Irán es el gran objetivo a derrotar en el tablero sirio

Mikel Ayestarán JERUSALÉN / COLPISA

INTERNACIONAL

11 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Siria se acuesta a la espera de conocer el «alto precio» que Donald Trump aseguró que pagaría el presidente Bachar al Asad por el ataque con armas químicas denunciado por la oposición en Duma. Parece que esta vez ese precio será superior a los 59 misiles Tomahawk que el presidente de EE.UU. ordenó lanzar hace un año contra una base del desierto sirio de la que, según la inteligencia estadounidense, partió el caza que arrojó una bomba con gas sarín contra Jan Seijún y mató a 83 personas, según pudo comprobar la ONU. Ni entonces ni ahora parece que Trump vaya a esperar a una investigación independiente como la que anunció que quiere llevar a cabo en «un corto espacio de tiempo» la OPAQ.

Rusia salvó a Al Asad del ataque de Barack Obama en el 2013 y medió además para que los sirios entregaran su arsenal químico a cambio de librarse de sufrir una operación estadounidense a gran escala. En esta ocasión, Moscú intenta de nuevo librar a su aliado de una operación estadounidense y para ello envió una petición formal a la OPAQ «para investigar las denuncias de uso de armas químicas en la Duma». La decisión está tomada en Washington y parece que Trump, que la semana pasada anunció su intención de retirar a los 2.000 soldados que tiene en Siria, está dispuesto a decir adiós al escenario bélico con una operación que satisfaga a sus aliados regionales: Israel y Arabia Saudí. Esto significaría seguir el camino que abrió el ataque del lunes contra la base aérea T4 del desierto sirio -operación de la que Damasco y Moscú acusan a Israel y en la que murieron al menos siete iraníes- y golpear las posiciones que Irán ha ido consolidando en suelo sirio en siete años.

Economía a la baja

La república islámica es, junto a Rusia, el principal aliado de Bachar al Asad y el gran enemigo a derrotar en el tablero sirio, tal y como israelíes y saudíes repiten cada vez que tienen un micrófono delante. Es el turno de Trump. Y ya antes de que los misiles puedan empezar a caer sobre intereses iraníes en Siria, la economía de la república de los ayatolás está pagando el precio de la incertidumbre creada por el anuncio de que EE.UU. decidirá en mayo si abandona el acuerdo nuclear suscrito entre Teherán y seis potencias. El rial iraní se depreció en el último año más del 30 % respecto al dólar y desde el último domingo su caída en el mercado libre alcanzó el 6 %. Ante esta situación, las casas de cambio dejaron de vender divisas y el Gobierno anunció un tipo unificado. Las autoridades ponen el énfasis en los esfuerzos de «enemigos» como EE.UU. por presentar una imagen inestable del país y prefieren menospreciar el enorme gasto en la guerra de Siria.