los países nórdicos se han mostrado tradicionalmente reacios desde el principio porque los fuegos devastadores eran cosa del sur. Hasta ahora.