Pesimismo ante la segunda fase de negociación del «brexit»

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

STRINGER | Reuters

Los 27 deberán buscar acomodo legal y pensar en un plan B por si May llega en diciembre sin los deberes hechos

09 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Todas las buenas palabras y la pequeña chispa de optimismo que dejó el discurso de Theresa May en Florencia se han esfumado. La primera ministra británica y su equipo negociador del brexit no se han movido ni un ápice desde que escucharon las palabras mágicas en boca de los 27 líderes de la UE: segunda fase. A eso se comprometieron sus socios en la última cumbre europea de octubre con la condición de que el Reino Unido ofreciese más compromisos en materia de derechos de los ciudadanos desplazados, en la búsqueda de una solución a la frontera entre las dos Irlandas y, sobre todo, para saldar cuentas.

Pero este último capítulo provoca sudores fríos entre los tories que se niegan a ofrecer ni métodos de cálculo ni cifras a Bruselas, que le exige pagar por sus compromisos adquiridos durante el tiempo en el que han formado parte de la UE. El pesimismo se ha vuelto a adueñar de las delegaciones nacionales porque, si Londres no avanza en esta línea y se niega a asumir los costes del divorcio, será imposible pasar a la segunda fase de las negociaciones antes de que acabe el año. El riesgo a que la última cumbre de diciembre se tuerza es muy alto.

A pesar de que en la capital comunitaria ya nadie espera nada del Gobierno de May, la UE ya se ha puesto manos a la obra para ir acelerando el trabajo por si los negociadores británicos ven la luz. Los embajadores de los 27 ante la UE se reunieron ayer para analizar un primer bosquejo de cómo y qué se negociará en torno a la fase de transición de dos años con acceso al mercado único que están dispuestos a ofrecer al Reino Unido para evitar que salte al vacío el 29 de marzo del 2019, fecha de salida. Según The Guardian, ese balón de oxígeno para los británicos vendría acompañado de estrictas condiciones. La primera es que Londres deberá garantizar que no se convertirá en un paraíso fiscal. Nada de competencia desleal, ni en el terreno impositivo ni en el laboral. La segunda es que tendrá que comprometerse antes y después del brexit a cooperar en materia de seguridad y la tercera es que Reino Unido deberá estar sujeto a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Esta última condición sigue levantando ampollas al otro lado del Canal de la Mancha.

También se deslizan preguntas a las cancillerías europeas. ¿Cómo cuadrar el estatus transitorio del Reino Unido? A partir del 29 de marzo del 2019 los británicos estarán fuera de las instituciones y órganos de decisión y representación de la UE. Tampoco tienen pensado seguir participando en los presupuestos europeos. Los 27 deberán buscar acomodo legal y pensar en un plan B por si May llega en diciembre sin los deberes hechos. El problema es que el tiempo se agota y muchas delegaciones creen que no hay tiempo material para planificar una salida ordenada. No parece preocuparle demasiado al ala dura del Gobierno. El negociador del brexit, David Davis, se verá mañana con su homólogo europeo, Michel Barnier, en lo que promete ser otro diálogo de sordos. Hasta ahora ninguna de sus reuniones han sido fructíferas por el empeño de los británicos en negociar directamente con las capitales en busca de divisiones e intereses enfrentados en la UE.