Roman Abramóvich se instala en Israel tras el caso Skripal

RAFAEL M. MAÑUECO MOSCÚ / COLPISA

INTERNACIONAL

ANTHONY ANEX | Efe

El Reino Unido rechazó renovar el visado del dueño del Chelsea

27 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Roman Abramóvich, de origen judío, 51 años y uno de los multimillonarios rusos más conocidos en el mundo por sus excentricidades y resplandeciente glamur, mantuvo siempre una estrecha relación con el presidente Vladimir Putin. Pese a ello, el magnate prefiere vivir fuera de Rusia. Tiene mansiones por todo el planeta, pero Londres ha sido durante mucho tiempo su ciudad predilecta. El destino le lleva ahora a Israel. La prensa hebrea asegura que llegó a Tel Aviv el pasado jueves. Está tramitando el «restablecimiento» de su nacionalidad israelí con la intención de fijar en ese país su nueva residencia.

Abramóvich posee en Tel Aviv una parcela que le costó 21 millones de euros en el selecto barrio de Neve Tzedek y su intención ahora es construirse allí un palacete. Al potentado ruso se le caducó el visado británico el pasado mes de abril y no ha podido prolongarlo hasta la fecha. Por esta causa no pudo estar presente, el pasado 19 de mayo, en la final de la FA Cup entre el equipo del que es propietario, el Chelsea, y el Manchester United. Se perdió presenciar la victoria de los suyos por 1-0.

Resulta que, tras el envenenamiento del exagente Serguéi Skripal y su hija, que provocó una crisis en las relaciones entre Londres y Moscú no superada todavía, la situación para los numerosos empresarios rusos residentes en el Reino Unido se ha complicado. A Abramóvich le exigen que aclare el origen de su fortuna y este parece haber optado por no hacerlo. Sabiendo de antemano que las cosas pintaban mal, el dueño del Chelsea había intentado ya en febrero obtener permiso de residencia en Suiza, pero no lo consiguió. Así que al inefable ricachón ruso le esperan las soleadas playas y paseos marítimos de Tel Aviv y su cielo azul. En Israel, Abramóvich tiene ya intereses y mucho dinero metido en inversiones a través de sus fundaciones, Norma Investments, Ervington Investments y Millhouse, en proyectos de todo tipo, pero especialmente en los sectores de las telecomunicaciones y las altas tecnologías.

Las autoridades israelíes lo elogian también por sus generosas donaciones. El magnate ruso se gastó en enero 25 millones de euros en crear en la Universidad de Tel Aviv un centro con 16 laboratorios para el desarrollo de nanotecnologías e hizo una donación de 17 millones de euros al Centro Médico Sheba para su departamento de investigación radiológica.

La amenaza de las sanciones

Pero Abramóvich figura en el llamado Informe del Kremlin o «lista de Putin», publicada en enero por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Los analistas de Forbes creen que trasladando gran parte de su actividad económica a Israel, cuyas relaciones con Washington son ahora muy buenas, el magnate podría evitar que Estados Unidos le incluya en alguna de las nuevas tandas de sanciones que se avecinan. El oligarca ruso mantuvo relación con Jared Kushner, el yerno del presidente estadounidense, Donald Trump, y con su hija Ivanka. Coincidieron varias veces, lo que ha levantado sospechas y es objeto ahora de investigación en el marco de la trama de la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales del 2016.