Bruselas da 21 meses al Reino Unido para llevar a cabo la desconexión

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

FRANCOIS LENOIR | Reuters

Londres podrá negociar nuevos acuerdos comerciales durante la prórroga del «brexit»

30 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Un año y dos meses. Es lo que le queda a la primera ministra británica, Theresa May, para arreglar los papeles del divorcio con la Unión Europea. El reloj sigue corriendo y se acerca la fecha de ejecución del brexit (29 de marzo del 2019). Londres se agita porque le falta tiempo y, sobre todo, poder negociador.

May afronta grandes dificultades en casa, con el partido conservador partido en dos. También en el exterior, con Bruselas ansiosa por pisar el acelerador en las negociaciones y el presidente estadounidense Donald Trump tachándola de blanda. La premier se encuentra acorralada y se revuelve para sobrevivir al brexit. Su Gobierno pidió tiempo extra, y la UE se mostró ayer dispuesta a conceder un máximo de 21 meses para hacer el desembarco británico menos traumático.

Eso sí, para acceder a un período transitorio, el Reino Unido deberá someterse a duras condiciones, según consta en las directrices aprobadas ayer por el Consejo. El negociador europeo del brexit, Michel Barnier, volvió a enumerar a su homólogo británico, David Davis, el decálogo de exigencias de los 27. La más obvia, que Londres se resiste a aceptar, es que el Reino Unido deberá seguir aplicando toda la legislación europea aprobada y por aprobar hasta su desconexión definitiva el 31 de diciembre del 2020.

La supervisión de la UE y la jurisdicción del justicia europea también seguirán vigentes en territorio británico. Eso no es todo. «No participarán en el proceso de toma de decisiones de la UE ya que después de la fecha de retirada serán un país tercero», aclaró ayer la presidencia del Consejo. Reino Unido ni siquiera tendrá estatuto de observador: «Solo intervendrá si es invitado», aclaró el galo antes de garantizar que serán consultados sobre asuntos que les afecten frontalmente.

La propuesta provocó la airada reacción de Davis la pasada semana, pero Barnier insiste en que es una cuestión de pura lógica: «Reino Unido seguirá participando en el mercado único y la unión aduanera, por eso tendrá que aplicar todas las reglas. No puede ser a la carta», zanjó. El francés vio venir la jugada maestra de los británicos desde el primer día de negociación, por eso ayer quiso dejar claro que, si quieren 21 meses extra dentro del mercado interior, deberán ceñirse a las reglas de juego de la UE.

La única concesión a los británicos que se desliza en las nuevas directrices negociadoras es la posibilidad de que el Gobierno de May empiece a negociar acuerdos comerciales con terceros países, como Estados Unidos. «Por supuesto que pueden porque hay poco tiempo y se salen de 750 acuerdos internacionales», explicó Barnier. La mala noticia para May es que no podrá ponerlos en práctica durante el período transitorio si no cuenta con el visto bueno de la UE.

Londres no puede cantar victoria. Aunque ya se encuentra en la fase de negociación de dicho período, todavía tiene deberes pendientes de la primera etapa. Los acuerdos en materia de derechos ciudadanos, frontera entre las dos Irlandas y la factura del brexit no se han traducido en un texto legalmente vinculante. «Avances suficientes no quiere decir avance pleno», advirtió Barnier. Sin superar estos dos obstáculos no podrán arrancar en marzo las conversaciones sobre el futuro acuerdo comercial, una «prioridad» para Barnier, quien exige a Davis que aclare las suyas.