Túnez reclama un futuro siete años después

Patricia Alonso TÚNEZ /E. LA VOZ

INTERNACIONAL

SOFIENE HAMDAOUI | AFP

El país se prepara para la gran protesta de este domingo en el aniversario de la Primavera Árabe

14 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Túnez calienta motores ante la gran manifestación convocada para este domingo, siete años después de la revuelta popular que acabó con la dictadura de Ben Alí, la chispa que prendió la Primavera Árabe. En la emblemática avenida Burguiba, epicentro de la revolución del 2011, unos diez jóvenes acampaban este sábado como cada día con una pancarta con el lema «No perdonaremos», en protesta por la ley de amnistía a los funcionarios corruptos de la dictadura aprobada en septiembre. Un poco más allá, un grupo de personas cantan y bailan. Vigila el lugar varios coches de policía, pero se mantienen al margen. Un ambiente alejado de los disturbios ocurridos durante la semana en la periferia de la capital y en una decena de ciudades, que han dejado más de 800 detenidos y un muerto.

La del 2011 «fue una revolución en la que el pueblo dijo basta», afirma una de las chicas concentradas en la avenida a la altura del Ministerio del Interior. Otro carga contra la ley de amnistía porque amenaza el «éxito de la revolución y la democracia».

Barras de pan

Desde hace una semana, Túnez afronta una protesta social contra las medidas de austeridad marcada por los mismos lemas de «trabajo, libertad, dignidad» que triunfaron hace siete años. Los manifestantes, convocados por la plataforma Fech Nestannew? (¿A qué estamos esperando?), blandieron en las calles barras de pan, un símbolo presente en las dos insurrecciones que ha vivido Túnez, la de 1984 (la llamada revuelta del pan) contra el presidente Habib Burguiba, y la del 2011, aunque está fue más allá y sumó las ansias de libertad de todo un pueblo.

La amenaza yihadista lastra el turismo, principal fuente de ingresos, y el desempleo es endémico entre los jóvenes. Un día antes de la manifestación, el Gobierno planeaba incrementar los subsidios a las familias pobres para suavizar las medidas de austeridad, según recoge Reuters.

El Ejército está desplegado en los puntos más conflictivos. Los jóvenes de la avenida insisten en que las protestas son pacíficas y que los actos de vandalismo poco tiene que ver con ellas. El Gobierno también ha querido distinguir entre «delincuentes» y «la gente joven que ha perdido la esperanza generada por la revolución». Jóvenes que demandan un futuro en el único país de las primaveras árabes que resiste.