El rechazo al Gobierno técnico aboca a Italia a volver de nuevo a las urnas

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

PAOLO GIANDOTTI | Afp

Liga y Movimiento 5 Estrellas dirigen su ira contra el presidente de la República

29 may 2018 . Actualizado a las 07:54 h.

El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, tenía una baza escondida tras hacer descarrilar con su veto el intento de formar gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga. Se trata de Carlo Cottarelli, un economista que forjó su carrera en el Fondo Monetario Internacional (FMI), partidario de la austeridad y experto en el control del gasto público que ya ha colaborado con anteriores gobiernos en un segundo plano. La solución del gobierno técnico ya había sido anunciada por Mattarella como posibilidad si no se llegaba a un acuerdo entre las fuerzas políticas y, después de más de 80 días, con la bolsa en caída libre y el preocupante aumento de la prima de riesgo, el presidente se ha decidido por un paso que llevará, antes o después, a nuevas elecciones.

Así lo explicó el propio Cottarelli durante una comparecencia en la que anunció la aceptación del encargo para formar un Ejecutivo «neutral», en el que sus ministros, aún por concretar, se comprometerán a no ser candidatos. Primero tendrá que acudir al Parlamento a solicitar la confianza. Si esta se le concede, elaborará la los presupuestos del 2019 tras lo cual, a principios de año, se convocarán elecciones. Si, como seguramente ocurrirá, no obtiene la confianza ya que tanto M5E como Liga y Forza Italia ya han dicho que no lo votarán, el Gobierno dimitirá y las elecciones se celebrarán en septiembre

Estamos, pues, ante un Ejecutivo de transición y de vida corta que tendrá entre sus objetivos s conseguir que Italia recupere la confianza del mundo financiero y la credibilidad en Europa, maltrecha tras los últimos acontecimientos. «El diálogo con Europa en defensa de nuestros intereses es esencial, pero debe tener en cuenta nuestro papel como país fundador de la Unión», explicó Cottarelli para dejar claro el compromiso de Roma con el euro.

La decisión de Mattarella ha provocado una crisis institucional sin precedentes. Tanto Matteo Salvini como Luigi Di Maio han exteriorizado su mal humor. En el M5E la primera reacción fue solicitar el impeachment del presidente aunque luego todo se quedó en la organización de una manifestación de protesta el próximo sábado. Aun teniendo casi el doble de votos, M5E ha ido al rebufo de un Salvini que ha dictado la agenda del acuerdo de gobierno imponiendo su programa y también sus ministros. M5E ha pecado de ingenuo con un Di Maio principiante que en el futuro podría ver su liderazgo cuestionado tras haber perdido esta oportunidad de gobernar. En el Movimiento reconocen en voz baja por ahora que «Salvini nos ha usado para sus fines» .

Muchos son los que acusan al líder de la Liga de provocar la ruptura del acuerdo de gobierno al empecinarse en la defensa de un ministro de Economía eurófobo y no atender otras propuestas porque era consciente de que no se podían sostener económicamente. Unas nuevas elecciones ponen a Salvini en primera línea para ganarlas, con o sin Berlusconi, que había pronosticado que su socio de la Liga haría saltar por los aires el nuevo Gobierno y al que ahora impone condiciones dentro de la coalición. Salvini ha encontrado en Mattarella un objetivo al que dirigir su populismo antieuropeo y culpar del fracaso lavándose así las manos de cualquier responsabilidad.

Un experto en limar gasto bautizado como «Señor Tijeras»

Cuando en el 2013 Enrico Letta asumió la jefatura del Gobierno, se propuso recortar los derroches de la administración y nombró a Carlo Cottarelli comisario extraordinario para la revisión del gasto público, un ambicioso proyecto que acabó poco después de la llegada de Renzi al poder pero que dejó como herencia un voluminoso dosier con sugerencias para recortar 32.000 millones de euros. Cottarelli nunca ocultó la frustración que le produjo la falta de colaboración no solo de los políticos sino, sobre todo, de los burócratas que condenaron al fracaso un trabajo que le había valido el apodo de «Señor Tijeras».

Nacido en Cremona (norte de Italia) hace 62 años, se licenció en Ciencias Económicas y Bancarias en la Universidad de Siena y cursó un máster en Economía en la London School of Economics. Su carrera se ha desarrollado sobre todo dentro del FMI donde ocupó diversos cargos, una trayectoria que solo interrumpió el paréntesis del encargo de Letta. Apreciado por los partidos pese a que en sus análisis siempre criticó los programas que elaboraban por considerarlos inaplicables, está considerado una persona afable y disponible.

Cottarelli se une al grupo de jefes de gobierno no elegidos por los ciudadanos en las urnas como Mario Monti y Matteo Renzi. Las semejanzas con el primero van más allá ya que ambos son economistas y han sido elegidos por el presidente de la República en un momento de crisis en el que Europa ha puesto en entredicho la fiabilidad de Italia.

En su último libro, Los siete pecados capitales de la economía italiana, Cottarelli da varias recetas para solucionar los problemas económicos que arrastra el país, con una enorme deuda pública, la segunda de Europa tras Grecia. Con un primer recorte del gasto público inútil, sostiene, se podría llegar a la reducción de impuestos para ayudar al crecimiento económico al tiempo que se invierte en natalidad y en infraestructuras escolares, se lucha contra la evasión fiscal y se intentan acortar las diferencias entre el Norte y el Sur.

Partidario del euro porque «sería un error salir de él», entiende sin embargo que es responsable de que Italia haya dejado de crecer. «Que Alemania no ha hecho lo necesario para reforzar la UE es un hecho. Berlín está realizando una política demasiado restrictiva a pesar de que tiene una deuda baja. Si fuera más expansiva ayudaría al resto de Europa», declaró hace poco.

Alivio en la UE, que brinda su respaldo a Mattarella

cristina porteiro

La indignación desatada en las filas de los partidos opositores, que denuncian un golpe institucional en el veto del presidente Mattarella al Gobierno eurófobo que se estaba gestando en Italia, contrasta con la sensación de alivio que emana de Bruselas y las principales cancillerías europeas. Cualquier gobierno tecnócrata, por temporal que sea, es mejor que el apocalipsis en los mercados.

«Tengo plena confianza, como todos los italianos, en las instituciones italianas, empezando por la presidencia, que es garantía de la Constitución italiana, maravillosa y muy sólida», sostuvo la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini. La italiana se mostró confiada ante la posibilidad de que su país supere el bloqueo al que lo abocaron las últimas elecciones. «Las instituciones y presidencia de la República demostrarán estar, como siempre, al servicio de los intereses de los italianos que, en cualquier caso, discurren en paralelo a la fortaleza de la UE», indicó antes de justificar la decisión de Mattarella en un incipiente apoyo de los italianos al proyecto europeo.

La labor de conformar un nuevo Ejecutivo estará en manos de uno de los grandes adalides de la austeridad, Carlo Cottarelli, un tecnócrata que hizo carrera en el FMI. Un perfil que despierta rechazo en todas las bancadas del Parlamento italiano. Más allá de los Alpes, sin embargo, su nombramiento ha caído como agua de mayo. El presidente francés, Emmanuel Macron, ensalzó ayer el «coraje» del presidente italiano a la hora de primar la estabilidad en el país por encima de presiones políticas. «Le repito mi amistad y mi apoyo. Tiene una tarea esencial que realizar, la estabilidad institucional y democrática de su país, lo que hace con mucho coraje y un gran espíritu de responsabilidad», sostuvo.

Para el jefe del Elíseo, el futuro de Italia es un asunto europeo. No en vano, los líderes de la UE temen que la situación en el país dinamite las pocas esperanzas que quedaban de avanzar antes del verano en la reforma del asilo, las negociaciones presupuestarias y el futuro de la unión económica y monetaria. Todo quedará en suspenso a un año escaso de las elecciones europeas. «Italia es un socio importante para Francia, un socio histórico, presente y de futuro que respetamos y que necesitamos para los proyectos europeos», admitió Macron.

El ministro de Exteriores belga, Didier Reynders, también resaltó la importancia de estabilizar Italia: «Hay que privilegiar la puesta en marcha de un gobierno estable. Lo ideal sería un gobierno con el que la UE pueda trabajar eficazmente». En el coro de voces no faltó la de la canciller Angela Merkel que, esgrimiendo el antecedente de Alexis Tsipras y Syriza en Grecia, mostró la disposición de Alemania a trabajar con cualquier tipo de gobierno, incluido uno de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, pero con la condición de que respeten los «principios» de la eurozona.