Kim y Trump firman un acuerdo de mínimos sin una hoja de ruta concreta

Sara R. Estella SINGAPUR / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

SAUL LOEB / AFP

A cambio de la desnuclearización, Washington suspenderá las maniobras con Seúl

13 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Si para alguien fue un éxito esta cumbre es sin duda para sus protagonistas. Donald Trump se anotó ayer una victoria en política exterior que sirve para maquillar su convulso paso por el G7 en Canadá. Para Kim Jong-un, la foto histórica que emerge de este encuentro le da una proyección internacional que no tuvieron ni su padre ni su abuelo. Quizás esas eran las expectativas de ambos mandatarios que se fueron satisfechos después de alcanzar un acuerdo de mínimos sin pasos ni fechas concretas para implementarlo.

Puntuales a la cita, Trump y Kim caminaron exactamente el mismo número de pasos antes de darse el primer apretón de manos del día. La imagen pasaba a la historia porque era la primera vez que un presidente de EE.UU. y un dictador de Corea del Norte estaban frente a frente. «Vamos a tener una gran negociación y será un gran éxito. Es un honor para mí y tendremos una excelente relación, no me cabe duda», afirmó Trump.

Toda una declaración de intenciones para un encuentro que acabó con la firma de un comunicado conjunto de cuatro puntos en el que Kim reafirmó su compromiso de «la desnuclearización completa de la península coreana» y Trump le ofreció garantías para la supervivencia de su régimen. Ni se nombró la exigencia de Washington de pedir una desnuclearización completa, verificable e irreversible que tanto habían anunciado.

Lo más concreto son dos concesiones que se supieron cuando la cumbre ya había finalizado. Trump anunció en rueda de prensa que suspenderá las maniobras militares conjuntas que cada año llevan a cabo con Corea del Sur. Unos ejercicios que Piongyang interpreta como un intento de invasión y ante los que cada año reaccionaba con lanzamientos de misiles y subiendo el tono de sus amenazas. El estadounidense argumentó que esas maniobras «cuestan un dineral» y las calificó de «provocación». 

Sembrada la confusión

Ese anuncio sembró la confusión entre sus aliados. Las fuerzas de EE.UU. en Corea del Sur (USFK), de casi 30.000 soldados, emitió de inmediato un comunicado indicando que «no ha recibido instrucciones» sobre una cancelación de las maniobras. Las autoridades de Seúl declararon que estudiarán exactamente qué ha querido decir Trump.

Como concesión a Washington, el acuerdo -en el que no hay mención alguna a los derechos humanos- recoge el compromiso de Piongyang de recuperar los restos unos 6.000 prisioneros de guerra o desaparecidos en combate en la guerra de Corea (1950-1953).

Además, ambos líderes abogaron por «superar las décadas de hostilidades entre los dos países y por la apertura de un nuevo futuro». Sin embargo, no hicieron mención a las duras sanciones internacionales que pesan sobre el régimen norcoreano. En rueda de prensa Trump anunció que seguirán vigentes hasta que se pueda verificar que las intenciones de desnuclearización de Kim Jong-un son sinceras. Para implementar este acuerdo, el secretario de Estado, Mike Pompeo, mantendrá reuniones y nuevas conversaciones con oficiales norcoreanos la próxima semana.

A lo largo del cara a cara de 45 minutos, acompañados solo por sus traductores, se habló también de derechos humanos, según aseguró Trump sin dar más detalles. Ahora «han comenzado las conversaciones que mejorarán las condiciones de vida». Las organizaciones humanitarias calculan que hasta 120.000 personas podrían encontrarse presas por motivos políticos.

Alabanzas a una cita histórica, pero también prudencia

La histórica cumbre entre Trump y Kim dejó reacciones positivas, pero también prudentes. 

Corea del sur

Impulso a la reconciliación. Para el presidente Moon Jae-in, la cumbre acerca un poco más su objetivo avanzar hacia la desnuclearización y una reconciliación definitiva con el Norte. Nada dijo de la promesa de Trump de poner fin a las maniobras militares conjuntas, pero su portavoz pidió aclaraciones. 

China

Todo ventajas. China saludó la cumbre como «el comienzo de una nueva historia». Como aliado de Piongyang y socio comercial, ve alejarse así su temor a la caída del régimen de Kim, que supondría perder un aliado y traería una avalancha de refugiados. 

Rusia

El diablo está en los detalles. «El solo hecho de que esta reunión haya tenido lugar es positivo», celebró el jefe de la diplomacia, Serguéi Lavrov. Pero su segundo apuntó: «El diablo está en los detalles y tenemos que mirar concretamente eso». Rusia busca aumentar la cooperación. 

Japón

Rédito personal. Es «un primer paso hacia una solución integral», según el primer ministro Shinzo Abe. Cuestionado por casos de nepotismo, agradeció que se tratara la cuestión de los japoneses secuestrados por Corea del Norte, en espera de rédito político.

Europa

Sin olvidarse de Irán. «Fue un paso crucial y necesario, señaló la jefa de la diplomacia de la UE, Federica Mogherini, sobre la cita. El pero lo puso la ministra francesa de Relaciones Europeas, Nathalie Loiseau. Lamentó el doble estándar de EE.UU., que castiga a Irán pese a «respetar» el pacto del 2015 y recompensa a Kim Jong-un «que llegó tan lejos como para obtener el arma nuclear y ha incumplido todos los tratados internacionales».

 

EE.UU. dividido: de indudable triunfo a repugnante cordialidad con un cruel dictador

Adriana Rey/Nueva York

La cumbre desató un torrente de reacciones divergentes en EE.UU. Con apelativos que fueron de «indudable triunfo» del presidente a legitimación de una cruel dictadura. El Partido Republicano fue uno de los primeros en felicitar a Trump «por este gran paso». «Comparto su esperanza de que comenzará un proceso que conducirá a una paz histórica», dijo el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell.

Pero no todos los conservadores opinaron lo mismo. El senador republicano John Kennedy pidió «no perder de vista que Kim Jong-un es un carnicero de su propio pueblo». Fue la misma línea que siguió la líder demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, tras recordar «los millones de familias que viven con miedo en Corea del Norte».

El exdirector de la CIA Michael Hayden lamentó que la única novedad de la cumbre hubiesen sido la concesión por parte de EE.UU. sobre «los juegos de guerra» (las maniobras militares) con Corea del Sur, mientras que el ex jefe de personal de la agencia de inteligencia Jeremy Bash definió como «repugnante» haber visto la bandera estadounidense junto a la de un «régimen despótico» de Piongyang. 

En contraste con el G7

Los reproches fueron una constante en los medios. The Washington Post calificó de «espectáculo» un encuentro que ha servido para igualar a un «dictador asesino con un presidente de EE.UU.». «Señor Trump, ¿es de verdad un honor conocer al hombre que mantiene campos de concentración, que periódicamente ataca a nuestro aliado Corea del Sur y cuyo régimen es responsable de la muerte del estadounidense Otto Weimar?», cuestionó el Post tras manifestar que «la insaciable necesidad de protagonismo de Trump, le dio a Kim una victoria histórica». En la misma línea, The New York Times recordó que el norcoreano «es uno de los peores violadores de derechos humanos». NBC News comparó a Piongyang con la Alemania nazi y censuraron los efusivos elogios de Trump hacia Kim, en contraste con los aliados del G7. 

Hasta Fox News, cadena amiga del presidente, mostró su sorpresa por la puesta en escena de la cita. «Es desconcertante ver a Trump estrechando la mano del matón Kim Jong-un», manifestó su analista Brit Hume.