Cautela en Bruselas ante la oferta británica

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSALES

INTERNACIONAL

Bernd von Jutrczenka | dpa

Barnier y su equipo creen que puede haber fumata blanca en la cumbre europea del 14 y 15 de diciembre

30 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No le ha quedado otra opción a la Unión Europea que extender la mano y recoger los papeles de Theresa May. Las delegaciones de los Veintisiete pasarán hoy la lupa al método de cálculo y la letra pequeña de la oferta del Reino Unido. Se respira cierto escepticismo en los cuarteles de Bruselas. El negociador europeo, Michel Barnier, ya se las ha visto antes con anuncios prematuros, triquiñuelas británicas y quinielas fallidas. El francés admite que siguen trabajando «muy duro» para poder cristalizar ese principio de acuerdo.

A pesar de los vaivenes y la poca confianza que tiene en el Gobierno de May, Barnier y su equipo creen que puede haber fumata blanca en la cumbre europea del 14 y 15 de diciembre: «Espero poder informar de que hemos estado negociando un acuerdo y que hemos alcanzado un paso muy importante en nuestra relación», deslizó ayer.

¿Por qué Londres ha cedido a las exigencias de la Unión Europea y qué consecuencias tendrá? La buena noticia para May es que si consigue convencer antes del próximo lunes a sus socios europeos estará a un paso de abrir la puerta a la anhelada fase dos de las negociaciones, donde el Reino Unido ya podrá empezar a aclarar su futura relación comercial con la UE y una eventual prórroga de dos años para aterrizar fuera del club de la forma más suave posible.

Siempre y cuando Barnier considere que se ha progresado lo suficiente en torno a los derechos de los ciudadanos desplazados y la solución para la frontera entre las dos Irlandas. Es importantísimo que Londres salde sus cuentas de forma urgente para poder desatascar las negociaciones.

Mal menor

Otra razón que puede empujar a May a extender el cheque son las cuentas. Con la calculadora en la mano, la premier sabe que es mucho más barato aceptar la cifra de la UE que regatear y arriesgarse al coste de no tener un acuerdo futuro. La cifra no es tan abultada si se compara con las aportaciones netas del Reino Unido al presupuesto comunitario (10.000 millones de euros cada año). En cinco años habría amortizado el desembolso. Esos son los argumentos a los que se podría agarrar la primera ministra británica para apagar el incendio en casa. La Unión Europea recaudaría lo que pierde en fraude del IVA en solo un año.

A pesar de estar sellando un brexit a precio de saldo, cualquier concesión será vista con malos ojos por sus adversarios políticos, los mismos que pueblan el ala dura de su Gobierno. Si la situación deriva en una crisis interna, a la UE solo le puede beneficiar que los tories la cierren cuanto antes y que al otro lado del canal de la Mancha se erija una voz autorizada que ponga orden en las negociaciones.

O eso o que el caos se prolongue hasta tal extremo que los británicos den marcha atrás. Barnier ya lo sugirió en más de una ocasión. Ayer no quiso azuzar el fuego: «Debemos conducir este debate con sentido común y prudencia, pero sin ser ingenuos o agresivos», aseguró.