José Manuel Piñero: «Un submarino está diseñado para no ser encontrado»

lucía vidal REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Lucía Vidal / Emilio J. Cerviño

Profesor en la Escuela Naval de Marín, afirma que, a partir de 300 metros, el rescate es imposible

10 dic 2017 . Actualizado a las 14:11 h.

Más de tres semanas después, el misterio sigue rodeando la desaparición del submarino de la Armada argentina. Las últimas noticias hablan de hasta ocho llamadas satelitales previas a la supuesta explosión registrada en el barco. ¿Qué pudo haber ocurrido? ¿Dónde está el San Juan? El teniente de navío, José Manuel Piñero Álvarez, es un vigués experto en submarinos que imparte clases en la Escuela Naval de Marín.

La nueva misión de José Manuel Piñero es instruir a los alumnos que ingresaron en la Escuela Naval de Marín el pasado mes de agosto. Una labor gratificante pero muy distinta a la desarrollada a lo largo de los últimos siete años, primero a bordo del submarino Tramontana, como oficial de navegación. Después en el Mistral, como jefe de operaciones. Operativos antiterroristas, tráficos ilícitos o apoyo a los inmigrantes que huyen de Libia hacia Italia. En su despacho nos enseña las fotografías de sus últimos destinos. En el muelle posa delante de las lanchas que utilizan en la Escuela para adiestrar a los futuros militares.

-¿Por qué está siendo tan difícil encontrar el Ara San Juan?

- Es una máquina diseñada para pasar desapercibida, para no ser encontrada. Debajo del agua la búsqueda es mucho más complicada. En la superficie hay radares que bajo el agua no sirven para nada y el funcionamiento de los sónares depende de la temperatura, la salinidad, la presión del agua, el tipo de fondo...

-¿En qué pistas o indicios se basa la búsqueda?

- Con fecha y posición del último reporte y calculando la velocidad a la que iba, pueden establecer un área de probabilidad pero puede ser que los sónares detecten algo metálico en el fondo y que al final sea un contenedor caído al mar debido a un temporal hace diez años o que simplemente se trate de una lavadora arrojada desde la cubierta de un buque. Cualquier objeto no cartografiado como tal puede dar lugar a falsas pistas o indicaciones, como ha pasado hasta ahora»

-La pregunta que todo el mundo se hace: ¿qué pudo pasar?

- Las baterías desprenden gases tóxicos por lo que una explosión en esa zona, tratándose de un espacio confinado como es un submarino, puede convertirse en cuestión de minutos en un verdadero infierno. Pero el último mensaje que enviaron no reportaba especial gravedad en la incidencia así que tuvo que haber ocurrido algo más. La amenaza más grande para un submarino es una entrada incontrolada de agua.

-¿Podría la tripulación haberse comunicado con el exterior aun no teniendo electricidad?

- Hasta dando martillazos en el casco. Esas ondas se transmitirían por el agua hasta los sónares. El problema es que estas señales tienen un alcance limitado y si los medios de búsqueda no pasan justo por ese lugar, no se detectan. Muchos submarinos tienen también balizas de localización.

-Hasta hace pocos días las familias pedían que no se abandonase la búsqueda de supervivientes...

- Como es lógico los familiares se agarran a un clavo ardiendo pero con las condiciones de vida que se dan en un submarino siniestrado, el tiempo que ha transcurrido es demasiado como para albergar esperanzas de que haya supervivientes.

-Dices que te emocionaron las palabras de un familiar...

- En una entrevista que le hicieron al padre del segundo Comandante -que por cierto también había sido submarinista- decía que estaba destrozado pero que no había que olvidar que había perdido la vida por lo que más amaba. Claro que habría preferido tener nietos pero... todos aceptamos los riesgos que conlleva esta profesión. Es algo tremendamente vocacional.

-¿Hay una profundidad a partir de la cual con la tecnología disponible no sería posible un rescate?

- A partir de 300 metros es prácticamente imposible. Puede ser que esté posado en el fondo pero a esa profundidad los medios de rescate no podrían recuperarlo. Puede ser que haya sobrepasado la cuota de colapso y entonces el agua habría aplastado el submarino.

-Construido a principios de los 80, ¿era demasiado viejo?

- En absoluto. 30, 40 años, es una cifra razonable. Se trata de un submarino veterano pero como los que tenemos en la Armada española o incluso más joven que muchos americanos y nadie duda de que estos tengan una flota en perfectas condiciones. Taiwan tiene unidades de la época de la II Guerra Mundial en servicio.

Cada cinco años nuestros submarinos son sometidos a una revisión completa en la que se desmontan todas las piezas, se comprueba su estado, se miden grosores, se hacen radiografías del casco... El barco sale en plena forma. Además, los propios submarinistas conocen su máquina. Si hubiese habido algún riesgo previo, antes de salir de Ushuaia, estoy seguro de que lo habrían resuelto. El submarino tenía que estar en perfectas condiciones para navegar.

-De no haber ocurrido ningún suceso, ¿qué autonomía tiene un submarino de este tipo?

- En una situación normal, un submarino como éste, diésel eléctrico, de propulsión convencional, que es como los que tenemos en España, la verdad es que tienen pocas limitaciones. Consumen muy poco combustible. Son capaces de regenerar la atmósfera interior cuando recargan baterías. Los límites vienen dados más bien por los víveres y sobre todo, por la resistencia de la dotación. Se come muy bien, mejor que en otros buques de la Armada. Como en casa. Se cuida mucho la alimentación porque hay que mantener la moral alta y la comida es un buen instrumento para conseguirlo. Frito poco. Imagínate. La atmósfera sería un tanto irrespirable. Los cocineros son muy imaginativos.

-En condiciones extraordinarias -de poco oxígeno por ejemplo- los tripulantes están entrenados para el ahorro de energía...

- En la Armada española se hacen unos ejercicios anuales en Cartagena -se les conoce como Cartago- Son de supervivencia en submarinos. Se adiestra a las dotaciones en economizar esfuerzos. Por ejemplo, se ordena a todo el mundo que no esté haciendo nada que duerma, porque es así como menos aire se consume. También se les enseña a mantener una atmósfera saludable -temas de higiene- Si se quedan encerrados en el compartimento refugio -en caso de emergencia, como sería este caso-, hay que consumir los víveres con mesura, hay raciones de supervivencia con muchas calorías en poco espacio, se llevan reservas de agua...

-Siempre hemos asociado este tipo de barco a tareas de defensa y espionaje, a tiempos de guerra, pero ¿se adaptan a los nuevos tiempos y a nuevas necesidades?

- Sí, claro. Operaciones antiterroristas, inmigración. Pero también hacemos entrenamientos en combate naval puro y duro, a la antigua usanza, para enseñar a 'cazar' otros submarinos. O ejercicios de inserción y extracción de equipos de operaciones especiales, por ejemplo plantar minas ante un puerto enemigo sin ser detectados.

-¿Qué es lo más duro de vivir ahí abajo? ¿El aspecto físico o el psicológico?

- Cada uno lleva mejor o peor una cosa u otra pero todo el mundo que va ahí acepta una serie de limitaciones a las comodidades que tiene en casa. La privacidad es nula. Nos damos una ducha cada tres días. Hay dos retretes para más de sesenta personas. No hay una cama para cada uno. Algunos comparten. Y donde se acaba de levantar alguien para hacer la guardia, se acuesta otro... Pero la gente que elige esto va muy motivada. Lo hacemos contentos y las restricciones pasan a un segundo plano.

-Imagino que el entrenamiento previo será exigente. Se dice que los toreros o los astronautas están hechos de otra pasta. ¿ Y los submarinistas?

- A nivel físico no es especialmente exigente. Es cierto que se busca gente en buena forma y con buena salud para evitar problemas que llegado el caso sería muy difícil tratar ahí abajo -una apendicitis en el 'mundo real' no es nada pero en un submarino es otra cosa- Lo que sí se hace es una preparación técnica muy amplia. Es una de las especialidades de la Armada más completas. Todo el mundo conoce cada uno de los recovecos del barco. Para qué sirve cada válvula, cada pulsador... Podemos presumir de tener algunas de las dotaciones mejor preparadas de la Armada. A nivel psicológico se hace un primer embarque a modo de bautizo submarino, de ambientación, para que la gente diga 'esto no es lo mío' o sí, como me pasó a mí. Una vez a bordo, cada uno pasa los días como puede. En una convivencia tan estrecha, el compañerismo es la clave. La experiencia de ir a bordo de un submarino, si es lo que siempre habías soñado, suple cualquier inconveniente. Yo hice una navegación en el quinto curso de la escuela naval militar y me pareció increíble. Dije 'me encantaría estar aquí'. Y así fue.