El rechazo de May a saldar cuentas con la UE levanta en pie de guerra a los 27

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

LUDOVIC MARIN | AFP

Los derechos sociales, reducidos a rehenes del «brexit» en la cumbre de Gotemburgo

18 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De nada sirvieron los deseos lanzados por la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, a su llegada a la cumbre social de Gotemburgo (Suecia) pidiendo a sus compañeros que no convirtiesen la cita en otro «rehén del brexit». El divorcio con los británicos es omnipresente. No hay corrillos, debates o ruedas de prensa donde no se invoque su nombre. El viernes no fue una excepción. Los derechos sociales, el empleo y el acceso al mercado laboral quedaron eclipsados por la desconexión británica. «El tiempo corre. Espero que seamos capaces de llegar a un acuerdo sobre el divorcio en diciembre», aseguró el presidente de la Comisión Europea antes de la cita.

Juncker es uno de los líderes comunitarios más escépticos con las negociaciones. Conoce bien tanto las ambiciones como los problemas a los que se enfrenta en casa la primera ministra británica, Theresa May, para llevar el brexit a buen puerto. El proceso se encuentra en punto muerto y a riesgo de encallar definitivamente si los británicos no asumen los compromisos que han adquirido con la UE, tanto políticos como financieros. El negociador europeo, Michel Barnier, les dio de plazo hasta la semana que viene. Si no hay avances para entonces, el francés no pedirá a los 27 que abran la puerta a la segunda fase en diciembre.

El líder del Consejo Europeo, Donald Tusk, trató de convencer el viernes a la premier de que se necesitan pasos urgentes y le puso otro ultimátum sobre la mesa: «Para evitar ambigüedades, los progresos deben llegar como tarde a principios de diciembre». A estas alturas, el escenario de un brexit indoloro, si es que existe, ya no está garantizado. «Si no hay suficientes progresos, no estaré en situación de proponer nuevas directrices para la transición y la futura relación», advirtió el polaco. «La pelota está en el tejado de la UE», insistió con terquedad el negociador británico, David Davis. «Tiene mucho sentido del humor», le espetó Tusk.

May, entre tanto, hace oídos sordos. El viernes volvió a insistir tras una reunión bilateral con el presidente francés, Emmanuel Macron, que fue «muy clara» en su discurso de Florencia. Volvió a mostrar su voluntad de llegar a los «mejores acuerdos posibles» con los 27 y hacer frente a sus compromisos financieros, pero no lo tienen tan claro en las cancillerías europeas, que se han puesto en pie de guerra contra las tretas de los británicos.

El primer ministro sueco aparcó su corrección política como anfitrión para exigir a May que «aclare qué quiere decir con responsabilidades financieras». Londres no ha dado ninguna cifra hasta ahora sobre lo que considera que tiene que abonar a la UE antes de cruzar la puerta de salida. Barnier calcula que la factura ha de ascender a un mínimo de 60.000 millones de euros, pero según medios británicos, May solo está dispuesta a llegar a los 40.000. Otro líder que le leyó la cartilla fue el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, indignado por la falta de concreción de la británica: «Desde hace 18 meses nos vienen asegurando que no habrá frontera física con Irlanda del Norte, pero queremos verlo escrito de una vez por todas», exigió.

Reunión histórica descafeinada por la ausencia de la canciller

La cita más importante de los últimos 20 años por los derechos sociales y de los trabajadores quedó descafeinada por la ausencia de la canciller alemana, Angela Merkel. La conservadora se descolgó de la cumbre para poder concentrar sus esfuerzos en la formación de gobierno en Alemania. Eso no impidió a Berlín firmar el Pilar Europeo de Derechos Sociales, un compendio de 20 principios que los 28 países de la Unión se comprometen a hacer valer en las próximas décadas para proteger los estados del bienestar europeos. La igualdad de oportunidades, las condiciones de trabajo justas, la protección social contra la exclusión y la mejora del acceso al mercado laboral están en la lista de deseos de los 28, que se niegan a hacer estos compromisos vinculantes, como sí lo son el objetivo de déficit o la reducción de la deuda.