La corrupción pone en la cuerda floja el futuro político de Netanyahu

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

ABIR SULTAN | Efe

Sus socios de Gobierno cierran filas, pero solo hasta la decisión del fiscal general

15 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Benjamin Netanyahu demostró este miércoles que no dejará el poder sin luchar, pero en Israel se respira la idea de que ha comenzado una silenciosa cuenta atrás para su partida. El primer ministro reiteró este jueves que no piensa dimitir un día después de la recomendación de la Policía a la Fiscalía General para que le impute por soborno, fraude y abuso de confianza, tras una investigación de catorce meses sobre dos casos de corrupción. El Gobierno de coalición defendió este miércoles su presunción de inocencia y cerró filas, pero solo por el momento. Dos socios claves, el ministro de Finanzas, el centrista Moshé Kahlon, y el de Educación, el ultranacionalista Naftali Benet, le dieron su apoyo hasta que el fiscal general, Avichai Mandelblit, decida si lo imputa o no. Además Benet, que no oculta sus deseos de llegar a la jefatura del Gobierno, le afeó que aceptara regalos de multimillonarios.

No obstante, la crisis de Gobierno no es inminente. El fiscal podría tardar meses en tomar una decisión. Hasta siete o más, según los expertos. «Mandelblit, no lo retrases», titulaba el editorial de Haaretz, uno de los diarios que pidió este miércoles en portada la cabeza de Netanyahu.

Poco antes de las declaraciones de sus socios, Netanyahu aseguraba que la coalición es estable y que no tienen intención de adelantar las elecciones. «Seguiremos trabajando por el bien de los ciudadanos de Israel hasta el fin del mandato» en el 2019, afirmó.

Una vez más, el primer ministro cargó contra la investigación (lo lleva haciendo desde que en el 2017 fue interrogado en siete ocasiones) y cuestionó la labor de la policía. El informe «tiene tantos agujeros como un queso suizo», dijo. Netanyahu también atacó al exministro de Finanzas y líder de Yesh Atid, Yair Lapid, que se ha revelado como testigo clave en uno de los casos corrupción, además de ser el candidato con más opciones de derrotar en las urnas al Likud.

No es la primera vez que la Policía recomienda imputar por corrupción a Netanyahu. Ya lo hizo en los años 90 y en el 2000, pero entonces la fiscalía decidió no acusarle. Esta vez los cargos son mucho muy graves. Según el caso 1000, él, su mujer Sara y su hijo Yair, aceptaron regalos (puros, champán y joyas) por valor de un millón de shequels (unos 228.000 euros) del productor de Hollywood Arnon Milchan y del magnate australiano James Packer a cambio de favores. En el caso 2000, la policía sospecha que Netanyahu intentó pactar con el propietario del diario Yediot Aharonot, Arnon Mozes, una cobertura más favorable. Recibir sobornos está penado con hasta diez años de cárcel, y fraude y ruptura de confianza con hasta tres.

«La era de Netanyahu ha terminado ya sea en las urnas o por las investigaciones de corrupción», vaticinó el líder del Partido Laborista, Avi Gabby.