Un juez ordena a Trump reactivar la protección de los 70.000 «dreamers»

Adriana rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

YURI GRIPAS | reuters

El magnate se enroca en otra batalla contra la Justicia al acusar al sistema de «injusto»

11 ene 2018 . Actualizado a las 07:48 h.

Donald Trump volvió a arremeter ayer contra la Justicia del país después que un juez federal ordenase la reactivación del plan migratorio de Acción Diferida para Llegados a la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que, desde que Obama lo instauró en el 2012, protege a los más de 700.000 niños que llegaron indocumentados a Estados Unidos, los conocidos como dreamers (soñadores). «Demuestra lo roto e injusto que es nuestro sistema judicial cuando el lado opositor siempre corre al Noveno Circuito [Tribunal de Apelaciones] y casi siempre gana antes de que lo reviertan tribunales superiores», criticó Donald Trump en su cuenta de Twitter. Expresó así su desacuerdo con el fallo judicial que califica de «caprichosa y arbitraria» la cancelación por parte del Gobierno del programa el pasado septiembre. La decisión, además, echa por tierra la moneda de cambio que eran los dreamers para Trump: estaba dispuesto a buscar una solución legislativa como contrapartida a conseguir financiación para el muro en la frontera con México.

El magnate impulsó ayer una nueva batalla en su guerra contra los jueces. El enfrentamiento entre la rama ejecutiva y judicial arrancó en febrero, cuando el Noveno Circuito de Apelaciones de San Francisco reafirmó el bloqueo de la orden ejecutiva sobre inmigración, que decretaba el veto temporal a la entrada de inmigrantes de siete países de mayoría musulmana, pero también de los refugiados de cualquier país. «¡Nos vemos en los tribunales!», retó entonces Trump en la red social. Sus continuos insultos abrieron un debate sobre la independencia que debe de tener el sistema judicial en un orden democrático. «Es una falta de respeto a la Constitución», entonaron al unísono demócratas y republicanos, después de que el presidente se refiriese al juez federal, James Robart, como «este supuesto juez».

Un paso insuficiente

La reacción de los dreamers al fallo judicial nada tuvo que ver con el la de Trump, aunque prefirieron ser cautos en su celebració. «Es un buen paso pero necesitamos una legislación que regularice nuestro futuro», pidió la portavoz de la Organización United We Dream , Sheridan Aguirre tras instar a los demócratas a que ejerzan presión a la hora de negociar.

La caída de Bannon, un revulsivo que puede unir al bando republicano

Joshua Roberts | reuters

A. r.

La guerra civil conservadora llegó el pasado martes a un punto de inflexión con la expulsión del exestratega jefe de Trump, Steve Bannon, del portal de noticias ultraderechista Breitbart News, del que era director. En las últimas horas, los medios estadounidenses han reflexionado sobre cómo este golpe de gracia supone un acercamiento entre el seno del Partido Republicano y un Trump mucho más tradicional de lo que algunos analistas esperaban, al dejar de lado a algunos incómodos versos sueltos.

Muchos ya ven en este posicionamiento una oportunidad para acabar con el contencioso interno lanzado en las elecciones del 2016, y así unir filas entre los grupos de «Never Trump», los conocidos como anti-establishment, y sus más afines. De ser así, el camino hacia la renovación del Congreso en noviembre sería mucho menos tortuoso y la agenda legislativa de los republicanos tendría menos obstáculos, con los que el magnate sigue teniendo que lidiar. 

Trump gana el pulso

El hombre que fue descrito como «el arquitecto de la presidencia» y «el poder en la sombra», cayó definitivamente y Trump ganó el pulso. El neoyorquino nunca olvida un desplante y se lo hizo saber a medida que Bannon avanzaba en su lucha contra todo y contra todos. Ocurrió cuando fue apartado del Consejo de Seguridad Nacional y meses más tarde tras su guerra abierta contra Jared Kushner, marido de la hija predilecta del magnate. El ultraderechista no aprendió la lección y recientemente aportó algunas de las confesiones más explosivas del polémico libro de Michael Wolff, Fire and Fury, que le valieron el apodo de Sloppy Steve (chapucero Steve) por parte del neoyorquino, además del abandono de sus afines. Firmó entonces su sentencia de muerte. «El intento de Bannon de hacer de la Casa Blanca un campo de batalla fue muy dañino para el futuro del Partido Republicano. Si Bannon ayudó a entonar el grito de guerra que condujo a Trump a la victoria electoral, no entendió que para todo hay un momento, también para los tiempos de paz», apuntó la analista política Carrie Sheffield en la CNN.