Aldo Moro, bueno y mártir

darío menor ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

Avanza la beatificación del líder de la Democracia Cristiana italiana asesinado hace 40 años

18 mar 2018 . Actualizado a las 16:05 h.

El cruce entre la calle Fani y la calle Stresa es un lugar tranquilo en un barrio acomodado del noroeste de Roma. Hay una señal de stop para regular la circulación y no demasiado tráfico. En esa intersección esperaban a las 9 de la mañana del 16 de marzo de 1978 cuatro miembros de las Brigadas Rojas (BR) a que llegara el automóvil de Aldo Moro y el de su escolta. Habían estudiado sus movimientos y lo consideraban el lugar más seguro para secuestrar al líder de la Democracia Cristiana (DC). Tras acabar con la vida de los cinco agentes disparando más de 90 tiros, los terroristas se llevaron a Moro, al que tuvieron en sus manos durante 55 días, abriendo así uno de los episodios más negros de la historia reciente italiana.

El 9 de mayo aparecía el cuerpo sin vida de Moro en el maletero de un automóvil aparcado en el centro de Roma. Los terroristas habían asesinado al hombre más influyente de la política italiana, primer ministro en dos ocasiones y negociador incansable y capaz de conseguir el apoyo hasta de quien estaba en las antípodas de su ideología, el poderoso Partido Comunista Italiano.

En la calle Fani hay una placa que recuerda los nombres de los tres policías y dos carabineros que perdieron la vida protegiendo a Moro. «Ha sido una carnicería», le contó Valerio Morucci, uno de los terroristas a una de sus compañeras en las BR, Adriana Faranda. El pasado 21 de febrero sobre la base de cemento en que estaba colocada la placa, que había sido retirada para ser restaurada, apareció escrito «Muerte a los guardias». Aunque el grafiti causó indignación entre las fuerzas políticas, para Maria Fida Moro fue una muestra más de que su padre no ha sido olvidado. «Probablemente la escribieran personas nacidas después de su secuestro y asesinato. Reconocían así de forma inconsciente el símbolo que fue. Aunque tal vez resulte difícil de entender, en la familia no lo vivimos como un ultraje», dijo.

Con motivo del 40 aniversario del secuestro los medios italianos han entrevistado a antiguos miembros de las BR como Faranda, que reconocía en La Repubblica que el asesinato de Moro marcó «el inicio del declive» de este grupo terrorista de extrema izquierda. A la primogénita del líder de la DC le resulta nauseabundo ver a los secuestradores y asesinos de su padre en la prensa. «Tener ganas de perdonar no significa renunciar a poner ciertos límites. Hay una gran irresponsabilidad por su parte y también por parte de algunos medios. Lo mejor que podrían hacer es pedir perdón o quedarse callados, no presentarse como supuestos héroes», se queja.

Además de por su cintura política y por su capacidad para negociar con sus rivales, los familiares de Moro lo recuerdan por su profunda religiosidad. «Todos los que lo conocimos de cerca sabemos que era un santo», asegura su primogénita. Para la Iglesia católica no se trata solo de una frase hecha. En 2012 fue declarado siervo de Dios por el cardenal Agostino Vallini, entonces vicario del papa para la diócesis de Roma. Se espera que antes de dos años termine la fase diocesana y el proceso llegue a la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano. El papa podría más tarde beatificarle al reconocer que su muerte se produjo «in odium fidei» (por odio a la fe).

«Canónicamente el proceso está ya preparado. En estos últimos cuatro años hemos recogido cientos de testimonios espontáneos de personas que le conocieron. Hay 65 obispos, 15 cardenales, autoridades políticas e institucionales, familiares de sus escoltas... Hay una clara fama de santidad», asegura el postulador de la causa, Giampaolo Nicola. «Asumo la responsabilidad moral y cristiana de decir que nos encontramos frente a un santo a todos los efectos», aseguró.