Venezuela: tiempos de hambre, desesperanza y desesperación

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

El 2017 pasará a la historia de Venezuela como uno de los años más negros desde su nacimiento como república independiente. Las perspectivas del que acaba de comenzar, según los analistas no pesebristas, son de lo más pesimista. Todo apunta a que, salvo un milagro, la situación irá a peor. Y todo lo que se le ocurre al inquilino del palacio presidencial de Miraflores y si cohorte es inventar su criptomoneda y amagar con comprar -léase expropiar- el primer banco privado del país.

14 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A las víctimas de la violencia crónica de las últimas décadas, que en 2017 siguió ocupando el segundo puesto en el ránking mundial, se le sumarán este año las del hambre, la falta de medicamentos y las de los naufragios de los balseros que arriesgan sus vidas en las aguas del Caribe, escapando de la crisis rumbo a las islas próximas. Solo la semana pasada murieron cuatro personas en los saqueos a supermercados y otras cinco de una lancha que naufragó cuando intentaba alcanzar las playas de Curazao con 35 personas jóvenes a bordo, entre ellas una mujer embarazada.

La situación económica del país va a peor cada día. Según datos de la consultora Ecoanalítica, el pasado año el PIB se contrajo un 14%. En los últimos cuatro años, bajo el mandato de Maduro, la caída fue de 35 %. La inflación en 2017 fue del 2.735%,  este año podría ser entre 7.000% y 35.000%.

A pesar de seis aumentos del salario mínimo en 2017, los casi 800.000 bolívares con los que se tienen que arreglar millones de familias venezolanas representan en términos reales 5,8 dólares al mes, 19 centavos de dólar diarios. El primero de enero del año pasado en el mercado paralelo -el oficial no es asequible a la gran mayoría de los ciudadanos- un dólar costaba 3.164 bolívares. Un año más tarde ya se cotizaba a 111.413 bolívares fuertes -o lo que es lo mismo 111.413.000 de los normales de hace diez años. El pasado sábado, 13 de este mismo mes ya costaba 178.546 bolívares fuertes y por un euro había que desembolsar 216.723 unidades de la moneda nacional

Los orígenes del problema

Las raíces de este monumental despropósito económico radican en el control de cambio que implantó hace 15 años el difunto comandante. Desde entonces el gobierno monopoliza las divisas. La mayor parte de las mismas -ingentes cantidades en los años de vacas gordas- han ido a parar a manos de unos pocos, casi regaladas. En teoría para importar productos básicos, una buena parte de los cuales ni se han distribuido y se han podrido en los contenedores almacenados en los puertos, ya que las divisas obtenidas para comprarlos era más rentable venderlas en el mercado negro.

Cuando bajó drásticamente el chorro del grifo de los petrodólares, el negocio de las divisas subsidiadas quedó en manos de unos pocos -la mayoría uniformados de verde oliva- a los que Maduro encomendó el reparto domiciliario de las bolsas de comida llamadas Clap, teóricamente entre los más necesitados, oficialmente unos seis millones de familias en todo el país. Para tener derecho a ellas se requiere el carné de la patria que hay que mostrar antes de entrar a votar.

Saqueos

Ahora parece que ya no quedan divisas ni para los Clap y se desató una ola de saqueos, sobre todo en el interior del país. Según los testimonios que recogen distintos medios, las cuatro muertes y 10 heridos que se registraron el pasado jueves en el estado Mérida, fueron por disparos de bala desde vehículos en marcha y no eran personas que participasen directamente en los saqueos.

El pasado jueves, en ese mismo estado, según  denunció el diputado opositor venezolano Carlos Paparoni, un grupo de personas irrumpió en el pasado  en una hacienda en la localidad de Palmarito, mataron unas 300 reses con piedras y machetes y se llevaron la carne, según denunció el diputado opositor venezolano Carlos Paparoni, La denuncia  efectuada en Twitter fue acompañada de una fotografía que muestra a un joven con un pedazo de res a cuestas y un vídeo en el que se observa a una veintena de hombres atacar con piedras y machetes a una vaca.

Balseros

Si en otros tiempos eran los cubanos los que se la jugaban en todo tipo de artilugios flotantes para llegar a las costas de Florida en busca de mejor vida, ahora son los venezolanos los que tratan de llegar a las cercanas islas de las Antillas Holandesas -Aruba, Curazao y Bonaire- escapando del hambre.

La pasada semana la perdieron cinco de los 35 tripulantes de una frágil lancha en la que habitualmente meten 45 personas cobrando 100 dólares por puesto. De los 30 que lograron llegar con vida a las playas de Curazao, dos ya fueron detenidos allí mismo por la policía y el resto, días más tarde, tras una intensa batida policial por el resto de la isla.

No son los primeros ni serán los últimos. Según estimaciones recientes de la primera ministra de Aruba, recogidas por el digital elestimulo.com, de los 100.000 habitantes de esta isla, 12.000 son venezolanos en situación irregular. En Bonaire puede haber 5.000 en la misma situación y en Curazao unos 20.000.

Según testimonios recogidos por la misma publicación, estas islas turísticas se han convertido en un destino recurrente de jóvenes de familias humildes del estado venezolano de Falcón para conseguir las divisas que les permitan salir definitivamente de Venezuela, ya que lo que pueden mandar mensualmente a sus familias equivale al sueldo de dos o tres años de trabajo en su país de origen.

Mientas esto ocurre, los políticos venezolanos, con el español Rodríguez Zapatero como maestro de ceremonias, siguen compadreando en la República Dominicana, en un supuesto diálogo en el que el gobierno de Maduro está logrando lo que realmente le interesa: ganar tiempo y legitimidad.

Y en Caracas, Maduro trata de vender una supuesta criptomoneda en la que algunos observadores ven un intento desesperado de conseguir liquidez en divisas reales, atrayendo las ganancias de la delincuencia organizada internacional. Su alter ego, Diosdado Cabello, amaga con comprar Banesco, el primer banco del país, que no está en venta según la replicó su fundador, presidente y principal accionista, Juan Carlos Escotet. La alternativa sería la expropiación, para hundirlo, como hicieron con la mayor parte de las empresas nacionalizadas en las dos últimas décadas.

Con este panorama, si no ocurre el milagro, el año del XX aniversario de la robolución puede más trágico todavía....Y si llegan a las presidenciales de diciembre, entonces los venezolanos que sigan en el país van a tener madurismo para rato.