El proiraní Hezbolá sale reforzado de las urnas en el Líbano

R. P. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

REUTERS | JAMAL SAIDI

El primer ministro suní, Saad Hariri, es el gran derrotado al perder un tercio de sus escaños

08 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El secretario general de Hezbolá, Hasán Nasralá, proclamó ayer la «victoria moral y política» de su formación en las elecciones parlamentarias del domingo en el Líbano. En un momento decisivo en la lucha de poder entre Irán y Arabia Saudí, los primeros comicios que celebra el país de los cedros en nueve años suponen una contundente «bofetada» al bloque prosaudí del primer ministro Saad Hariri, como apuntaba la web del diario progresista Al Akhbar, y un espaldarazo al partido-milicia chií, aliado inquebrantable de Irán y del sirio Bachar al Asad.

El discurso triunfalista de Nasrala contrastó con el derrotista de su alter ego. Hariri reconoció que su movimiento suní Al Mustaqbal (Futuro) ha perdido un tercio de sus escaños, al obtener 21 frente a los 33 logrados en el 2009. En medio del retraso en la publicación de los resultados, el primer ministro admitió que esperaba formar una coalición mayor en la que hubiera más miembros cristianos y chiíes, dentro de la corriente antisiria y antiiraní de la Alianza del 14 de Marzo (fecha de la revolución de los cedros tras el asesinato de Rafik Hariri, padre del actual líder). El revés se produce seis meses después de la rocambolesca dimisión de Hariri desde Riad, y su posterior marcha atrás y regreso a Beirut.

El reparto sectario del poder en el Líbano implica que ninguna alianza del Parlamento de 128 escaños (64 cristianos y 64 musulmanes) gozará de una mayoría estable. Pero Hezbolá, que según los resultados oficiosos se impuso en casi todas las circunscripciones en las que tenía candidatos, lograría forjar con sus aliados una mayoría estable en el nuevo Legislativo. El nuevo equilibrio de fuerzas parlamentarias deja al partido cristiano del presidente Michel Aoun, que habría obtenido 28 escaños, con el papel de árbitro al que aspira.

Pese a la derrota, Hariri podría repetir como jefe de Gobierno. El sistema político libanés estipula que el primer ministro debe ser un musulmán suní, el presidente del Parlamento un chií y el jefe de Estado un cristiano maronita. «Mi trabajo es lograr un consenso entre los libaneses», señaló el político suní, antes de insistir en la necesidad de «trabajar juntos para construir un país que no sea presa de las diferencias políticas». Asimismo subrayó que el «Líbano es el Gobierno libanés», en reacción a las declaraciones del ministro de Educación israelí, el ultranacionalista Naftali Bennet, que el país de los cedros «es igual» a Hezbolá. La victoria chií refrenda la influencia de Irán en la región, para disgusto de Israel y Arabia Saudí.

Sociedad civil

Una novedad de estos comicios es la entrada de candidatos de la sociedad civil desafiando a la oligarquía política. Un pequeño gran triunfo eran los escaños que le daban la noche electoral a la periodista Paula Yacubian y la escritora Yumana Haddad, dos mujeres que se presentaron bajo el paraguas de la formación independiente y laica Kuluna Watani (Todos por la Patria). Pero ayer, los partidarios de Haddad se concentraban frente al Ministerio de Interior para denunciar fraude. «Primero me anunciaron que ganamos dos escaños y, hoy [por ayer], al despertarnos, nos dijeron que se han perdido urnas y que sola una de nosotros ganó», afirmó Haddad a Efe en la manifestación. Las elecciones estuvieron marcadas por la baja participación que llegó a un 49,2 % pese a la suma de unos 800.000 nuevos votantes de la diáspora.