Los laboristas reprochan a May que no consultara con el Parlamento

rita Á. tudela LONDRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Simon Dawson | DPA

May dio vía libre para que sus tropas se pusieran en marcha de madrugada por «razones de seguridad y operativas»

15 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera ministra británica, Theresa May, decidió atacar Siria mientras los parlamentarios estaban de vacaciones, para evitar así tener que pedir permiso y que su propuesta fuese rechazada, tal y como le sucedió a su predecesor, David Cameron, cuando quiso llevar a cabo una acción militar contra el presidente Bachar Al Asad hace cinco años.

May dio vía libre para que sus tropas se pusieran en marcha de madrugada por «razones de seguridad y operativas». La conservadora respondió así al supuesto uso de armas químicas en Duma, añadiendo que la acción fue «legal y la correcta», en un esfuerzo por detener que el uso de armas químicas «se convierta en la norma».

Desde Downing Street recalcaron que no pretenden en «ningún modo intervenir en una guerra civil ni causar un cambio de régimen», sino que se trata de un ataque coordinado y dirigido para degradar la capacidad del régimen sirio de utilizar armas químicas. Londres alega que Al Asad tiene un largo historial usándolas contra su pueblo del «modo más cruel y aborrecible». 

«Las bombas no traen paz»

Sin embargo, la falta de un consentimiento por parte del público británico despierta el miedo a fuertes protestas en las calles y pone a May en una clara disputa con el partido de la oposición. El líder laborista, Jeremy Corbyn, escribió una carta a la primera ministra en la que definió la acción como «legalmente cuestionable» y la acusó de «verse arrastrada por Donald Trump» para cometer un ataque que podría intensificar el conflicto.

Corbyn pidió una investigación independiente liderada por la ONU sobre el ataque con armas químicas de la semana pasada y alegó que May debería haber buscado la aprobación parlamentaria antes de lanzar la acción. Para el laborista está claro que «las bombas no salvarán vidas ni traerán la paz».

En un intento de defender el ataque, Londres publicó un resumen del asesoramiento legal con tres puntos clave: evidencias convincentes de angustia humanitaria extrema, que no había otra alternativa al uso de la fuerza y que esta fue proporcionada.