El tumultuoso regreso de Correa a Ecuador

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

RODRIGO BUENDIA | AFP

Rafael Correa ya está de regreso en Ecuador. Ha vuelto solo cuatro meses y medio después de haberse reinstalado en Bélgica, la patria de su esposa. No llega como turista, sino a plantar cara a su examigo Lenin Moreno, actual presidente del país, y a dar ánimos a su alter ego Jorge Glas, que está siendo juzgado como paradigma de la corrupción.

25 nov 2017 . Actualizado a las 16:50 h.

Su llegada a Guayaquil el pasado viernes, en un vuelo privado procedente de Bogotá, no pasó desapercibida. Sus seguidores y detractores provocaron un ruidoso tumulto. Los primeros, ataviados con camisetas verdes, los colores de su Alianza País, les gritaban a sus oponentes «Bucaram ladrón» y estos, armados de banderas amarillas y rojas, respondían «Correa hijo de puta». Todo ello con la policía del aeropuerto como simples espectadores.

El motivo oficial de su viaje es participar en una convención nacional del movimiento Alianza País (AP), fundado por él, en la que pretenden por segunda vez -la primera fue anulada por el máximo Consejo Electoral- expulsar a Lenin Moreno, al que califican de «traidor a la causa» de la revolución ciudadana, a pesar de que ha sido una de las piezas claves para su implementación.

  Moreno ya anunció que no acudirá a la convención convocada para el próximo día tres por los correistas, ya que la consideran ilegal. La dirección nacional de AP, en reunión celebrada el pasado jueves ya cubrió todos los puestos claves de la misma con militantes afines al actual presidente.

Ese mismo día Rafael Correa, en declaraciones a la agencia AFP desde Bruselas, dejaba claro el motivo de su viaje: «vamos a expulsar a la gente que ha traicionado el programa de gobierno de Alianza País». Precisó más: «Moreno es el mayor traidor, está gobernando con la derecha y con los banqueros».

José Coloma | EFE

 ¿Traición o realismo?

Las desavenencias entre Correa y Moreno se veían venir desde el momento en que el hombre que que ocupó la presidencia de Ecuador durante una década con un talante claramente autoritario se vio en la tesitura de escoger entre el seguir en la política o perder a su familia, pretendió seguir mandando a distancia. Para ello promovió como sucesor a Lenin Moreno, el que fuera su vicepresidente. Era el más preparado y el mejor posicionado en las encuestas y ganó, aunque por puntos.

Nada más ocupar la presidencia el pasado 24 de mayo, Moreno puso de manifiesto que no estaba dispuesto a ser la marioneta de Correa y que no era oro todo lo que relucía en la gestión heredada. La situación económica del país era altamente preocupante. Tuvo que hacer frente al problema de la corrupción heredada de la que el principal protagonista, ha sido Jorge Glas, el alter ego de Correa, que le fue impuesto a Moreno como vicepresidente y al que este optó por cesar inmediatamente al salir a luz las ramificaciones en Ecuador del caso Odebrecht

Asumiendo, por su compromiso electoral de aplicar una «cirugía mayor contra los corruptos de ahora y de siempre», lo primero que hizo fue crear una comisión anticorrupción -muy criticada por Correa- para esclarecer varios casos, algunos con funcionarios del gobierno anterior implicados.

La prisión preventiva de Gras por el caso de los millonarios sobornos de la constructora brasileña Odebrecht dispararon popularidad Moreno y la ira de los correístas, que le acusan de seguir los dictados de la oposición para, en nombre de la lucha contra la corrupción, desprestigiar el legado del exmandatario

Desde el pasado viernes este vicepresidente sin funciones -no pudo ser cesado por imperativos de la legalidad vigente- en prisión desde el pasado dos de octubre, ya se sienta en el banquillo acusado de asociación ilícita, relacionada con la trama de corrupción de la empresa brasileña Odebrecht. El Fiscal General de Ecuador, Carlos Baca Mancheno, asegura en su escrito de acusación que entre el 2012 y el 2016 Glas se benefició de 13,5 millones de dólares en sobornos pagados por Odebrech, por la adjudicación de cinco contratos. Su tío, Ricardo Rivera, habría actuado como intermediario para solicitar y recibir esos pagos.

El ex ministro de Hidrocarburos, Carlos Pareja Yannuzzelli, acusado de presuntos sobreprecios, delincuencia organizada y de integrar una red de corrupción en la petrolera estatal Petroecuador, aseguró a principios de este año, antes de la llegada de Moreno a la presidencia, que en esa empresa «no se hacía absolutamente nada que no haya tenido el visto bueno de Jorge Glas». Y también afirmó que «Glas lideraba la red de corrupción en Ecuador».

Hasta el 2006, Glas -de quien el ex presidente Correa dice que no solo que no robaba sino que no dejaba robar- era casi desconocido en su país, salvo por un programa de entrevistas que mantenía en un canal de televisión de su tío, Ricardo Rivera, en el cual fue socio o gerente.

Sin embargo, durante los 10 años en los que gobernó Rafael Correa y pese a su bajo perfil público y a ser también un desconocido en el ámbito político, Glas ejerció un papel clave en el manejo de los sectores considerados estratégicos: electricidad, petróleo, minería y telecomunicaciones, que son justamente en donde más han saltado los escándalos de corrupción de la era Correa, muchos de ellos ligados a la brasileña Odebrecht.

Distintos analistas coinciden en que la vuelta de Correa no es lo que quita el sueño a Lenín Moreno, sino los económicos. Asumió las riendas de este pequeño país petrolero en la época de las vacas flacas, cuando ya el precio del barril -sostén de la modernización impulsada por Correa- llevaba años de desplome y el endeudamiento se había disparado para sostener el creciente gasto público Correa que dejó el país con un alto nivel de endeudamiento. El déficit fiscal ronda el 5% del PIB.

Moreno anunció la reestructuración de los contratos petroleros -para generar más divisas- y un proyecto económico urgente para recaudar 1.600 millones de dólares con nuevos impuestos al sector privado, sin afectar «a los más pobres». En paralelo, su gobierno aumentó el endeudamiento, al colocar bonos por valor de 4.500 millones de dólares en dos emisiones en seis meses.