El Papa ve inmoral que Trump separe a las familias migrantes

Agencias ROMA

INTERNACIONAL

El Papa besa a una niña a su llegada a la audiencia general de los miércoles en el Vaticano
El Papa besa a una niña a su llegada a la audiencia general de los miércoles en el Vaticano ALESSANDRO DI MEO | EFE

Francisco cree que esta decisión es contraria a los valores católicos y critica también a Salvini por no dejar desembarcar en Italia a los tripulantes del Aquarius

20 jun 2018 . Actualizado a las 16:39 h.

El Papa ha criticado la política de separación de familias de migrantes que está llevando a cabo en la frontera sur de Estados Unidos por parte del presidente Donald Trump al señalar que las decisiones populistas no son la solución a los problemas de migración en el mundo. Asimismo, ha rechazado la decisión de Italia de no abrir los puertos al Aquarius, que navegaba con 629 migrantes rescatados y que finalmente ha sido acogido por España.

«No es fácil, pero el populismo no es la solución», ha señalado Francisco en una entrevista con la agencia Reuters en la que ha afirmado que apoya las recientes declaraciones de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos que tildó de «inmoral» y «contrarias a los valores católicos» estas medidas.

«Estoy de parte de los obispos. Quiero dejar claro que, en esto, apoyo la posición de la Conferencia Episcopal», ha sentenciado el Pontífice.

El Papa también ha asegurado que los populistas están «creando una psicosis» en el tema de la inmigración, no solo en Estados Unidos sino también en Europa, de la que ha dicho que está viviendo «un gran invierno demográfico» y que necesitaba por tanto más inmigrantes. «Sin inmigración, Europa estaría vacía», ha subrayado.

Asimismo, ha lamentado la decisión del ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, de cerrar los puertos ante la llegada del barco Aquarius que finalmente desembarcó, en una flotilla formada por tres naves con 630 migrantes, en el puerto de Valencia el domingo. «Yo creo que no se puede rechazar a la gente que llega. Hay que recibirlos, acogerlos, ayudarles, cuidarles, acompañarles y luego ver dónde reasentarlos, pero en toda Europa», ha explicado.

«Algunos gobiernos ya están trabajando en ello, y las personas deben ser reasentadas de la mejor manera posible, pero crear psicosis no es la solución», ha agregado. Para el Pontífice «el populismo no resuelve las cosas. Lo que resuelve las cosas es la aceptación, el estudio, la prudencia».

Sanciones a Cuba y cambio climático 

En la entrevista, el Papa se ha mostrado triste ante la decisión de Trump del pasado año de reactivar las sanciones económicas y las restricciones de viaje con Cuba al poner en valor «el paso adelante» que dio su predecesor Barack Obama al restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba.

El Pontífice también ha manifestado que la decisión de Trump de romper el acuerdo alcanzado durante la Cumbre del Clima de París le causó «un poco de dolor porque el futuro de la humanidad está en juego», al tiempo que ha deseado que el jefe de Estado de Estados Unidos reconsidere su posición.

Sobre la relación de la Santa Sede con China y la posibilidad de alcanzar un acuerdo con el país comunista para el nombramiento de obispos, el Papa ha rechazado que se corra el riesgo de vender al Gobierno de China a los católicos que son leales al Vaticano. «Las relaciones diplomáticas están en un buen momento», ha manifestado.

Durante la entrevista, el Pontífice también ha asumido las críticas que algunos cardenales de la Curia Romana han vertido sobre su gestión, pero ha precisado que lo supo a través de los periódicos y no de forma directa. «Es una forma de hacer las cosas, es decir, no eclesial, pero todos cometemos errores -ha destacado-. Tenemos que ser respetuosos y tolerantes».

Sobre el proceso de reformas, ha manifestado que va por buen camino, aunque ha destacado que se debe «trabajar más todavía». Finalmente, ha señalado que el banco del Vaticano, que en el pasado cerró cientos de cuentas sospechosas o inactivas, «ahora funciona bien».

Migrantes detenidos en un centro de McAllen, en Texas
Migrantes detenidos en un centro de McAllen, en Texas U.S. Border Patrol | DPA

May califica de «muy preocupantes» las imágenes de niños enjaulados en la frontera sur de EE. UU.

La primera ministra de Reino Unido, Theresa May, ha reconocido que las imágenes de niños enjaulados en la frontera de Estados Unidos con México son «muy preocupantes» y ha considerado «equivocada» la política de tolerancia cero adoptada con la inmigración por la Administración de Donald Trump.

«No es algo con lo que estemos de acuerdo. No es el enfoque de Reino Unido», ha explicado la premier británica en la Cámara de los Comunes, ante las preguntas de varios diputados que le han planteado cuestiones relativas con la inmigración.

May ha defendido la invitación cursada a Trump para que realice una visita oficial a Reino Unido y ha subrayado que, en calidad de aliado, el Gobierno británico tiene la capacidad de hablar con Estados Unidos. «Cuando no estamos de acuerdo, se lo decimos», ha apostillado.

Unos 2.000 menores de edad han sido separados de sus padres y encerrados en las últimas semanas por la política del Departamento de Seguridad Interior norteamericano de dividir a las familias en la frontera sur. Trump ha justificado esta drástica medida, criticada por la ONU y por ONG defensoras de Derechos Humanos, reclamando la aprobación en el Congreso de una reforma migratoria.

Rechazo unánime a la política migratoria de Trump dentro y fuera de EE. UU.

La política migratoria de Donald Trump y su decisión de abandonar el consejo de Derechos Humanos de la ONU han provocado un rechazo prácticamente unánime dentro y fuera de Estados Unidos y han situado al mandatario en uno de los momentos más complicados desde su llegada a la Casa Blanca, hace año y medio.

Las imágenes de los niños solos y encerrados en recintos, en algunos casos divididos a modo de jaulas, han generado un repudio sin precedentes a la decisión de Trump de separar a los hijos de los padres de inmigrantes indocumentados en la frontera sur, además de provocar una fuerte indignación en la opinión pública mundial.

Las mayores críticas al Gobierno, que reconoció la semana pasada haber separado de sus padres a 2.000 menores de edad que cruzaron de forma irregular la frontera entre el 19 de abril y el 31 de mayo, proceden de la oposición demócrata y grupos de defensa de derechos humanos, pero también de dirigentes republicanos y países vecinos.

Los últimos en rebelarse han sido varios gobernadores, que han cancelado su aportación a la militarización de la frontera con México ordenada por Trump.

Aunque la mayoría son demócratas, como los de Carolina del Norte, Connecticut, Delaware, Pensilvania, Nueva York o Rhode Island, también hay republicanos, como los de Massachusetts, Maryland, Nebraska o Florida, Rick Scott.

Este último instó a Trump a «detener» la separación y pidió información sobre la reapertura de un albergue para estos menores en Homestead, al sur de Miami y donde este martes se impidió la entrada al senador Bill Nelson.

Mientras, el estado de Nueva York anunció que demandará al Gobierno federal por violar los derechos constitucionales de padres e hijos separados en la frontera, de los cuales más de 70 han sido trasladados a la Gran Manzana desde abril pasado.

«Los niños están siendo usados básicamente como moneda de cambio ante el Congreso para obtener lo que la administración quiere», dijo el gobernador del estado, Andrew Cuomo, a la prensa.

También han sido muy críticos destacados dirigentes republicanos, como su líder en el Senado, Mitch McConnell.

«Yo y todos los miembros de la conferencia republicana apoyamos un plan que mantenga unidas a las familias mientras se determina su estatus migratorio», señaló McConnell, que espera un rápido acuerdo con los senadores demócratas sobre una ley que ponga fin a estas rupturas familiares.

Horas antes, Trump había reafirmado su apoyo a la política de «tolerancia cero» y asegurado que los culpables son los demócratas, que pretenden que la inmigración ilegal «infeste» el país.

El Gobierno ha admitido que la separación de los niños de sus familias en la frontera tiene como fin disuadir la inmigración ilegal, una táctica que ya había adelantado hace un año el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, que podría adoptar.

La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) reclamó por su parte que si el Gobierno continúa con las medidas, asegure al menos la reagrupación de las familias separadas.

El pasado fin de semana, el Gobierno permitió el acceso de periodistas al centro de detención de Casa Padre en Bronwsville (Texas), donde comprobaron cómo los niños conviven en un antiguo almacén con habitaciones sin puertas ni techos.

Críticas del exterior

En el extranjero, las mayores críticas proceden de los países de origen de los inmigrantes, como México, El Salvador o Guatemala, cuyo presidente, Jimmy Morales, aseguró este miércoles que la «grandeza y nobleza» de EE. UU. están en juego con una política que ha separado a 2.000 niños, de los cuales 465 son guatemaltecos.

También México plantó cara a Trump al calificar de «inhumana y cruel» la medida, mientras Honduras pidió un cambio ante lo que calificó de situación «alarmante» y dijo que contra quien hay que luchar es contra los «traficantes y tratantes de personas».

En medio de toda esta polémica, EE. UU. anunció el martes su retirada del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, una decisión «decepcionante, pero no sorprendente» para la ONU.

En una rueda de prensa sin preguntas en Washington, la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, justificó la decisión por las posturas de países como China, Venezuela, Cuba o la República Democrática del Congo, que, a su juicio, «no respetan» los derechos humanos.

Esta retirada es el último rechazo de EE. UU. a sus compromisos multilaterales tras abandonar la Unesco, el Acuerdo climático de París y el pacto nuclear con Irán, y aleja cada vez más al país más industrializado del mundo del consenso internacional.