Ratko Mladic, el «carnicero de los Balcanes», condenado a cadena perpetua por el genocidio de Srebrenica

O.S. / Agencias

INTERNACIONAL

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El Tribunal para la antigua Yugoslavia le declara responsable de crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos durante la guerra de Bosnia

22 nov 2017 . Actualizado a las 18:14 h.

El exgeneral serbobosnio Ratko Mladic se veía como un héroe del pueblo serbio. Sin embargo, su nombre quedará para siempre asociado al de Srebrenica, con sus más de 8.000 muertos, la peor masacre cometida en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. El conocido como «carnicero de los Balcanes» o el «carnicero de Bosnia» acaba de ser condenado a cadena perpetua por el genocidio de la población bosniaca de este enclave musulmán, así como por los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos durante el conflicto armado de Bosnia (1992-1995), que dejó más de 100.000 muertos y 2,2 millones de desplazados. 

De los once cargos que pesaban contra Ratko Mladic, ha sido declarado culpable por el Tribunal de Naciones Unidas para la Antigua Yugoslavia (TPIY) de La Haya de diez de ellos, incluido el del genocidio de Srebrenica, el más importante. No obstante, se ha librado del cargo de genocidio por buscar el exterminio de la población bosniaca y bosniocroata.

El TPIY sentencia que Mladic compartido la «intención» y «el objetivo criminal» de exterminar a los musulmanes durante la guerra en Bosnia.

El presidente del TPIY, Alphons Orie, que ha leído el veredicto, ha afirmado que Mladic intentó crear territorios «étnicamente limpios» de bosniacos (musulmanes) y bosniocroatas y le ha responsabilizado de «ordenar» la masacre en Sarajevo, pues «propuso y ordenó» el exterminio de la población musulmana residente en la ciudad. También le condenó por haber lanzado «personalmente» una «empresa criminal» para aterrorizar a la población civil de Sarajevo durante el largo asedio a la capital bosnia. Su intención, añadió Orie, era «destruir» la ciudad, impedir el acceso de los civiles al agua, comida y electricidad, y que estos «vivan en una situación de estrés y asedio» que provoque el terror entre la población de Sarajevo.

Mladic estaba acusado de dos cargos de genocidio por la masacre de Srebrenica y por promover la eliminación de los bosniocroatas y los bosniacos durante el conflicto armado. También pesaban en su contra cinco cargos de crímenes de lesa humanidad -persecución, exterminio, asesinato, deportación y por actos inhumanos- y cuatro de crímenes de guerra -asesinato, terror, ataques ilegales contra civiles y toma de rehenes-.

La ONU ve el fallo como una «victoria trascendental» de la Justicia

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, ha calificado la sentencia de «victoria trascendental» de la Justicia. «Mladic es la personificación del diablo y el juicio contra él es el paradigma de lo que representa la Justicia internacional», señaló en un comunicado Zeid, quien sirvió en la Fuerza de Protección de la ONU en la antigua Yugoslavia entre 1994 y 1996.

La Unión Europea, por su parte, ha expresado respeto «pleno» por la condena a cadena perpetua y ha defendido que combatir la impunidad de los crímenes más graves constituye «una obligación humana fundamental».

Las víctimas del genocidio de Srebrenica mostraron su alegría por el fallo. «He hablado con varias personas, estaban con lágrimas de alegría. Se han olvidado por un momento del mal que nos ocurrió para mostrar la satisfacción por lo que a él le ha pasado hoy», declaró a la emisora N1 Camil Durakovic, exalcalde de la ciudad y superviviente del genocidio cometido por las tropas comandadas por Mladic. 

El tribunal ordena sacar a un irritado Mladic de la sala mientras lee su veredicto

El ex comandante serbobosnio ha intentado hasta el último minuto frenar el fallo del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. Su presidente, el juez Alphons Orie, ha tenido que interrumpir la lectura de la sentencia, que ha comenzado en torno a las 10.00 horas, para que el acusado pudiera ir al baño. Lo que en principio era un receso de cinco minutos, se ha prolongado durante más de una hora.

«Están mintiendo», los gritos de Ratko Mladic para intentar postergar el fallo del TPIY
«Están mintiendo», los gritos de Ratko Mladic para intentar postergar el fallo del TPIY HANDOUT

El hijo de Mladic, Darko, ha contado a la agencia de noticias Reuters que su padre ha sufrido una crisis de salud. Según su versión, le han tenido que tomar la tensión y la tenía muy alta. «Estamos muy preocupados (...) Ya ha tenido cuatro infartos», ha explicado.

La defensa, que a lo largo del proceso ha intentado archivar el caso esgrimiendo problemas de salud, ha aprovechado este episodio para pedir un aplazamiento del fallo, pero el TPIY lo ha rechazado y ha decidido seguir adelante con la lectura de su veredicto.

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Mladic, enfurecido por esta decisión, ha estallado en gritos. «Están mintiendo, están mintiendo», ha vociferado, de acuerdo con The Telegraph. Orie ha ordenado sacarle de la sala para poder continuar con la sesión y dos guardias del TPIY se lo han llevado a una sala contigua desde donde ha escuchado su condena.

Ratko Mladic es el último gran acusado del TPIY, creado en 1993 para juzgar a las personas responsables de crímenes de guerra durante los conflictos de los Balcanes. Su caso fue, «de hecho, uno de los primeros que justificaron» su creación, según Brammertz. Este tribunal cerrará definitivamente sus puertas el 31 de diciembre con un balance de 161 condenados.

El veredicto del juicio de Ratko Mladic también pone fin a un largo capítulo tanto para la desaparecida Yugoslavia, cuyos principales verdugos fueron inculpados, como para la justicia internacional.

Responsable del terror del asedio a Sarajevo y de la matanza de Srebrenica

Ratko Mladic fue la mano ejecutora de la limpieza étnica de musulmanes y croatas ideada para Bosnia por el líder político Radovan Karadzic, con la ayuda en la sombra del entonces presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic

JOHN THYS

Mladic, hombre colérico y brutal pero admirado por sus soldados por sus capacidades como estratega, fue responsable de los días más mortíferos del sitio que durante casi cuatro años (44 meses) devastó Sarajevo. Más de 10.000 habitantes, entre ellos 1.500 niños, murieron allí víctimas de los francotiradores y de la artillería que disparaba desde las colinas controladas por las tropas del general alrededor de la localidad. Mladic siempre se vanaglorió de su crueldad. «Tiren a Velusice [suburbio de la capital]. Allí no hay muchos serbios», llegó a decir frente a un grupo de reporteros. El asedio incluyó el bombardeo del mercado de la capital bosnia, en el que murieron 66 civiles que intentaban conseguir alimento.

Sospechoso de los crímenes de guerra de más alto perfil en Europa desde Nuremberg, el tribunal internacional también acusa a Mladic del asesinato de más 8.000 hombres y jóvenes musulmanes cometidos en el enclave musulmán de Srebrenica -ante la pasividad de los cascos azules holandeses- en los días siguientes al 11 de julio de 1995, una limpieza étnica que incluye atrocidades cometidas en los campos de internamiento. Las Madres de Srebrenica elevan la cifra total de muertos a 10.700, en el que se convirtió en el peor episodio de la sangrienta guerra de Bosnia (1992-1995).

Las tropas serbias, cumpliendo las órdenes de Mladic, arrollaron el enclave musulmán de Srebrenica declarado zona de seguridad por la ONU. En su entrada triunfal en la ciudad, las televisiones mostraron a un militar ávido de gloria y vanidoso que estrechaba manos de mujeres y niños, los únicos que había dejado vivos.

Srebrenica sigue siendo una herida abierta no solo para los Balcanes, sino también para las Naciones Unidas. La organización no evitó el genocidio y los cascos azules holandeses se entregaron sin resistencia a los soldados de Mladic. Poco antes de la toma de la ciudad, el general serbio y el comandante holandés del «Dutchbat», Thom Karremans, brindaban con licor. La fotografía de la escena dio la vuelta al mundo como la imagen de la vergüenza.

Ratko Mladic, al que también se le reprocha el secuestro de empleados de Naciones Unidas, fue el responsable militar de la matanza de Srebrenica y tanto las víctimas como los observadores no contemplaban otra cosa que no sea su culpabilidad y su condena a cadena perpetua. Las pruebas pesan demasiado y los crímenes son demasiado terribles. 

Ni reconoció su culpa ni respetó al tribunal de La Haya

Detenido en el 2011 tras 16 años de «huida» (permaneció a salvo en Bosnia e, incluso, protegido por el ejército hasta que tras la caída del régimen de Milosevic entró en la clandestinidad), Ratko Mladic, de 75 años, a pesar de haberse convertido en un anciano enfermo, no ha perdido un ápice de su arrogancia, como ha demostrado durante los cinco años que lleva ante el TPIY. La mayoría de las veces se repantingaba en el banco de los acusados, a veces sonreía al público, otras hojea aburrido una revista o importunaba al juez.  

El conocido como «carnicero de los Balcanes» no respetó ni al Tribunal ni a los «peones de la OTAN», como él decía, y no reconoció ninguna culpa, si bien dijo lamentar «cada inocente muerto en todos los bandos, en todas las comunidad étnicas de la ex Yugoslavia».

En su primera audiencia ante el tribunal se le vio delgado, mayor y distraído. La viuda de una víctima de Srebrenica, presente durante la vista, aseguró que Mladic la había mirado y había deslizado el dedo índice por su cuello para mimar una ejecución.

Un año después, el militar de mayor grado juzgado por el TPIY, fue evacuado de la sala de audiencia tras contradecir las declaraciones del testigo protegido «RM346», superviviente de Srebrenica, hablándole en serbocroata.

En el 2014, se negó a comparecer en el juicio de Karadzic al calificar de «satánico» el tribunal de La Haya.

Y el año pasado, en las conclusiones de su propio juicio, Mladic, visiblemente malhumorado, hacía muecas y leía el periódico. Para Brammertz, el tribunal ha visto al mismo Mladic «desde el primero hasta el último día».

Pero a lo largo de las audiencias y de los años, su salud física y mental se ha degradado. El general sufrió varios infartos cerebrales que provocaron un deterioro de su sistema nervioso, según expertos rusos citados por la defensa.

Un argumento al que sus abogados han recurrido varias veces durante el juicio, la última de ellas este mes, para exigir un aplazamiento del veredicto.

El exgeneral, además de no reconocer la culpa, también está completamente convencido de haber actuado de forma moralmente correcta y militarmente brillante. El largo juicio de La Haya (ha durado 530 días, hay casi un millón de páginas de actas procesales y en él han declarado 377 testigos) no ha cambiado la convicción que expresó en su primera aparición ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia: «Soy el general Mladic. Defendí a mi país y a mi pueblo».

El excomandante serbobosnio se considera un «protector» de su pueblo frente a los «turcos».  Así es como se refiere en numerosos documentos a las decenas de miles de víctimas -musulmanes desplazados, maltratados y asesinados. «Dedicamos la conquista (de Srebrenica) al pueblo serbio», defiende en un vídeo y añade: «Nos hemos vengado de los turcos». 

Según su imagen distorsionada de la historia, debía liberar el territorio serbio, que llevaba siglos controlado por el Imperio Otomano.

Durante el juicio, muchos testigos han descritos los horrores cometidos durante la masacre de Srebrenica. Ante el juez declaró, por ejemplo, un hombre cuya mujer fue asesinada por un francotirador cuando estaba en la plaza del mercado comprando leche. También habló una joven que fue violada por grupos de soldados durante semanas, una y otra vez; y un hombre que sobrevivió porque fingió estar muerto y fue enterrado en una pila de cadáveres.

Una de las supervivientes de Srebrenica
Una de las supervivientes de Srebrenica ELVIS BARUKCIC

Algunos cuerpos fueron descuartizados y repartidos en diferentes «fosas secundarias», de modo que aún no se ha encontrado e identificado a todos los fallecidos. Aún en diciembre del 2015 se encontró una fosa común escondida en un vertedero.

El ascenso de Mladic

Nacido el 12 de marzo de 1943 en Bozanovici, una aldea de Bosnia oriental, Ratko Mladic, huérfano de un padre partisano que murió a manos de los croatas ustachas pronazis -algo que siempre le gustaba recordar-, se dio a conocer a nivel internacional en julio de 1991, cuando fue nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército Popular de Yugoslavia (JNA) en Knin, Croacia. Transformó a las milicias locales en un verdadero regimiento paramilitar que sembró el terror entre la población no serbia y apoyó a la minoría serbia para separarse de Zagreb. 

En mayo de 1992, al estallar la guerra en la vecina Bosnia, Mladic fue ascendido a jefe de las Fuerzas Armadas de los serbobosnios y planeó su conquista junto al ex líder político Radovan Karadzic. Su máxima era: «Nunca ordenar la retirada». Aunque hubiera millones de víctimas. Sus métodos para vaciar de musulmanes y croatas los territorios que iba conquistando y su inquebrantable compromiso con la Gran Serbia, le valieron un ascenso fulgurante hasta la cúpula del recién creado Ejercito serbobosnio.

Desde Belgrado, el presidente Slobodan Milosevic, fallecido en la cárcel a los 64 años en el 2006, inflamaba los Balcanes con sus discursos sobre la Gran Serbia, mientras hablaba con la comunidad internacional.

En Pale, capital de facto de los serbobosnios, el psiquiatra Radovan Karadzic, de 72 años, detenido en el 2008 y condenado en primera instancia en el 2016 a 40 años de cárcel, vomitaba su propaganda fanática.

Mladic, que llegó a defender que «las fronteras siempre se habían trazado con sangre, y los Estados, delimitado por tumbas», era su brazo armado, el único del trío nacido en Bosnia.

En un primer momento, Mladic consiguió ocupar más del 70 % de Bosnia, aunque los serbios solo representaban un tercio de la población. Al final de la guerra, y con ayuda de la OTAN, los croatas y musulmanes consiguieron hacerlos retroceder. Tras la firma del acuerdo de paz de Dayton, en diciembre de 1995, que puso fin a la guerra, Mladic desapareció silenciosamente de escena, viviendo abiertamente en Belgrado bajo protección de Slobodan Milosevic.

Fugitivo durante 16 años, buscado durante bastantes menos

Tras los acuerdos de Dayton, a Ratko Mladic no le resultó difícil desaparecer del mapa en 1995. Permaneció en Bosnia, a salvo, en su refugio de Han Pijesak, una base medio enterrada en un bosque de pinos del este del país.

Posteriormente, se instaló en Belgrado, protegido por el ejército. Allí, aunque oficialmente se le buscaba, él no necesitaba esconderse. Podaba rosales, iba a la panadería, cenaba en restaurantes y se permitía ir a ver a la selección de fútbol serbia. 

Con la caída del régimen de Milosevic en el 2000, y con los arrestos que se sucedieron, sus redes se debilitaron y Ratko Mladic empezó a tener problemas. Aún así, hasta el año 2005 cobró la pensión del Ejército. Los servicios secretos admitieron que había vivido hasta el 2002 en su casa de Belgrado y que a veces se ocultaba en instalaciones militares. El viejo régimen aún infiltrado en las estructuras de poder lo protegió hasta que se quedó sin apoyos.

El 26 de mayo de 2011, la policía lo detuvo en una casa de campo amarilla de un familiar (un primo) en Lazarevo, un pueblo de 3.000 habitantes a 80 kilómetros al norte de Belgrado. Parece que lo descubrió una llamada anónima. Ratko Mladic fue detenido al alba por agentes de los servicios de inteligencia serbia, con la colaboración de EE.UU. y el Reino Unido y, según las autoridades bosnias, también con su ayuda. En el 2012, fue trasladado a La Haya.

Lo cierto es que para Serbia, que aspiraba a entrar en la Unión Europea, el exgeneral se convirtió en un problema. Su detención se había convertido en la condición que bloqueaba su entrada en la UE desde hace años. Así se entendió la frase con la que el presidente de Serbia en ese momento, Boris Tadic, anunció su detención: «Hemos limpiado una mancha de nuestra historia».

Ratko Mladic, un héroe para algunos serbios

DADO RUVIC

A pesar de su detención, y de los crímenes contra la humanidad que pesan contra Ratko Mladic, Serbia aún se muestra reacia a lidiar con su herencia bélica. Así, el exgeneral es aún hoy un héroe de guerra para muchos serbios. Sus partidarios siguen presentándolo como un soldado campesino enamorado de su tierra, respetuoso de los códigos de honor de la guerra, cuyos únicos objetivos eran una Yugoslavia unida y la protección de «su» pueblo contra aquellos a los que llamaba los «turcos», los bosnios musulmanes.

No es de extrañar que las camisetas de Mladic sean omnipresentes en todas las fiestas populares y en las tiendas de suvenirs de Belgrado. Serbia y la República Srpska (la entidad serbobosnia de Bosnia) siguen negándose a admitir el genocidio de Srebrenica. El propio alcalde de Srebrenica, el serbobosnio Mladen Grujicic, y el presidente de la República Srpska, Milorad Dodik, mantienen que no hubo un genocidio. Horas antes de que el TPIY apruebe el veredicto contra Mladic, Dodik ha asegurado que el general serbobosnio no debe ser condenado porque solo cumplió su deber «como patriota» y ha advertido de que si hay una sentencia en su contra, «el mito seguirá creciendo».

Imagen de archivo de Milorad Dodik
Imagen de archivo de Milorad Dodik ELVIS BARUKCIC

El TPIY es considerado, desde hace tiempo, uno de los mayores enemigos de Serbia. La jefa del Gobierno, Ana Brnabic, dijo también hace unos pocos días en Belgrado que el Tribunal ha actuado de forma parcial contra su país. Este tipo de declaraciones no contribuyen a una reconciliación, sino a un agravamiento del conflicto en los Balcanes.

El periódico serbio Informer, portavoz del presidente, Aleksandar Vucic, tituló recientemente: «El Tribunal de La Haya viola abiertamente la legislación».

Dada esta realidad, el fiscal jefe Brammertz no se hace ilusiones. Brammertz considera que los procesos no han ayudado a superar lo ocurrido. «Aún hay políticos en Serbia que niegan el genocidio. Entonces ¿cómo se va a producir allí una reconciliación?», señala. Un tribunal no puede procurar una reconciliación, reconoce. «Pero sin justicia, no hay base para la reconciliación», apunta. 

Un letrero que dice «General Mladic Street» cuelga de un árbol en el pueblo natal del exgeneral
Un letrero que dice «General Mladic Street» cuelga de un árbol en el pueblo natal del exgeneral DADO RUVIC

Ratko Mladic, acusado de genocidio, cuenta con una calle en su localidad natal, Bozanovici, de apenas dos docenas de habitantes, y en una de las tabernas del enclave un retrato conmemorativo le define como «un héroe». 

«No hizo tales cosas. Otros lo hicieron. El general es un coloso, un hombre grande y bueno», sostiene Zoran Mladic, uno de los aldeanos que se identifica como primo del excomandante.

Dusko Mladic, primo del exgeneral
Dusko Mladic, primo del exgeneral DADO RUVIC

Otro de sus primos, Dusko Mladic, ha asegurado que «no mató a nadie». «Durante la guerra reunió a nuestros vecinos musulmanes de un pueblo cercano y les advirtió a tiempo de irse. Todavía voy a menudo a esa aldea, trabajo con musulmanes y no tengo ningún problema», añade.

DADO RUVIC

«Sería más feliz si él muriera antes del juicio. Entonces levantaríamos un gran monumento para él en la aldea y escribiríamos la verdad. Todo lo que está sucediendo no es la verdad. Es una mentira. El general no es culpable», ha dicho otro de sus primos, Mile Mladic.

Ese fue el destino del expresidente serbio Slobodan Milosevic, que murió antes de que se produjera un veredicto. El de Ratko Mladic llegará este miércoles.