La crisis política abierta en Alemania frena la reforma de la eurozona

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

JULIEN WARNAND

Merkel y Macron acuerdan elaborar un plan conjunto para el mes de marzo

16 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Dónde quedaron las promesas de una auténtica unión económica y monetaria? Han pasado casi ocho años desde que la crisis financiera puso al euro al borde de su defunción. Todos los resortes articulados en los Tratados saltaron por los aires con los rescates de Irlanda, Portugal, Grecia y España, dejando al desnudo las insuficiencias de una eurozona fragmentada diseñada para el trueque, pero alérgica a mutualizar los riesgos. Junto a los reproches y la estigmatización a los países del sur también llegaron las críticas a la arquitectura del euro que sigue incompleta.

El debate se reabrió ayer durante la última cumbre europea del año a la que acudieron los Veintisiete líderes de la UE, sin la británica Theresa May. No se pudo avanzar mucho en las conversaciones. No solo por la resistencia de los halcones del euro, también por la resistencia de la canciller alemana, Angela Merkel, a cerrar compromisos en plena negociación para formar Gobierno.

¿Cómo se reformará la unión económica y monetaria (UEM)?

Hay diferentes visiones y dos especialmente contrapuestas. Países como España, Francia, Italia, Portugal, Grecia y Bélgica defienden la necesidad de una mayor convergencia e integración para hacer a la eurozona más resistente. Sobre el papel, el presidente Emmanuel Macron exige tres cosas: un ministro de la eurozona a tiempo completo, un presupuesto común y eurobonos. Se han utilizado múltiples eufemismos para poder hablar de la unión de transferencias, pero la naturaleza de las demandas no cambian. Lo sabe bien Mariano Rajoy, quien ayer recordó a los socios más escépticos que «no es posible una UEM sin una unión fiscal». España cree que es posible llegar a un «entendimientos» en el 2018 para culminar la unión bancaria, disponer de una garantía de depósitos y convertir el actual Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) en una especie de Fondo Monetario Europeo.

¿Qué plazos plantean los líderes europeos?

Merkel y Macron aseguraron en rueda de prensa que el primer plan conjunto llegará en el mes de marzo. Para la hoja de ruta habrá que esperar hasta junio. «Hablé con el presidente francés y acordamos que en marzo tenemos que tener una posición común sobre esto, queremos tener convergencia en nuestras posiciones», aseguró la alemana. «Las pugnas entre Alemania y Francia... Al principio hay diferencias, pero al final hay un terreno común (...) Donde hay voluntad hay un camino», aseguró la canciller alemana.

¿Podrán acercar posturas Merkel y Macron?

«No solo lo pienso, lo quiero», insistió Macron. No será nada fácil llegar a la cumbre del euro del mes de marzo con los deberes hechos si no es restando ambición al plan de reformas. Merkel no lo tiene nada fácil. Para empezar ha pedido una prórroga a la espera de poder formar una coalición de Gobierno. Del color de ese nuevo Ejecutivo puede depender el apetito reformador de Berlín. Tampoco hay que olvidar la férrea oposición de algunos halcones como Holanda y Finlandia a la crear una Unión de transferencias hasta que los países del sur pongan «orden en su casa», como aseguró ayer el primer ministro holandés, Mark Rutte. «Cada país miembro debe llevar a cabo sus compromisos e implementar las reformas cuando se requieren», insistió. La misma cantinela que repiten los norteños desde el 2012. Desde entonces, el sur ha tratado de poner sus cuentas en orden con severos ajuste que, en algunos casos, todavía no han sido suficientes. Rajoy lo reconocía ayer: «Para llegar a esa fase será necesario que todos los países cumplan sus deberes, disciplina fiscal y reformas estructurales», recordó.

Gibraltar se convierte en la piedra en el zapato de May

El Reino Unido ya tiene los dos pies en la segunda fase de negociaciones del brexit. A la primera ministra británica, Theresa May, le queda por delante la difícil tarea de sostener a su frágil Gobierno al tiempo que avanza posiciones hacia un acuerdo en torno a la prórroga de dos años que solicitó para tener un aterrizaje suave fuera del club comunitario en marzo del 2019 y sobre la futura relación comercial que mantendrán con los Veintisiete.

La labor «sigue siendo realista y dramáticamente difícil», aseguró ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras constatar de forma oficial los progresos «suficientes» del Reino Unido. La Unión Europea es unánime: lo peor está por llegar. «Ahora nos queda el trabajo más duro por delante», advirtió la canciller alemana, Angela Merkel, tras la reunión en Bruselas. Y en ese tortuoso camino hacia el acuerdo de divorcio la disputa por Gibraltar emerge como la principal piedra en el zapato de May.

«Hemos acordado que cualquier acuerdo futuro entre la UE y el Reino Unido que se aplique en Gibraltar necesita el acuerdo de España. Hemos pedido que eso también se aplique al período transitorio, no solo a la relación futura», aseguró Mariano Rajoy al término de la cumbre.

El presidente del Gobierno no ha dado pistas de cuáles son sus planes sobre la aplicación o no a Gibraltar de los acuerdos futuros, solo apunto que el objetivo prioritario es dar certidumbre y seguridad a los ciudadanos y a los agentes económicos.

May se marchó de Bruselas satisfecha de pasar a la segunda fase de las negociaciones para el divorcio, pese a las dificultades. «Hoy se da un importante paso para conseguir un brexit tranquilo y ordenado y para forjar nuestra futura relación especial y profunda», tuiteó .