La desaparición de Amelia Earhart, ¿un misterio resuelto?

Chris Lefkow AFP

INTERNACIONAL

AFP

Un antropólogo reexamina los huesos encontrados en 1940 y concluye que se asemejan más a los de la aviadora que al 99% de individuos de una amplia muestra referencial

09 mar 2018 . Actualizado a las 20:33 h.

Su desaparición es uno de los grandes misterios de la aviación. Amelia Earhart despegó en mayo de 1937 de California esperando convertirse en la primera mujer en volar alrededor del mundo. Pero no lo logró. Su paradero, investigado durante décadas, fue hasta ahora una gran incógnita. Pero parece que podría estar ya resuelto. Los huesos encontrados en una remota isla del Pacífico Sur, que originalmente se creía que pertenecían a un hombre, pueden ser realmente los de la famosa aviadora, según un nuevo estudio.

Richard Jantz, profesor emérito de Antropología en la Universidad de Tennessee, usó análisis modernos de medición de huesos para determinar que los huesos eran seguramente los de Amelia Earhart, quien desapareció en ese pionero vuelo alrededor del mundo junto a Fred Noonan.  La teoría más fuerte es que Earhart, de 39 años, y Noonan, de 44, se quedaron sin combustible y cayeron con su Lockheed Electra al Océano Pacífico cerca de la remota Isla Howland Island en el último tramo de su aventura. Una de las teorías más populares es que aterrizaron en la inhabitada Gardner Island, ahora conocida como Nikumaroro, parte de la República de Kiribati, donde ella sobrevivió por un tiempo.

En 1940, una expedición británica encontró un esqueleto humano, huesos, parte de la suela de un zapato de mujer y un par de cosas más. Los huesos fueron enviados a Fiji y examinados en 1941 por el doctor David W. Hoodless, profesor de anatomía, que determinó que eran los de un hombre. Luego, los huesos se perdieron. Usando un programa de computadora llamado Fordisc, que estima el sexo, estatura y otros detalles a partir de medidas de esqueletos, Jantz reexaminó siete medidas de huesos hechas por Hoodless y las comparó con las medidas de Earhart basándose en fotos y ropa de ella. Así determinó que los huesos eran seguramente los de la aviadora, pues se asemejan más a los de Earhart que a 99% de individuos de una amplia muestra referencial, según el estudio. «Esto apoya fuertemente la conclusión de que los huesos de Nikumaroro pertenecieron a Amelia Earhart», dijo Jantz. «Los huesos son consistentes con Earhart en todos los aspectos que conocemos o podemos inferir razonablemente». «Hasta que sea presentada evidencia definitiva de que esos restos no eran los de Amelia Earhart, el argumento más convincente es que son los de ella», dijo.

Rompiendo moldes

Ya desde pequeña, Amelia Earhart dio muestras de su inquietud y constante curiosidad. Aburrida de los habituales juegos con los que se distraían las niñas de su edad, Amelia Earhart se situó siempre más cerca de las costumbres que interesaban a los chicos. Escalaba árboles, se deslizaba en trineo, disparaba a las ratas con rifles. Pero, sobre todo, sentía una especial atracción por los logros conseguidos únicamente por el género masculino, terrenos prohibidos en los que entonces las mujeres no tenían todavía ni voz ni voto. Este carácter intrépido llevó a Amelia Earhart a volcarse por completo en la aviación, una profesión dominada en las primeras décadas del siglo XX por los hombres.

Sus primeras clases las recibió de la instructora Anita Neta Snook, otra piloto pionera. Durante esa época, Amelia Earhart adquirió un prototipo del aeroplano Kinner al que bautizó como el Canario y que le costó algún accidente, comunes entonces por la poca fiabilidad de los motores y la lentitud de las naves. Pero no fue hasta 1922 cuando consiguió su primer récord: Amelia Earhart logró volar a 14.000 pies (4267 metros) de altura y un año más tarde se convirtió en la decimosexta mujer en recibir la licencia de piloto de la Federación Aeronáutica Internacional. En 1932, la estadounidense marcó un antes y un después en la historia de la aviación: cruzó el Atlántico sola, desde Terranova hasta Gran Bretaña. Amelia Earhart ya había realizado un vuelo trasatlántico previo, pero como acompañante. El viaje de 1932 fue el primero de una gran serie de aventuras pioneras de Earhart: un vuelo en 1934 a través del Pacífico, desde Hawai a California; el primer viaje solitario de Los Ángeles a Ciudad de México y un intento de dar la vuelta alrededor del mundo que, de haber concluido con éxito, habría elevado a Amelia Earhart al rango de la primera mujer en completar una recorrido mundial y conseguir la mayor distancia posible circunnavegando el globo en su ecuador.

La trascendencia de los logros conseguidos por Amelia Earhart fue tal que su vida, digna de una superproducción de Hollywood, dio el salto a la gran pantalla en el año 2009, con una película protagonizada por Hilary Swank y titulada Amelia.