Boris Johnson, el ministro que quería «enviar a tomar viento» a la UE

LA VOZ

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REUTERS | YVES HERMAN

Nacido en Nueva York el exalcalde de Londres quiso ser «rey del mundo» desde muy pequeño

09 jul 2018 . Actualizado a las 19:37 h.

El dato lo contó su hermana Rachel al biógrafo Andrew Gimson: Alexander Boris de Pfeffel Johnson ya quería ser «rey del mundo» desde pequeño.

«BoJo», como era conocido por sus allegados, nació en Nueva York en 1964. Su padre trabajó en la Comisión Europea y fue eurodiputado por el Partido Conservador y él enseguida mostró sus intereses convirtiéndose en presidente del club de debate de la Universidad de Oxford .

Tras sus estudios, en 1987, empezó a trabajar en una firma de consultoría pero renunció después de una semana al encontrar su labor «increíblemente aburrida». De ahí pasó a The Times, que lo despidió apenas un año después por haberse inventado unas declaraciones y haber mentido sobre el hecho de haberlas inventado.

Después fue corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas entre 1989 y 1994, favoreciendo historias que ridiculizaban y exageraban las regulaciones europeas, alimentando el euroescepticismo en su país.

Se convirtió entonces en el periodista favorito de la primera ministra Margaret Thatcher, gracias a unos artículos que se mofaban sistemáticamente de las instituciones europeas.

Algunas de aquellas historias se convirtieron en mantras para los euroescépticos, como la que aseguraba que la Unión Europea (UE) iba a regular el tamaño de las bananas o acortar los condones.

«No inventaba las historias pero siempre caía en la exageración», recordó Christian Spillmann, que fue periodista de la AFP en Bruselas durante «los años Boris». De su humor particular, su propia biógrafa, Sonia Purnell, asegura que lo usa siempre bajo control. «Hasta sus bromas y su pelo están calculados. No hay nada espontáneo». Su primera mujer, Allegra Mostyn-Owen, con la que se casó en 1987 en un breve matrimonio, asegura que Johnson «está casado con su trabajo y necesita la adulación de los otros, no puede vivir sin eso».

Tras dar por terminado su primer matrimonio se volvió a poner en contacto con una amiga de la infancia, Marina Wheeler, que actualmente es su esposa y la madre de sus cuatro hijos.

De 1999 a 2005 fue redactor jefe de la revista The Spectator, periodo en el que además fue elegido diputado por primera vez, en 2001.

Sin embargo, adquirió rango de estrella a partir de 2008 al convertirse en alcalde de Londres. En su primera campaña a la alcaldía, se promocionó con esta insólita frase: «Si votas tory, tu coche correrá más y tu novia tendrá más talla de sujetador». Cuando lo criticaron por machista, argumentó que estaba estudiado que con los conservadores hay más prosperidad e históricamente ha mejorado la envergadura de la ciudadanía.

Ostentó el cargo durante las olimpiadas de 2012. De aquellos días quedó una imagen en la mente de todos: el alcalde atascado en una tirolina y agitando una banderita mientras esperaba que le descolgaran.

Otra de sus declaraciones más polémicas las realizó en un debate sobre el matrimonio homosexual, cuando expuso que «si vamos a autorizar que se casen dos hombres, no sé por qué no podemos autorizar que lo hagan tres, o dos y un chimpancé». Aunque luego ha acudido a marchas del orgullo gay en Londres.

A los diputados conservadores tránsfugas que se fueron a UKIP los definió como «ese tipo de gente que haría el amor con una aspiradora»

Amigo de David Cameron

Cuando Boris Johnson y David Cameron eran dos populares estudiantes de la elitista escuela de Eton (a la que han asistido 19 primeros ministros) y de la Universidad de Oxford, todo el mundo veía al muchacho de la melena rubia como el que tenía más posibilidades de ocupar Downing Street.

Años después, cuando Cameron era primer ministro y convocó el referéndum sobre la Unión Europea (UE), daba por seguro que contaría con el apoyo a la permanencia de Johnson, entonces un popular alcalde de Londres.

Pero Johnson optó por dimitir y liderar la campaña del «brexit», tras haber preparado dos artículos para el Daily Telegraph: uno anunciando que apoyaba la permanencia y otro lo contrario, alimentando la sensación de que su decisión escondía cálculos políticos.

«La furia aquí es incontrolable», dijo entonces una fuente de Downing Street a The Guardian, comentando la reacción de Cameron.

«Aún somos amigos, pero no tan amigos», admitió el entonces primer ministro, al que el referéndum le acabaría costando el cargo.

Las dimisiones: ¿fisura insalvable en el gobierno de May?

Al parecer, las reuniones que mantuvieron el pasado viernes los ministros británicos y Theresa May no lograron resolver del todo las divisiones internas sobre la posición británica y la Unión Europea. Así lo evidenciaron la dimisión de David Davis, negociador jefe británico para el Brexit y horas más tarde la de Boris Johnson como ministro de Exteriores.  

Muchos ya esperaban que Boris Johnson se uniese a la decisión de Davis, ya que tras la reunión en la que debatieron el plan de May, se refirió a este como «una mierda», según el relato de algunos de los asistentes. Hoy ni siquiera acudió a una cumbre ministros de Exteriores sobre los Balcanes que se celebraba en Londres.

En medio de las incógnitas sobre su ausencia, a primera hora de la tarde, un portavoz de Downing Street daba la noticia: «Esta tarde, la primera ministra ha aceptado la dimisión de Boris Johnson como ministro de Exteriores. Su reemplazo se anunciará en breve. La primera ministra agradece a Boris su trabajo».

Johnson y sus diferencias con Theresa May 

Desde el mes pasado, el ahora exministro de Exteriores ya había dejado ver las diferencias que tenía con Theresa May. «Imaginad a Trump negociando el Brexit, sería terriblemente duro», había expresado Boris en una charla ante militantes conservadores.

Johnson advirtió que May necesitaba «agallas»para sacar tajada de la negociación y dijo que el Reino Unido corría el riesgo de «acabar orbitando en torno a la Unión Europea» si la negociación seguía el curso actual.

También aseguró que Theresa May tendría que ser más «combativa» con Bruselas y advirtió que en estos meses habría riesgo de un «colapso».