La testarudez del magnate pone en jaque a Washington

adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

NICHOLAS KAMM | afp

El entorno de Trump tilda de «misión suicida» su empeño en declarar por el Rusiagate

26 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Dentro de dos o tres semanas, el presidente de EE.UU. podría estar sentado frente a Robert Mueller. La disposición que Donald Trump ha mostrado para declarar frente al fiscal del Rusiagate, asegurando que está «deseando que llegue» y que «lo haría bajo juramento», ha alarmado a los abogados del mandatario que ayer, una vez más, tuvieron que salir al rescate de su cliente. «Está listo para reunirse, pero se guiará por nuestro consejo», advirtió el letrado Ty Cobbb tras avisar en múltiples ocasiones a Trump de que no publique tuits o haga comentarios sobre la investigación de la injerencia rusa sin su consentimiento.

En un intento de que el interrogatorio no se convierta en una trampa para que el neoyorquino cometa perjurio, los abogados negocian ahora los términos en los que se desarrollaría el cara a cara entre Mueller y el presidente.

El fiscal especial quiere preguntar al presidente sobre los despidos del exdirector del FBI, James Comey y del exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn. Voces cercanas al magnate le han aconsejado que no acepte una entrevista con Mueller. Ha sido el caso de Roger Stone, exasesor de Trump durante años, que describió esta posibilidad como «una misión suicida» .

Una «sociedad secreta»

Si se rompen las negociaciones entre el equipo jurídico de la Casa Blanca y la oficina de Mueller conviene recordar que el fiscal especial podría solicitar una citación para que el presidente declarase ante un gran jurado. Una situación bastante más hostil para el mandatario, ya que su testimonio sería bajo juramento y en la sala no podría estar su abogado defensor.

A medida que Robert Mueller se acerca más al presidente, varios conservadores han fantaseado con la existencia de una «sociedad secreta» del FBI, compuesta por un grupo de agentes que quieren derrocar a Trump. Entre quienes sostienen esta nueva teoría de la conspiración está nada menos que el líder del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, David Nunes, o el senador republicano Ron Johnson. «Yo lo escuché. Escuché cómo se hablaba de un grupo de individuos que tenían reuniones secretas fuera de las oficinas del Buró», dijo titubeante Johnson.

La campaña contra el FBI se basa en una serie de mensajes de texto intercambiados entre los agentes Lisa Page y Peter Strzok en los que se evidencian los prejuicios que ambos tenían contra el inquilino de la Casa Blanca. La importancia de los mismos radica en que Strzok trabajaba en aquel momento en la investigación del Rusiagate.