«Va a ganar Putin y no cambiará nada»

leticia álvarez / Colpisa MOSCÚ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Los partidarios de Putin empezaron a celebrar el resultado antes de que abrieran los colegios electorales
Los partidarios de Putin empezaron a celebrar el resultado antes de que abrieran los colegios electorales YURI KOCHETKOV | efe

El presidente ruso teme que una elevada abstención indique desafección popular a su figura

18 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace días que el joven siberiano Bolot votó a 40 grados bajo cero en las elecciones presidenciales rusas. Vive en medio de la tundra, en Yakutia, la región más remota de la Federación Rusa, pero eso no ha sido un inconveniente para él. Los helicópteros han recorrido aldeas y pequeños asentamientos de incluso menos de tres habitantes porque el Gobierno no ha dejado ningún rincón sin peinar. Objetivo: desinflar el fantasma de la baja participación que ha ido cobrando forma a medida que se desarrollaba la campaña, hasta el punto de convertirse en el principal enemigo al que se enfrenta Vladimir Putin, el único rival que puede ensombrecer el cuarto mandato que con toda seguridad echará a rodar hoy.

«No voy a votar porque las elecciones son ilegítimas. Va a ganar Putin y no cambiará nada», declara Eugenia, de 19 años. «No sé a quien votar ni si lo haré. Probablemente vote por Putin o por Sobchak, la famosa presentadora, pero ninguno de los dos lo merece», añade Daria, de 18. Los jóvenes de las grandes ciudades como Moscú, donde la participación bajó en las últimas legislativas, no ven con demasiado entusiasmo el proyecto de Vladimir Putin, quien se presenta como independiente. Incluso después de evitar levantar la bandera de su partido, Rusia Unida, para evitar que lo salpiquen los casos de corrupción.

«No quiero que mi país repita el mismo error. Iré a votar por la libertad. Rusia, como actor internacional, no puede llevar la política que lleva Putin. Es un peligro empezar a hablar de armas nucleares. No necesitamos enemigos», se explica Vladimir, 60 años e ingeniero . Este moscovita tiene hijos viviendo en Europa y no quiere que su país vuelva al ostracismo de los tiempos soviéticos. Repite, como el resto de los entrevistados, un solo pronóstico: seis años más de Putin. «No hay oposición, no hay nada. No entiendo cómo la gente se resigna a votarle», explica.

Alrededor del 60 % de los rusos votarán al hombre que ha encarnado la estrategia del país las dos últimas décadas, según la empresa pública de opinión VCIOM. El prestigioso centro de encuestas Levada no podrá publicar estadísticas de ningún tipo hasta pasadas las elecciones porque, desde el inicio de la guerra de sanciones ente EE.UU. y Rusia, ha pasado a ser considerada como agente extranjero. Ello no impide que los observadores no tengan claro el dibujo.

Para el analista Andréi Kolesnikov, el Kremlin está muy preocupado por los datos de participación que finalmente se produzcan porque pueden transmitir la existencia de desafección. «Solo les preocupa ser queridos por los ciudadanos, como a cualquier élite autocrática. Sin embargo, al final del día ganarán y la baja participación no afectará a la imagen de Putin», explica. A su juicio, el perfil de los votantes favorables a Putin es el de familias acomodadas y de clase media que están instaladas en el aparato burocrático y no quieren perder los privilegios que eso les depara. «Aquí el continuo discurso del enemigo exterior ha calado en la población», sentencia.

Chechenia, región contra la que Putin lideró una guerra brutal, será con seguridad uno de los bastiones de la candidatura ganadora. En las últimas presidenciales del 2012 llegó a tener un apoyo de más del 90 % e incluso se registraron denuncias en algunos colegios electorales donde el número de papeletas superó al de votantes. Se espera un gran apoyo también en las pequeñas regiones donde los salarios son cuatro veces más bajos que en las ciudades. El discurso nacionalista ha calado con fuerza en los territorios más remotos .

«En los inicios del mandato de Putin sus intervenciones apelaban a la economía. A partir del 2012, los temas nacionales y la seguridad de Rusia empiezan a calar en la sociedad de Rusia», explica Fernando Villegas, autor de la tesis Análisis crítico del discurso de Putin. En estos comicios cada decisión se ha tomado a conciencia. El cartel electoral de la Comisión Electoral Central llama a «nuestra elección», en singular. Tampoco en la propaganda política hay espacio para la oposición.

«Votaré por Putin porque a mi edad solo quiero estabilidad. A los otros apenas los conozco. He leído sus propuestas pero no tienen sentido. Yo quiero un país fuerte, siempre lo hemos sido»,, explica Svetlana de 69 años y pensionista. Este es el discurso del presidente en estas elecciones: «una patria unida». Los rusos van a salir a votar en unas elecciones que están marcadas por la falta de oposición y la certeza de que, al cerrar las urnas, seguirán seis años más bajo el mandato de Putin.

Los otros candidatos apenas llegan al 10 % de los votos

Son siete los candidatos que acuden a las elecciones además de Putin, pero apenas representan el 10 % de los votos según las encuestas. Entre los oponentes destaca Sobchack, famosa presentadora e hija del alcalde de San Petersburgo, el mentor de Vladimir Putin. Apodada la Paris Hilton rusa, analistas y críticos la ven como una oposición favorable al Kremlin. Entre el resto de oponentes tan solo dos son conocidos por más de la mitad de los rusos. Vladimir Zhirinovski, un ultranacionalista acostumbrado a perder y lanzar improperios, llegó a llamar prostituta a Sobchack en un debate electoral. Entre sus lindezas está la promesa de lanzar un ataque preventivo contra EE.UU. Pavel Grudinin, director de una exitosa empresa agrícola, es un oligarca candidato del Partido Comunista que ni siquiera está afiliado. Se hizo popular entre los más jóvenes por sus discursos contra la corrupción, pero, sin embargo, resultó tener cuentas en el exterior y propiedades en España.

El Kremlin devuelve la moneda a Londres con contundencia

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ido mucho más allá que la primera ministra británica, Theresa May, y no solo expulsará de Rusia a la misma cantidad de diplomáticos británicos, 23, sino que además bloqueó la reapertura del consulado general de Gran Bretaña en San Petersburgo y cerró totalmente el British Council en Moscú, el equivalente del Instituto Cervantes español.

El Ministerio de Exteriores convocó ayer por la mañana al embajador británico, Laurie Bristow, y le entregó la lista de contramedidas adoptadas. La nota que Bristow se llevó señala que Londres actuó «de forma provocadora» y «acusa a Rusia sin fundamento» del envenenamiento del ex agente Serguéi Skripal y su hija Julia. Finaliza advirtiendo que, «en caso de que la parte británica continúe dando pasos hostiles en relación a Rusia, Moscú se reserva el derecho de adoptar otras medidas de respuesta».

El envenenamiento de Skripal y su hija, del que Londres culpabiliza directamente a Putin, llevó a que el Gobierno británico decidiera esta semana expulsar a 23 diplomáticos rusos y revocar la invitación a visitar Reino Unido al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. El Kremlin sostiene que Rusia no tiene nada que ver con el atentado contra el ex agente y la portavoz de Exteriores, María Zajárova, asegura que el origen del gas Novichok, presuntamente empleado en el envenenamiento, no es Rusia, como habían señalado el científico soviético residente en Estados Unidos, Vil Mirzayánov, y la propia Theresa May, sino Occidente.

Zajárova apuntó en concreto a «Reino Unido, Eslovaquia, la República Checa, Suecia, y puede que Estados Unidos». Según sus palabras, «nunca, ni en territorio de la Unión Soviética, ni tampoco en Rusia, se llevaron a cabo investigaciones que tuvieran como nombre clave Novichok».

El Gobierno británico aceptó con resignación el movimiento de ficha del Kremlin y ayer se privó de ordenar nuevas represalias. La decisión sobre el «próximo paso» se tomará en una reunión a principios de semana del Consejo de Seguridad Nacional, que reúne a los principales ministros con mandos de Inteligencia y de las Fuerzas Armadas. La jefa del Ejecutivo, Theresa May, incluyó además a sus «aliados y socios» en la coordinación de un plan de acción contra Moscú. «Nunca toleraremos una amenaza del Gobierno ruso a la vida de ciudadanos británicos y otras personas en suelo británico», señaló May en el discurso de clausura del congreso de primavera del Partido Conservador. La primera ministra reiteró que «no hay otra conclusión alternativa» que declarar «culpable al Estado ruso del intento de asesinato» del contraespía.