Trump intenta esquivar la tormenta por decir que hay países «de mierda»

Adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

JOSHUA ROBERTS | reuters

Se filtra su desprecio a haitianos y africanos y afirma que solo les llamó «afligidos»

13 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Señor presidente ¿Es usted racista?», gritaban ayer los periodistas mientras Donald Trump firmaba la declaración del Día de Martin Luther King en el despacho oval. Una paradoja si se tiene en cuenta la realidad que vive Estados Unidos desde que el magnate se mudó a la Casa Blanca. Día a día los estadounidenses tienen que lidiar con la vulgaridad de su mandatario. La última sucedió el jueves durante una reunión con republicanos y demócratas sobre inmigración, en la avenida Pensilvania. Según The Washington Post, Trump preguntó «¿por qué recibimos a gente de países que son agujeros de mierda [shithole countries]?», en referencia a los inmigrantes de Haití, El Salvador y África acogidos en EE.UU. bajo la protección migratoria especial (TPS).

Sus declaraciones provocaron una tormenta diplomática. «No hay otra manera para describirlo que racista», dijo el portavoz del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Rupert Colville. Sin tener el desmentido oficial de la Casa Blanca y tras el revuelo creado, Trump se sirvió de Twitter para defenderse: «Nunca dije nada despectivo sobre haitianos más allá de que es un país pobre y afligido», explicó ayer. Y culpó a los demócratas de haberse inventado la expresión «agujeros de mierda». Sin embargo, varios de los presentes lo negaron. Uno de ellos, el senador demócrata Dick Durbin dijo: «No fue solo una vez, lo dijo de manera reiterada».

Las condenas más severas, sin embargo, llegaron desde los países aludidos. La Unión Africana y los Gobiernos de Haití y El Salvador exigieron al unísono «respeto», y tacharon las palabras de Trump como «racistas y vergonzosas». Pero también de «sorprendentes dado que muchos africanos llegaron a EE.UU. como esclavos». «Los salvadoreños trabajaron en la reconstrucción del Pentágono tras los atentados del 2001 y ayudaron a Nueva Orleans tras el huracán Katrina», recordó el canciller del país centroamericano, Hugo Martínez. Tras el aluvión de críticas, las distintas misiones diplomáticas estadounidenses se vieron obligadas a reiterar su «respeto y compromiso».

Insultos «elitistas»

La indignación se apoderó también del Partido Republicano. Una de las más contundentes en su rechazo fue Mia Love, representante por Utah y la primera mujer afroamericana elegida en el Congreso, cuyos padres huyeron de Haití. «EE.UU. fue construido sobre la espalda de los inmigrantes de todo el mundo. Debemos honrarles, no rechazarles», manifestó tras definir los insultos como «divisivos y elitistas». El exjefe de la CIA Michael Hayden, por su parte, advirtió que «todos deberíamos estar un poco asustados» tras estas declaraciones.

En contraposición, el hombre más rico del mundo, fundador de Amazon y uno de los enemigos declarados del presidente, Jeff Bezos, anunció una donación de 33 millones de dólares para financiar la universidad de miles de indocumentados que llegaron de niños a EE.UU. -conocidos como dreamers-, convertidos ahora en moneda de cambio para aprobar leyes que endurezcan la legislación migratoria.

El presidente se escuda en Obama para ahorrarse un mal trago en Londres

«Donald Trump ha captado el mensaje». Con estas palabras el alcalde de Londres, Sadiq Khan, se refirió a la decisión del magnate de no viajar a Londres, donde tenía previsto inaugurar la nueva embajada de Estados Unidos en la capital británica. La decisión tomada por Trump se debe, según indicó ayer, a su disconformidad con la Administración Obama al haber vendido la actual legación por «cacahuetes» para construir otra que ronda los 1.000 millones de euros. «Querían que cortase la cinta-NO», publicó ayer obstinado. No obstante, Trump olvidó un pequeño detalle: que el cierre de la operación fue bajo la administración George W. Bush en octubre del 2008, cuando se decidió cambiar del céntrico barrio de Mayfair a Nine Elms, en el sureste de la capital del Támesis. Entre las razones del traslado se mencionaron entonces la seguridad y aspectos medioambientales.

Tras las críticas del neoyorquino, el embajador de los Estados Unidos, Robert Johnson, intentó defender la localización de la nueva embajada. Puntualizó que no es solo más grande, si no que además es mejor y es capaz de enfrentarse a los complejos desafíos del siglo XXI. «Es la embajada más segura, de alta tecnología y más respetuosa con el medio ambiente que jamás haya construido EE.UU.», comentó.

Idas y venidas

Las idas y venidas de Trump con la capital británica vienen de lejos. Hace un año, May invitó a Trump a una visita de Estado tras hacer ella lo propio en Washington. Pero las masivas protestas de activistas truncaron la visita del presidente estadounidense al Parlamento británico. Londres esperó en aquel momento que Trump hiciera una breve «visita de trabajo», mucho menos formal, para participar en la inauguración de la embajada y mantener reuniones con la premier. Pero de momento, lo único que recuerda al magnate es la figura de cera que el Madame Tussauds colocó ayer delante de la embajada que no tiene previsto inaugurar. Este horizonte no gusta nada al ministro de Exteriores, Boris Johnson, que criticó la actitud del alcalde londinense y la del líder laborista, Jeremy Corbyn: «EE.UU. es el mayor inversor en Reino Unido y, sin embargo, Khan y Corbyn parecen estar decididos a poner en peligro esta relación crucial».