La gran coalición con Merkel parte al socialismo alemán por la mitad

Juan Carlos Barrena BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

KAY NIETFELD | AFP

El SPD se reúne hoy en Bonn para decidir si se sienta a negociar con la canciller

21 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) se había mostrado tan dividido. La formación política más antigua de Alemania, con casi 155 años de historia, atraviesa la peor crisis de las últimas décadas sumida en un duro debate sobre su participación como socio menor en el nuevo ejecutivo de Angela Merkel. La renovación de la gran coalición con la CDU y la CSU bávara, contra la que se ha rebelado un amplio sector del tradicional partido de izquierdas germano, centra el congreso extraordinario del SPD que se celebra hoy en Bonn y al que asistirán más de 600 delegados.

Tras el éxito de los sondeos hace una semana entre las dos principales formaciones alemanas, el SPD debe decidir, no ya si aprueba esa gran coalición, algo que queda para más adelante, sino tan solo si negocia con los conservadores los términos de la misma. Una decisión por tomar que ha abierto de antemano grietas profundas entre las alas del partido, pero también entre generaciones y los distintos estados federados. Tanto el ala izquierda como los «Jusos», las juventudes socialistas, y algunas ejecutivas regionales como la de la ciudad-estado de Berlín, se oponen radicalmente a una reedición de la gran coalición y rechazan incluso sentarse a negociar con CDU/CSU las condiciones para esa posible alianza.

Son las bases del SPD las que ofrecen mayor resistencia, escarmentadas por la experiencia de los dos anteriores pactos de gobierno con los conservadores en la primera y la tercera legislatura de Merkel (2005-2009 y 2013-2017). Ambas experiencias finalizaron con pésimos resultados electorales para los socialdemócratas. En los comicios legislativos del pasado otoño sufrieron incluso el peor descalabro de su historia y solo sumaron un 20,5 % de votos, cinco puntos menos que cuatro años antes.

En medio de la confrontación se encuentra su presidente, Martin Schulz, celebrado con motivo de su nombramiento hace menos de un año como el mesías. Un optimista sin éxito que ha quedado escaldado por las derrotas sufridas por el SPD el pasado año. Tras el fracaso de su formación en los comicios generales, Schulz anunció la misma noche electoral del pasado 24 de septiembre que su partido pasaría a liderar la oposición y en ningún caso negociaría con los conservadores una nueva coalición, una promesa que tuvo que tragarse a finales de noviembre cuando fracasaron las conversaciones entre CDU/CSU, liberales y verdes para una novedosa e inédita alianza de gobierno. Presionado por el presidente federal, Frank Walter Steinmeier, que apeló a su responsabilidad de estado, Schulz se vio obligado a dar marcha atrás y a conducir a su partido a un indeseado nuevo matrimonio con los conservadores.

Desde entonces la presión sobre Schulz no ha hecho sino aumentar, mientras se agrava la situación del SPD. Un partido que, como dicen en Alemania, debe «escoger entre la peste y el cólera»; entre someterse a una nueva coalición a las órdenes de Merkel con el peligro de perecer bajo su abrazo de boa constrictor sin sacar provecho de la estancia en el gobierno o forzar un anticipo electoral bajo el riesgo de caer al vacío, ya que todos los sondeos indican que los socialdemócratas empeorarían notablemente sus resultados de otoño pasado.

En peligro el futuro de Schulz

El SPD se juega hoy el futuro de su cúpula. Un voto en contra de la apertura de las negociaciones con los conservadores supondría el fin de la era Schulz, pero también amenazaría el futuro de otros dirigentes que se han comprometido con esa apuesta como la líder parlamentaria, Andrea Nahles, o su carismática vicepresidenta Malu Dreyer. Los tres han renegado de la «GroKo» y ahora la respaldan ante la falta de otras alternativas para dar un gobierno estable a Alemania, pero también con la vista puesta en Europa. Si no fragua la gran coalición se paraliza el proceso para la refundación de la UE iniciado por presidente francés, Emmanuel Macron, y se comprometen las negociaciones para el «brexit».

Kevin Künhert, el joven enemigo de la gran coalición

La principal amenaza para la gran coalición que aspiran a reeditar Merkel y Schulz tiene corta estatura y cara de niño, pero gran elocuencia y poder de convicción. A sus 28 años, Kevin Kühnert, presidente de las Juventudes Socialistas, los «Jusos», se ha erigido en portavoz de quienes rechazan de plano entre los socialdemócratas la posibilidad de ser nuevamente los socios menores de Merkel en el gobierno. 

«Si seguimos como hasta ahora al final no quedará nada del SPD», advierte una y otra vez Kühnert, quien recuerda que las últimas grandes coaliciones «bajo el yugo de CDU y CSU» solo han reportado a su partido la pérdida masiva de electores. El gobierno con Merkel es, a su juicio, un círculo infernal que impide renovar el partido.

Cuenta con el apoyo de un ejército de 70.000 «Jusos» y el respaldo de una gran parte de las bases de su formación y, aunque es tradición que el líder de las juventudes de guerra a los mayores del SPD, pocos han conseguido como él sacar de sus casillas a los dirigentes veteranos de su formación. En el congreso en Bonn será sin duda una de las voces más esperadas y temidas. No solo por Schulz, sino también por Merkel.

Hijo único de un funcionario de Hacienda y una trabajadora en una oficina de empleo, Kühnert se afilió al SPD con 15 años, es miembro de la asamblea municipal del barrio berlinés de Lichtenrade, estudia Ciencias Políticas a distancia y trabaja en la oficina de una diputada en el Parlamento de Berlín. Su capacidad retórica quedó patente la semana pasada en el congreso regional del SPD en el estado Sajonia Anhalt. Tras un duelo verbal con el ministro de Exteriores y expresidente socialdemócrata, Sigmar Gabriel, los delegados votaron por 52 a 51 contra la gran coalición. El jefe de la diplomacia alemana echaba espuma por la boca.