El escándalo de Facebook y la primera gran marea negra de los datos, el nuevo petróleo

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez LA VOZ / REDACCIÓN

INTERNACIONAL

Dominic Lipinski | DPA

El exitoso modelo de negocio de la red social explica también el escándalo que la ha hecho tambalearse

22 mar 2018 . Actualizado a las 10:11 h.

El 2018 arrancó con un curioso mensaje del fundador de Facebook. Mark Zuckerberg prometía «arreglar» la red social con más usuarios del planeta. 

Era un aviso a navegantes y a accionistas. Venían tiempos difíciles para un gigante de Internet que se tambalea víctima del éxito de su modelo de negocio: Facebook se enriqueció gracias a la publicidad vinculada al petróleo del siglo XXI, los datos personales de sus 2.000 millones de usuarios; y está en el ojo del huracán por una peculiar marea negra, la causada por el uso de esa información por parte de Cambridge Analytica, una consultora que se vende así: «Usamos datos para cambiar el comportamiento del público».

A este revelador eslogan tal vez convendría ponerle esta apostilla: «¿Y al electorado?». La compañía, cuyo jefe en la sombra es Steve Bannon, exestratega de Trump, tiene una larga trayectoria y ha estado implicada en varios casos polémicos, Por poner solo un ejemplo, conviene recordar que, según el Wall Street Journal, esta compañía contactó con Assange para hablar sobre los correos hackeados a Hillary Clinton. La trama rusa vuelve a salpicar a Facebook. 

¿Están protegidos los usuarios de Facebook?

Cambridge usó perfiles de Facebook para, a través de noticias falsas y anuncios opacos (solo los ve el destinatario) dirigidos a conectar emocionalmente con los votantes, contribuir al triunfo de Trump o al brexit. En el 2015 ya habían usado esos datos para respaldar a Ted Cruz, entonces rival del actual presidente.

¿Cómo los consiguieron? Pues a través de una aplicación que ponía en sus manos la información de los amigos de las 320.000 personas que la descargaron. Eso ha permitido a la red social defenderse y decir que los usuarios dieron su consentimiento implícito, pero ni los mercados ni los Gobiernos han dado por buena esta respuesta. Por un lado consideran que Facebook es responsable. Por el otro, cuestionan su modelo de negocio por explotar económicamente la intimidad.

¿Se puede salir de la red y recuperar los datos?

El escándalo ha causado un terremoto. En Twitter ha triunfado la etiqueta #DeleteFacebook. Y voces relevantes como la de Brian Acton, cofundador de WhatsApp, han pedido a la gente que abandone la red social. Usuarios que se plantean cerrar su cuenta se preguntan si es posible hacerlo y no dejar rastro. La respuesta es afirmativa, pero no es un proceso rápido, puede llevar 90 días.

¿Sobrevivirá la compañía de Mark Zuckerberg?

Hace años que circulan predicciones sobre un hundimiento de Facebook. ¿Puede caer ahora? Hay que valorar que la empresa de Zuckerberg es un monstruo, que cuenta con otros activos globales -WhatsApp e Instagram- y capacidad de influencia política, pero también con formidables enemigos como los grandes medios anglosajones, otros gigantes de la Red y la UE, que hace tiempo que la han puesto en el punto de mira por motivos de competencia y fiscalidad.

El escándalo de Facebook

Nexos entre Cambridge Analytica y las finanzas de los «tories» británicos

El científico ruso que hizo los cuestionarios, Alesandr Kogan, afirma sentirse un «chivo expiatorio»

De la misma forma que en los días de grave tensión entre el Gobierno británico y el de Rusia salieron a relucir los fondos que recibe el Partido Conservador de los oligarcas rusos, el estallido del escándalo de datos que arrastra a Facebook ha dirigido la atención hacia las conexiones entre las finanzas tories y algunos ejecutivos de Cambridge Analytica (CA).

La primera ministra británica, Theresa May, debió asegurar en una sesión de control en el Parlamento que no tiene constancia de ningún contrato en vigor del Ejecutivo con la compañía ni con su matriz, SCL Group. Sin embargo, el ministerio de Defensa admitió que sí colaboró con esta firma entre 2014 y 2015. El ministerio no aportó detalles sobre la naturaleza del contrato, pero aseguró que no se registraron problemas de seguridad durante su relación con SCL, que se define como una empresa especializada en «proveer datos, analíticas y estrategia a gobiernos y organizaciones militares de todo el mundo».

May fue interpelada por el diputado del Partido Nacionalista Escocés (SNP) Ian Blackford, quien aseguró que un directivo de SCL «parece haber donado 700.000 libras (790.000 euros) al Partido Conservador» y que un antiguo tesorero tory es accionista del grupo.

«Creíamos que era normal»

En otro frente de la polémica, el académico ruso de la Universidad de Cambridge, Alexandr Kogan, especializado en cuantificar rasgos psicológicos y en las técnicas para influir en las preferencias de segmentos de población, afirmó ayer que se siente «el chivo expiatorio» en la polémica intercontinental sobre el uso de datos de usuarios de Facebook. Kogan dijo a la BBC: «Creíamos que lo que estábamos haciendo era realmente normal».

La confesión de Christopher Wiley, programador de la compañía, publicada por The New York Times y The Observer, presentaba a Kogan en una posición menos inocente. Según el informante, Kogan se habría ofrecido a CA en el 2014 para desarrollar una aplicación que pescaría datos de usuarios de Facebook cuando dos colegas de la Universidad no llegaron a un acuerdo con la empresa y copiando después sus técnicas.

Kogan ofreció a participantes en la red social una APP que les encuestaba, para ofrecerles como resultado un retrato psicológico personalizado. A cambio, la compañía de Kogan accedió a los perfiles de usuario. Captó información también sobre los «amigos» del usuario en la red. Cuando supervisores de Facebook le preguntaron qué hacia, les contestó que era el trabajo de campo de una investigación científica. Le dejaron hacer. Esos datos dieron viabilidad a la estrategia electoral de Cambridge Analytica y sus nuevos amigos americanos: Steve Bannon y Robert Mercer, pionero en el uso de algoritmos en los mercados de capitales que dedica parte de su fortuna a promover causas conservadoras.

Puesto que las campañas electorales utilizan, como las de cosméticos, bebidas refrescantes o las de moda, técnicas también basadas en datos de diversos censos y registros, no parece haber nada más siniestro en lo que hizo CA que comprar a Kogan todos los datos que había obtenido. Y retenerlos, según Wiley, después de que Facebook cambiase el acceso a perfiles de sus usuarios y exigiera a CA que destruyese los datos que tenía.

El ente supervisor de protección de datos pedirá permiso judicial para registrar los ordenadores de la compañía.