El ejército tirotea a una concejal de Río que denunció abusos de la policía militar en las favelas

Miguel Piñeiro Rodríguez
miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Marcelo Sayão | efe

Marielle Franco era una de una de las principales voces de defensa de los derechos humanos en la ciudad. Su asesinato se entiende como una respuesta a su trabajo político

16 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado día 10 Marielle Franco denunciaba públicamente los abusos policiales en la favela carioca de Acarí, en aumento desde la intervención militar que controla la seguridad de Río de Janeiro hace menos de un mes. Tres días después de su denuncia, Franco era tiroteada en su vehículo y moría junto a su conductor. Otra mujer que viajaba en el coche resultó ilesa. El asesinato de la concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), de 38 años, activista por las mujeres negras y defensora de los pobres de las muchas zonas desfavorecidas de Río, conmocionó a la ciudad, donde miles de personas la despidieron en un multitudinario funeral, y a todo el país.

La muerte de Franco traspasa los límites de la violencia urbana que asfixia varios barrios de la capital carioca para poner el foco en la posibilidad de un crimen político. La oficina de la ONU en Brasil expresó su «consternación» por el asesinato de la concejala, «una de las principales voces de defensa de los derechos humanos en la ciudad». «Es demasiado pronto para decirlo, pero obviamente vemos este asesinato como una respuesta a su trabajo político, que es la principal teoría», dijo un fiscal citado por Reuters. La fiscal general de la República, Raquel Dodge, estudia hacerse con el caso.

El último tuit de Marielle denunciaba una de esas habituales muertes de un joven negro de las favelas a manos de la policía militar. Nacida en el más que humilde barrio carioca de Maré, Franco fue elegida concejala en el 2016 siendo la quinta más votada. Su papel dando voz a los marginados, especialmente mujeres negras, le había hecho hueco en la escena local. El tiroteo que causó su muerte deja en mal lugar la intervención militar en Río, una medida excepcional del presidente Temer ante la impotencia del Gobierno estatal de frenar la violencia, que se atribuye al tráfico de drogas.

«Es inaceptable, inadmisible, como todos los demás asesinatos que tienen lugar en Río de Janeiro», dijo Temer. El asesinato trae al primer foco también el problema de las milicias paramilitares que pueblan muchas favelas de Río. El mismo día en que mataban a Franco, nueve personas fueron detenidas por integrar una milicia que extorsionaba a vecinos en la Baixada Fluminense, cinco de ellos agentes de la policía militar y otro ex agente.