«Quiero hacerles sentir una nube de un cuarto de millón de almas»

Ana Abelenda Vázquez
ana abelenda REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Lise Aserud | Efe

Una superviviente de Hiroshima recogió ayer el Nobel de la Paz

11 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Campaña Internacional por la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) recibió ayer en Oslo el Nobel de la Paz, en plena escalada de tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos.

En un acto en la alcaldía de la capital noruega, en presencia de los reyes Harald y Sonia de Noruega y los príncipes Haakon y Mette-Marit, y que acusó la ausencia anunciada de los embajadores de EE.UU., el Reino Unido y Francia, el premio fue recogido por Setsuko Thurlow, superviviente de la bomba atómica de Hiroshima, y por la secretaria general de la ICAN, Beatrice Fihn, que tachó de locura «permitir que las armas nos dominen». «¿Será el fin de las armas nucleares o será nuestro propio fin?», planteó Fihn, portavoz de las 468 asociaciones internacionales y oenegés contra las nucleares que integra la ICAN.

El drama de Hiroshima reabrió heridas en la entrega de los Nobel. Y conmovió a los asistentes a través de las palabras de Thurlow, una mujer de 85 años con memoria del horror que llamó a no que no se repita «el mal absoluto». En el acto sonó un piano que, como ella, sobrevivió a la bomba lanzada por EE.UU. aquel 6 de agosto de 1945, el pequeño Yamaha hallado entre las ruinas.

«Hoy quiero hacerles sentir la presencia de quienes perecieron en Hiroshima y Nagasaki, quiero hacerles sentir una nube de un cuarto de millón de almas. Cada persona tenía un nombre, cada persona era amada por alguien. Asegurémonos de que sus muertes no fueron en vano», instó Setsuko Thurlow. Tenía solo 13 años y perdió a ocho familiares y 350 compañeras en la tragedia. 

Amenaza de guerra

Este 2017, la entrega del Nobel se produce en un contexto de máxima tensión en Corea del Norte. En los últimos meses, Piongyang ha multiplicado sus ensayos nucleares y disparos de misiles, ha acusado a EE.UU. de chantaje nuclear y le ha advertido que consideraría su bloqueo naval una amenaza directa de guerra.

«La manera racional de proceder es dejar de vivir en condiciones en que nuestra destrucción solo depende de que alguien pierda los estribos», subrayó ayer la premiada Beatrice Fihn, que urgió a potencias como EE.UU., Reino Unido y Francia, ausentes en señal de protesta, a contribuir ya a poner fin a la amenaza nuclear y firmar el tratado que aprobó la ONU en julio para prohibir el uso de estas armas.

El Gobierno de Bangladés aprovechó el Día de los Derechos Humanos para hacer un llamamiento a la comunidad internacional ante la crisis de refugiados rohinyás, comunidad marcada por la violencia en Birmania sobre la que ayer se centró de forma singular la mirada del Nobel.