Una reunión secreta entre Macron y Conte desbloquea el caso del Lifeline

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Momento en que desembarcan en Sicilia los migrantes rescatados por el Alexander Maersk
Momento en que desembarcan en Sicilia los migrantes rescatados por el Alexander Maersk ALESSIO TRICANI

Malta recibirá el buque a condición de repartir a los inmigrantes por varios países

27 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos 90 minutos de reunión entre el jefe del Gobierno italiano, Giuseppe Conte, y el presidente francés, Emmanuele Macron, han conseguido desbloquear la crisis del Lifeline, el barco que durante 5 días ha permanecido a la espera de poder atracar en un puerto italiano o maltés con 230 inmigrantes a bordo. La reunión, celebrada el lunes por la noche y mantenida en secreto, coincide con la visita a Roma del presidente francés para encontrarse en el Vaticano con el papa Francisco. Conte anunció que, tras haber hablado por teléfono con el presidente de Malta, Joseph Muscat, la embarcación de la oenegé alemana atracaría en la isla. «Coherente con el principio de nuestra propuesta sobre inmigración, según la cual quien desembarca en la costa italiana, española, griega o maltesa, desembarca en Europa, Italia cumplirá su parte y acogerá una cuota de los inmigrantes que están a bordo del Lifeline, con la esperanza de que otros países europeos hagan lo mismo», precisó.

A pesar de las palabras tranquilizadoras de Conte, La Valeta señalaba por la mañana que aún no había dado la autorización al atraque del barco ya que este estaba «subordinado» al acuerdo entre siete países europeos para la distribución de los inmigrantes. Cuatro de ellos (Italia, Malta, Francia y Portugal) ya habían mostrado su disposición ayer por la tarde mientras se esperaba el sí de España, Holanda y Alemania. El propio ministro del interior, Matteo Salvini, partidario de cerrar los puertos italianos a las oenegés y actuar con mano dura contra la inmigración ilegal, mostraba su satisfacción por la decisión de Malta de aceptar acoger el barco:. «¡Y dos! Después de enviar a España a la oenegé Aquarius ahora le toca a Lifeline ir a Malta con el barco fuera de la ley que finalmente será secuestrado», escribió en Twitter. De momento Malta anunció que la embarcación será objeto de una investigación para comprobar su nacionalidad y si la tripulación ha respetado las reglas del derecho internacional.

La línea del Gobierno italiano sobre inmigración no parece unánime. El pulso de Salvini con las oenegés es también un pulso al Movimiento 5 Estrellas, sobre todo al ministro de Infraestructuras, Danilo Toninelli, que no está muy convencido del cierre de los puertos a los barcos de los activistas y que ha contado con el apoyo del otro vicepresidente, Luigi Di Maio. Este, de hecho, no descartó el lunes la posibilidad de que el Lifeline atracara en Italia. El papel de la Guardia Costera está en entredicho ya que Salvini presiona a su colega afirmando que «Toninelli tendría todo mi apoyo si ordena a la Guardia Costera no responder a los SOS», decisión que iría contra los tratados internacionales y contra el propio código penal italiano.

Como contrapartida a Salvini, Toninelli ofreció a su homólogo libio, Milad Maatuq, más ayuda para patrullar la costa en forma de más barcos para los guardacostas además de «adiestramiento adicional para que puedan operar correctamente con estos nuevos barcos» porque este «es el mejor modo de evitar que miles de solicitantes de asilo partan en estos barcos de la muerte». Añadió que, si se consiguen frenar, «será una buena noticia para Italia y para el conjunto de la UE».

Miles de personas vagan errantes por el desierto, entre Argelia y Níger

Cada vez son más los inmigrantes que arriesgan su vida en el desierto entre Argelia y Níger, en donde han quedado embolsados en los últimos meses varios miles de personas en su trayecto hacia Europa, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). «No se debería permitir dejar atrás ni hacer la caminata sin agua ni comida bajo el sol abrasador a los inmigrantes, entre ellos muchas mujeres embarazadas», dijo ayer el director general de la agencia, William Lacy Swing.

De acuerdo con esta organización internacional, desde comienzos de año más de 11.000 personas llegaron a una localidad nigerina próxima a la frontera. «Los inmigrantes cuentan que las autoridades los dejaron a 15 o 20 kilómetros de la frontera y les dijeron que no podían quedarse en Argelia», explicó a DPA el director de la OIM en Níger, Giuseppe Loprete. Algunos tuvieron que recorrer varios kilómetros a pie por el desierto para llegar al pueblo de Assamaka, en Níger. Otros se pierden durante días, gravemente deshidratados y desorientados. Los hay que mueren en el desierto tras perderse o porque sucumben al calor y al agotamiento.

Una posible explicación para la la situación es una desviación de la ruta migratoria. En el pasado la mayoría de inmigrantes africanos llegaban a Europa tras cruzar el Mediterráneo utilizando Libia como punto de partida. Níger es uno de los principales países de tránsito. Pero ahora es más difícil llegar a Libia desde Níger, ya que las autoridades nigerinas controlan más la frontera, explicó Loprete. Es por ello que muchos inmigrantes se desvían hacia Argelia, algo que «posiblemente ha llamado la atención de las autoridades argelinas».

Abandonados a su suerte

Algunos inmigrantes abandonados a su suerte en el desierto se dirigían de Níger a Argelia cuando las autoridades argelinas los expulsaron. Otros regresaron a Níger desde Libia pasando por Argelia. Los inmigrantes proceden sobre todo de Mali, Guinea, Camerún y Costa de Marfil.

La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH) criticó la actuación de Argelia. El arresto y la expulsión de miles de refugiados es «una violación de los derechos internacionales», señaló. Desde 2015, Argelia ha devuelto a sus países de origen a 27.000 personas procedentes de países al sur del Sáhara, según el ministro del Interior, Nouredine Bedoui.

Merkel rebaja las expectativas sobre la cumbre de Bruselad

patricia baelo

Angela Merkel sabe lo que la espera en la cumbre de esta semana en Bruselas. «Como dije, para las siete directivas que conforman el paquete de asilo no habrá una solución de aquí al viernes. La buena noticia es que hay un acuerdo sobre cinco, y se está trabajando en otros dos», reconocía ayer en rueda de prensa junto al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

Consciente de que será imposible doblegar tanto a los países de Visegrado como a Austria e Italia, Merkel está decidida a forjar alianzas bilaterales con sus socios europeos para que se comprometan a acoger a los refugiados que sean expulsados de Alemania. Pero, sobre todo, busca que el sur de Europa selle pactos con los países de origen de la migración en nombre de la UE, similares al que ella firmó con Turquía en marzo de 2016.

Con esas propuestas viajará el jueves y viernes a Bruselas. Para ello, mantuvo ayer un encuentro preparatorio con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien apuesta además por trasladar a los refugiados que sean rescatados en el Mediterráneo a centros situados fuera de la UE. Por el contrario, el líder galo, Emmanuel Macron, y Sánchez, desean que esos centros cerrados se levanten en territorio comunitario.

Ambos mandatarios abogan por buscar una solución común a la crisis migratoria, tendiendo así la mano a Merkel, amenazada por su socio más a la derecha en la gran coalición, la CSU bávara, que exige expulsiones de demandantes de asilo en la frontera. El líder de ese partido y ministro del Interior, Horst Seehofer, le dio de plazo hasta el domingo para alcanzar un acuerdo con sus vecinos que sirva para reducir la cifra de llegadas al país.

Un ultimátum que propició que el tercer socio de Gobierno, el SPD, convocara para ayer por la noche una reunión de crisis entre los jefes de las tres formaciones, con el fin de acercar posturas. Poco antes, algunas voces de la CSU bávara enviaban un mensaje conciliador. «La CDU y la CSU son una alianza del destino» que perdura desde hace 69 años, y así seguirá siendo, afirmó el líder del grupo parlamentario bávaro, Alexander Dobrindt.

El propio Seehofer insistió en que asumir que la coalición se rompería por las diferencias en política migratoria es «ingenuo», aunque dijo no entender que Merkel haya rechazado su plan por lo que tachó de mero «detalle técnico». Un plan que prevé echar a todos aquellos refugiados que entraran al continente por otro país, antes de llegar a Alemania, y que ayer los conservadores bávaros acordaron implementar de forma unilateral si Merkel no logra un consenso en la UE.

Entretanto, muchos hablan de un teatro por parte de una CSU que consideran que terminará cediendo. Independientemente de ello, la imagen de la gran coalición, que apenas lleva cuatro meses en activo y costó otros seis de duras negociaciones, ya ha quedado en entredicho. «Se están peleando con una fuerza desmedida sobre problemas que tienen solución», criticó el presidente, Frank-Walter Steinmeier.